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Los zumarragarras celebraron el día de Santa Isabel por todo lo alto

Los dantzaris protagonizaron el acto más solemne

Los vecinos pasaron el día en las campas de La Antigua y después bajaron al casco urbano en kalejira
Egilea
Asier Zaldua
Komunikabidea
Noticias de Gipuzkoa
Tokia
Zumarraga
Mota
Albistea
Data
2013/07/03
Lotura
Noticias de Gipuzkoa

Los zumarragarras celebraron ayer el día grande de fiestas, el día de Santa Isabel. La ezpata-dantza que bailaron los dantzaris del grupo Irrintzi ante la virgen de La Antigua fue como todos los años el acto principal, pero el gran protagonista fue como siempre el impresionante ambiente festivo.

Al zumarragarra se le acusa desde el otro lado del río Urola de ser un poco soso, de no implicarse tanto en las iniciativas populares. Pero según se acerca el día de Santa Isabel, se transforma. Como los donostiarras cuando llega el día de San Sebastián.

De hecho, la rivalidad entre Urretxu y Zumarraga guarda cierto parecido con la que tienen Bilbao y Donostia. Unos con la A-15 de por medio y los otros con el Urola separando los dos cascos urbanos.

Los urretxurras más orgullosos y echaus p'alante, haciendo gala de su urretxuanismo allá por donde van. Presumiendo de ser vecinos del gran bardo Joxe Mari Iparragirre, autor del Gernikako Arbola. Y los pobres zumarragarras, temerosos de presumir de su hijo más ilustre porque fue un colonizador: Miguel López de Legazpi.

Y qué decir de las fiestas... Los urretxuarras con su Euskal Jaia, que atrae a gente de toda Euskal Herria, con sus cuatro días de jolgorio, tomando el pelo a los zumarragarras porque solo se desmelenan el día de Santa Isabel. Sí, sí.., ¡pero cómo se desmelenan!

Ya de víspera se palpaba que se acercaba algo grande. Olía a Santa Isabel. El ambiente en la plaza de toros portátil, en los bares, en la salve.., era especial. Hasta a aquellos que no tienen muchos motivos para celebrar nada, el ánimo se les viene arriba con la llegada del día grande.

estalla la fiesta Los zumarragarras se despertaron al son del txistu y el tamboril. Tras anudarse el pañuelo de fiestas al cuello, salieron a la calle. Algunos subieron a La Antigua con los txistularis, los dantzaris y las autoridades. Otros, la gran mayoría, utilizaron el autobús. Las colas llegaron a ser antológicas.

Tras el momento más solemne del día, la ezpata-dantza, estalló la fiesta: poteo matutino, bertsolaris, encuentro con viejos amigos, trikitilaris, comida con la cuadrilla, compra de algún que otro complemento estrafalario a los vendedores ambulantes, baile al suelto, poteo vespertino, bajada multitudinaria...

Todo ello en compañía de los urretxuarras, claro. Porque, aunque son como el perro y el gato, unos y otros se necesitan. Entre otras cosas, para disfrutar de dos fiestas patronales, dos romerías...

Los txistularis y los ezpata-dantzaris se dirigen a La Antigua.

Los txistularis y los ezpata-dantzaris se dirigen a La Antigua. (A. Z.)

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