La balairina zumaiarra Lucía Lacarra vuelve al teatro Arriaga de bilbao, pero lo hace con una obra muy especial: Lost Letters, con la que estrena también su propia compañía, un proyecto con el que venía soñando desde hace muchos años. Después del éxito con su anterior espectáculo In the still of the night, cuyo estreno en el Estado tuvo lugar en el Teatro Arriaga y gracias al que Lacarra obtuvo el premio Max como mejor intérprete femenina de danza en 2022, la bailarina emprende una nueva aventura profesional al presentar el primer espectáculo de su propia compañía, el Lucía Lacarra Ballet, con coreografía del primer bailarín canadiense Matthew Golding, su pareja profesional y de vida.
La fundación de Lucía Lacarra Ballet, según ha explicado recientemente la guipuzcoana, responde a la necesidad de buscar nuevos retos y maneras de disfrutar de esta disciplina, tanto en el escenario como fuera de él. Después de tres décadas trabajando en el extranjero en las más prestigiosas compañías de danza, Lacarra volvió a su Zumaia natal en 2019, momento en el que fue plenamente consciente de que, tras 30 años, nada había cambiado en el sector, tanto a nivel local como estatal.
“Es muy triste, es lamentable”. “En unas jornadas sobre mujeres en el mundo de la danza organizadas por María Pagés coincidimos diez Premios Nacionales de la Danza; sólo dos podíamos pagar la cuota de autónomos”, explicó en una entrevista.
Ayudar a otros bailarines
Lacarra, no obstante, asesguró que había sido “muy feliz” en el mundo de la danza. Es por ello, que con esta “pequeña compañía ”desea “ayudar a otros bailarines a sentir lo mismo”, haciéndoles saber que se puede trabajar “en un ambiente positivo”, que “se puede disfrutar del trabajo y que uno puede sentir parte de un espectáculo”; todo ello, aportando su “granito de arena” al amplio abanico que supone la cultura vasca.
El Teatro Arriaga acogerá los días 20, 21 y 22 Lost letters, el primer fruto del trabajo de la compañía de la intérprete zumaiarra, formada por diez bailarines, y cuyo proceso de selección tuvo lugar en una audición celebrada en los Teatros de Canal de Madrid, el pasado mes de junio. Se trata de una compañía de corte neoclásico-contemporáneo y está encabezada por los primeros bailarines Lucía Lacarra y Matthew Golding. Uno de los objetivos del Lucía Lacarra Ballet es servir de plataforma para el inicio profesional de los jóvenes miembros de su Cuerpo de Baile.
Lost letters, es decir, cartas perdidas, es el tercer trabajo en el que colaboran Lacarra y Golding, desde el punto de vista de la creación pura. Una primera parte de este tríptico espiritual fue Fordlandia, espectáculo que contó con cuatro coreógrafos, entre ellos, el canadiense. A este le siguió In the still of the night, que fue completamente coreografiado por Golding.
Una exposición del Smithsonian de Washington (EEUU), sobre cartas que nunca llegaron a su destino, y el libro Love letters, recopilación de epístolas de amor en tiempos de guerra, fueron los elementos que propiciaron este espectáculo. Entre todos esos escritos encontraron uno que les “enterneció”, la súplica de un soldado a su amada en la que le pedía que no se suicidase, que siguiese viviendo y que encontrase de nuevo el amor, en el caso de que él muriese en el campo de batalla. “¿Qué hubiese ocurrido si esa carta no hubiese llegado a su destino?”, se preguntaron Lacarra y Golding, dando pie a la idea seminal de esta coreografía.
Richter y Rachmaninov son los autores de la música de Lost Letters, mientras que simultáneamente se proyecta la película rodada en el flych, la ermita de San Telmo y el convento de Zumaia. El guion parte de la idea original de Matthew Golding y contó en la dirección con el cineasta zumaiarra Ekain Albite. El rodaje en Zumaia tuvo lugar en noviembre del año pasado.