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Lucía Lacarra: 'Me encantaría hacer algo como actriz'
Entrevista de eitb.com
En septiembre Lucía Lacarra fue nombrada bailarina de la década en Moscú. ¿Te queda algún premio por recibir?
¡Yo
ni sabía que había tantos premios! Nunca había esperado todos los
premios que he recibido. Nunca he hecho este trabajo por los premios que
me pudieran dar, pero, por supuesto, es muy gratificante que te
reconozcan y que te agradezcan así por tu esfuerzo.
Este verano te quedaste con las ganas de bailar en casa. ¿Cuándo podremos verte por aquí?
Por
el momento no tengo nada confirmado, porque la situación económica es
un poco difícil y la danza suele sufrir siempre en esos momentos. Fue
una desilusión muy grande no poder bailar en casa, porque tenía
muchísimas ganas, había cancelado muchísimos espectáculos para poder ir.
Aunque no tenga fechas, estoy trabajando en ideas, porque quiero volver
lo antes posible y volver con algo que sea maravilloso.
Habiendo salido tan joven de Zumaia, ¿has podido mantener amistades en tu localidad?
Zumaia
es un pueblo pequeño y conozco a muchísima gente. Tengo a todas las que
eran mis amigas del colegio. El problema es que cuando te vas con 13
años de tu casa y puedes volver solo dos o tres veces al año, es muy
difícil mantener amistades. Sobre todo porque cuando suelo ir a mi casa,
que suele ser para pasar un fin de semana o tres o cuatro días, los
quiero pasar con mi familia que es a los que más echo en falta. No suele
haber tiempo para mucho más, pero, aún así, nos solemos ver en la
calle, nos paramos a hablar. Son amistades que nunca serán muy profundas
por la distancia, pero que siempre estarán ahí.
Tu marido es el también bailarín Marlon Dino
y tu anterior pareja, Cyril Pierre, también se dedica a la danza. ¿Es
posible para una bailarina profesional tener una pareja ajena a este
mundo?
Hay bailarinas que tienen parejas ajenas a este
mundo, pero es mucho más difícil. Nosotros tenemos una vida que es muy
difícil de comprender, con unos horarios que son imposibles, sin fines
de semana, sin vacaciones... Es algo difícil de compaginar y de
comprender para alguien que no entienda ese mundo. Además, te ayuda
mucho tener a alguien con quien poder viajar cuando vas a hacer giras o a
hacer galas, porque puede ser un trabajo que se convierte en algo
bastante solitario cuando estás siempre con tu maleta en una habitación
de hotel. Yo tengo mucha suerte en ese sentido y el poder estar con mi
marido cuando viajo, cuando voy a hacer galas y a visitar otros países,
hace que mi trabajo sea como unas pequeñas vacaciones donde no consigues
ver nada más que el teatro y el hotel, pero siempre es más agradable
cuando lo compartes con la persona que quieres.
Te lo habrán preguntado mil veces, pero, ¿te gustaría tener hijos o consideras que sería sacrificar tu carrera?
Por
supuesto que me gustaría. Me parece que es algo muy importante
humanamente. Las prioridades cambian, cuando tienes 20 años estás tan
centrada en lo que estás haciendo, en progresar, en viajar, en entrar en
un circuito de galas, hacer creaciones nuevas, ser invitada a otras
compañías, que eso ocupa todo tu tiempo y toda tu mente. Y cuando pasan
unos años, que ya estás acostumbrada a ese ritmo de trabajo y ya no te
parece nada nuevo, tu vida empieza a cambiar también. Además, encuentras
una estabilidad en tu vida privada y una relación con una persona en la
que crees y con la que quieres crear una familia. Creo que es lo
lógico. No sé si es el reloj biológico o es la vida, pero en este
momento, la verdad es que me gustaría tener hijos, y estamos pensando en
ello.
¿Es muy diferente el ballet en Europa y en América?
Son
dos mundos muy-muy diferentes. Tengo la suerte de haber podido
experimentar los dos, y en América el ballet es como una empresa que
tiene que funcionar, que tiene que tener un nivel. Se trabaja mucho, con
mucho estrés, con mucha competitividad, con mucha presión para obtener
ese nivel y para mantenerlo. Además, las compañías son privadas, están
mantenidas por patrocinadores que hacen donaciones de dinero, y
necesitan tener a esa gente contenta, aportar cosas nuevas. Es como una
carrera todos los días, como una maratón que no termina. En Europa se
favorece más el lado artístico, se trabaja de otra forma, en los teatros
hay otras tradiciones, no se hacen temporadas cortas como en América,
que hay que meter el máximo de cosas en el mínimo de tiempo. Aquí
tenemos un teatro en el que bailamos durante todo el tiempo, tenemos un
repertorio que es mucho más extenso porque son compañías que tienen más
años. Hay otra sensibilidad, una búsqueda más allá del nivel técnico y
de la energía, también del alma, del lado artístico, pasional, emocional
de la danza. Eso se nota mucho, en la forma de trabajar, en la
mentalidad de la compañía, en el ambiente en la compañía. Yo encuentro
que hay mejor ambiente en una compañía europea que en una americana,
sobre todo porque no te obligan a competir, no te ponen tanto estrés y
tanta presión.
¿Y en un país en el que has bailado mucho, en Japón?
Japón
es un mundo aparte. Es algo maravilloso para un bailarín tener la
suerte de bailar en Japón, porque vives cosas que no vivirás en ningún
otro sitio. Allí son unos fanáticos totales de la danza. Además, tienen
muchísima sensibilidad, se emocionan, están dispuestos a esperar horas a
la salida de un teatro. Generalmente pasas entre media hora y una hora
firmando autógrafos, sacándote fotos, te dan regalos, te dan las fotos
que te sacaron el día anterior, porque van a verte a todos los
espectáculos. La última vez que fui, me daban fotos de 1996, cuando fui
por primera vez a hacer galas allí. Son fanáticos con pasión. Es un
público que te sigue, que te quiere, por darte la mano o sacarse una
foto contigo lo daría todo y eso es algo que como bailarines no
experimentamos normalmente (ja,ja).
¿Te hace ilusión escuchar hablar en euskera cuando estás fuera?
Sí,
mucha. Además, el euskera es una lengua maravillosa. Es algo único que
ni sabemos de donde proviene. No quiero perder la costumbre de hablarlo y
es muy difícil cuando no tienes a nadie con quien hablar en euskera.
Muchas veces cuando estoy con mi madre al teléfono me sale más rápido en
castellano. Por eso disfruto siempre cuando voy a Zumaia y, sobre todo,
cuando estoy con mis primos y con mis sobrinos, porque con los niños no
sé hablar en otra cosa que no sea euskera. Me hacen poner el chip en
marcha.
¿Qué haces en tu tiempo libre?
Solemos
ver películas, nos encanta ir al cine. Somos aficionados totales, vemos
todo lo que hay. También en casa, no veo nunca la tele, pero sí
películas. Me gusta mucho leer. Son cosas que puedes hacer mientras
descansas, porque no tenemos derecho a hacer cosas como patinar sobre
hielo. Solemos ir a ver cómo otros patinan. Tenemos solamente el domingo
libre y aprovechamos para pasear, ir al cine, leer, darte un buen
baño... Para descansar.
¿Cómo te alimentas?
Nunca
he tenido problemas de peso, en ese sentido, no tengo que estar a
régimen como otras bailarinas. Tengo una alimentación que no es
complicada. Me he quedado con la cocina vasca: buen producto, pero sin
mucha elaboración de salsas. Por las mañanas tomo un zumo y cereales con
yogur y, según los horarios que tengamos, muchas veces no podemos comer
a mediodía. Hoy mismo, mi comida va a ser un chocolate caliente que me
voy a tomar entre dos ensayos. Cuando terminamos temprano hacemos una
buena cena, igual a las cinco de la tarde. Pero generalmente como mucha
pasta, arroces, verdura, pollo, pescado... No como mucho carne roja.
Nada especial, bastante normalito.
Siempre te ha gustado interpretar, ¿te ves como actriz?
Me
encantaría. Yo por supuesto que me veo, yo me veo ganando el Oscar, ja
ja. No sé si tengo el talento. Podría hacer una película muda, eso sí.
El problema es que cuando eres actriz tienes que saber actuar con tu voz
y eso no tengo ni idea de si sería capaz, porque para mentir soy muy
mala, se me nota enseguida, aunque sea por teléfono. Pero físicamente sí
podría. Nosotros somos actores de teatro, igual para mi sería más fácil
actuar en un escenario donde tienes que transportar un poco más que en
cine, donde estás tan cerca de la cámara que hacer menos es más. La
verdad es que me encantaría. Si pudiera tener algún día la oportunidad
de hacer algo como actriz estaría encantada. Pero como no estoy nada
ocupada...(ja ja).
Una pregunta obligada, ¿hasta cuándo?
¡Hasta
cuando pueda! Ja, ja. La verdad es que nunca me he puesto una fecha
límite. Lo que sí sé es que no voy a seguir pasada esa fecha de
expiración. Es esa fecha cuando ya no puedo hacer mi trabajo bien hecho,
en el nivel que yo considero que es el mínimo necesario. Aunque haya
llegado a tener un nivel de bailarina principal, trabajo todos los días
como si fuera un cuerpo de baile, porque para mi es la única forma de
mantener ese nivel. Por supuesto, con la edad llega un momento en que
por mucho que quieras, no puedes, y yo no quiero pasar esa fecha. No
quiero, por tener un nombre, seguir yendo a escena y dando menos de lo
que el público se merece y de lo que el ballet que estoy bailando se
merece. Por el momento estoy fuerte, estoy con ganas, y pienso que
todavía tengo algunos años.
¿Y después?
La
verdad es que no tengo mucha idea. Sé lo que no haría. Sé que no voy a
coreografiar y sé que no daré clases. No sé todavía si me gustaría
trabajar como maestra de baile para ofrecer a otros bailarines mi
experiencia y ayudarles con lo que yo he experimentado en mi carrera, o
me gustaría más el lado de dirigir. Siempre me ha gustado ocuparme de la
organización, nunca he tenido un agente, siempre he organizado todos
los viajes que hago. Todas las galas, las invitaciones... Lo hago todo
yo. Por eso muchas veces cuando me voy a casa después del trabajo me
paso un mínimo de dos horas al día sentada al ordenador, entre emails,
contratos, viajes, mandar luces... Es parte de mi trabajo, por eso no lo
veo como un hobby. Siempre me ha encantado sentarme en el despacho
delante del ordenador y ocuparme de cosas, ser mi manager. Por eso
pienso que una vez que yo no pueda bailar, me gustaría más ocuparme del
lado de organización detrás de los espectáculos, que es también muy
importante.
¿Y crear una compañía de danza potente en Euskadi?
Sería
un sueño para mí. La verdad es que me encantaría. Después de todos los
años que llevo por todos los sitios, he visto que en Euskadi hay una
pasión por la danza, se sigue la danza con cierta intensidad que no se
sigue en muchos sitios. Comparando con el resto de España, se le da una
importancia a la danza. Los bailarines vascos salimos en periódicos,
salimos en artículos, se nos sigue, se nos quiere, están interesados en
lo que hacemos. Eso no se ve en el resto de España. Yo pienso que si
algún día se hiciera algo, se podría hacer en el País vasco, porque
tenemos otra forma de ser, tenemos un orgullo por lo que somos y por lo
que hacemos, y estamos orgullosos de nuestra gente que consigue llegar a
hacer algo, y apoyamos eso. Sería un sueño, el día que deje de bailar,
volver a casa y crear una compañía de nivel de verdad, y trabajar para
hacer algo que perdure, y ser una de las primeras que ponga esa piedra.
¿Hay algún bailarín o bailarina vasco que esté empezando a despuntar?
Hay
muchísimos en Alemania, pero los bailarines vascos está repartidos por
todo el mundo. Aquí en Munich hay un bailarín de Bilbao, en Stuttgart
hay varios bailarines vascos, hay dos chicas, una es de Bilbao y la otra
de San Sebastián. Hay otra chica que está en el Royal Ballet.
Siempre se nos ha considerado muy trabajadores, con mucha disciplina y
bailarines en los que uno puede confiar, y eso es muy importante en la
danza, hace falta gente en la que confiar.
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