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Los veteranos de Duguna: "Adelantamos nuestra boda para poder bailar en Venecia"
Anécdotas que podrían hilvanarse durante horas. Con ese brillo de quien ha vivido experiencias imposibles de olvidar, veteranos de Duguna comparten unos años que siguen calificando de “muy especiales”
Se miran y, sin necesidad de añadidos, se lo dicen todo. En una conversación ‘entre amigos’, quienes guardan en sus corazones aquel primer instante en el que se convirtieron en dantzaris van vertebrando la historia. La suya y la de un grupo que persiste. Dentro, en esas cosas que todos custodiamos en algún lugar especial. Porque Duguna, que ya suma 75 años, significa parte de lo que son, de lo que fueron. Ángel Arana Seguín, Pili Casales De Miguel, Pedro Martínez Lacabe, Julia Del Río Arróniz, Gerardo Lecea Yabar y Teresa Paños Baztan encarnan aquellas primeras generaciones de bailarines que hicieron de Pamplona algo más de lo que era.
Anécdotas que surgen más o menos espontáneas, donde los recuerdos afloran despacio porque el sentimiento está asegurado. Desde quien consiguió ‘entrar’ en Duguna a la segunda hasta quien disfrutaba de la música para relajarse. “Lo mismo Sevillanas que dantzas”. Como dice Teresa Paños. 94 años y un baúl repleto de afecto por Duguna. “De algunas cosas no me acuerdo, pero me sigue emocionando verles bailar”, expresa una de las primeras mujeres en formar parte del colectivo. Idas y venidas que hicieron que Teresa conociera al que se convirtió en su marido. Así como una responsabilidad tan arraigada que, con 17 años, Pedro Martínez, ‘Pedri’, eligiera meterse en la cama un 6 de julio poco después de medianoche porque el 7 actuaba en la procesión. “Impensable años después”, bromea ahora, con sus 66, el vecino de Zizur.
Incluso la decisión de Pili Casales y Miguel, dantzaris ambos, que optaron por adelantar su boda para poder viajar con el grupo a Venecia. “Recuerdo que de luna de miel llamábamos para ver qué tal iban los preparativos”, rememora con esa ilusión intacta de quien lo vive por primera vez. Salidas a Italia, Francia, Inglaterra, Nueva York... que hacían que la dantza, en nombre de Duguna, extendiera su magia. “Teníamos entre 17 y 25 años, éramos jóvenes que, en los tiempos de Franco que vivíamos en España, no habíamos vivido ni la mitad de cosas que fuera de las fronteras eran mucho más que normales. Pisar París por primera vez fue un cambio de todo”, cuentan.Como cuando fueron detenidos en la frontera de Reino Unido por llevar cajas de cognac y pacharán en el maletero. “Tuvimos que abrirlas y pegarles un trago para demostrar que no eran para vender”, recuerda Pedri. O Julia, que, entre decenas de momentos, ríe al pensar en aquel señor inglés montado en su descapotable que les ayudó a salir de Londres. “Estábamos completamente perdidos. Íbamos en autobús, teníamos el distintivo de Pamplona y un mapa completamente desactualizado. No podíamos salir de la ciudad y el chico, que había estado en San Fermín, nos propuso seguirle. Menos mal...”, suspira.
Lejos pero cerca
Experiencias de vida que conjugan en un único camino: en la unión que todos profesan por quienes son. Dantzaris de Duguna. Un grupo que para nada pensaba cumplir 75 años; ni mucho menos que, como guinda, tuvieran el honor de lanzar el chupinazo 2024. “Yo ya me emocioné con la celebración de los 25 años, cuando se realizó un espectáculo en Anaitasuna y pudimos subir a bailar los dantzaris juntos, todos. Fue muy emotivo”, comparte Gerardo Lecea, pamplonés de 91 años. Y auroro. “La música siempre ha estado presente en mi vida”, cuenta quien tuvo que marcharse a Madrid por motivos laborales.
Germen que también late dentro de Pili Casales. Y es que la que formara parte del grupo de danzas txiki de Oberena siguió su camino hasta que se casó. “Estuve desde los 17 hasta los 28 años, un tiempo realmente bonito”, valora. Porque, independientemente del lapso, lo que vale, y así lo expone, es todo que han forjado. “Yo me tuve que ir a Madrid en el año 58 pero siempre me he sentido muy vinculado”, expresa Gerardo. Nexo que personaliza a la perfección Ángel Arana. Porque, aunque su trayectoria como dantzari fue “muy corta” por una lesión de rodilla, el lazo con Duguna permanece. Tanto que fue dando pasos dentro de la organización para terminar en la Junta y como presidente. “Y van 18 años”, ríe.
Generación tras generación que para nada dista entre ellos. “Somos una gran familia y hay ocasiones en las que nos juntamos todos, jóvenes y veteranos, y es una gozada”, coinciden los seis. Y así, con esos recuerdos de viajar cada domingo de verano a la zona de Iparralde para danzar, los amigos siguen acumulando vivencias. “También los espectáculos que se preparaban junto a los txistus”, agrega Gerardo. “Son de esas cosas que no piensas a largo plazo, te vas dejando llevar y como en mi caso, 24 años como dantzari”, apunta Pedri. “El nudo en el estómago no se te quita nunca”, sostiene Teresa. Recuerdos que persisten en la memoria y, lo que es más importante, muy dentro del corazón.
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