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Los 'tesoros' que visten el Corpus
La hermana miren lore cuida y mima las ropas y complementos que desfilarán mañana en el ritual oñatiarra
Cuando el reloj marque las 8.00 horas, los miembros de la Cofradía del Santísimo Sacramento, que están al frente de la organización del evento, visitarán el convento de las monjas de Santa Ana donde las vestimentas de la procesión se guardan como auténticos tesoros. Capas, albas, pelucas, el estandarte de la Cofradía, máscaras, sandalias, atributos... Toda la indumentaria que lucen los Apóstoles y los personajes del alado San Miguel y el Cristo está perfectamente custodiada.
Al frente de esta silenciosa, pero a su vez importante e imprescindible tarea, se encuentra la protagonista de estas líneas: la hermana Miren Lore, que desde hace casi 50 años mima con mucha dedicación los ropajes que visten el Corpus. "Llegué al convento en 1962 y tres años más tarde, al renovarse la distribución de los trabajos en la comunidad me asignaron esta labor", relata Sor Miren Lore. "Sin ser de Oñati me tocó a mi desempeñar estas funciones. ¿A qué tiene chiste?", bromea esta religiosa elgoibartarra de sonrisa fácil y trato agradable.
Sor Miren Lore conoce al dedillo todas las vestimentas que dan vida al ritual. "Las máscaras de los Apóstoles y el Cristo se guardan cada una de ellas en una pequeña caja (trece en total) bien tapadas, junto con el txano -encima del cual se pone la peluca- y los guantes", detalla. Unas tres semanas antes de la procesión, la monja elgoibartarra se afana en airear bien la indumentaria y el resto de complementos. "Las pelucas -desde que se renovaron se guardan cuidadosamente en cabezas de maniquíes- son peinadas de antemano por una peluquera", explicaba esta semana mientras mostraba el trabajo realizado en estas cabelleras.
Para el vestuario del Arcángel San Miguel se emplean tres cajas muy bien distribuidas, que contienen cinco máscaras (para poder ajustarlas a la fisonomía de la persona que desempeña este papel), el traje, las alas, el casco que se limpia correctamente con productos adecuados y la armadura, toda una joya que pesa nada menos que 25 kilos. Esta antigua coraza -de la que en su día se repararon las juntas- tiene que cargarla una persona con determinadas condiciones físicas que le permitan, entre otras cosas, aguantar su peso. Este año, una vez más, Fernando Díaz se colgará estoicamente el armazón que da el porte de guerra al patrón de Oñati.
Sor Miren Lore se encarga, por tanto, de poner a punto toda la vestimenta del Corpus. La orea unas semanas antes de la festividad y después del periplo procesional por las calles, invierte un buen puñado de horas para dejarla en perfecto estado. "Las capas se revisan y se airean porque no se pueden lavar. Lo que sí se lava y se plancha son las albas, los txanos que se utilizan con las pelucas y guantes. Después todo se guarda en sus respectivas cajas y hasta el año que viene", indica sonriente Sor Miren Lore, que afronta con mucha paciencia este quehacer: "Me da su trabajo, pero lo hago con mucho gusto porque es para el pueblo", asegura. Le acompaña en estas tareas la monja oñatiarra Idoia Moyua, que "me cogerá el testigo".
la procesión
'Las Korpus dantzak'
Mañana bien temprano las catorce cajas que protegen los ropajes y demás elementos del Corpus serán trasladados desde el convento enclavado en el barrio de Garagaltza hasta el auditorio Santa Ana, donde los diversos personajes de la procesión se enfundarán sus atuendos. "Este año utilizaremos 24 capas para los cofrades; estas son de distintas tallas y algunas pesan entre tres y cuatro kilos", comenta Josu Amundarain que desde hace casi dos décadas es integrante de la Cofradía, de la que forman parte 54 vecinos, además de la citada comunidad religiosa.
Se ha hecho un gran trabajo para conservar esta festividad que se remonta cinco siglos en la historia oñatiarra. "Anteriormente Sor Miren Lore y el fallecido Gregorio Lizarra, que era cofrade mayor, eran los que tenían conocimiento del material del Corpus. Lo tenían todo en la cabeza. Alrededor de 1975 cuando entramos gente nueva en la Cofradía, en cada una de las mencionadas cajas se enumeró su contenido. El objetivo es que cualquier persona pueda saber de qué disponemos para organizar el evento", precisa Jesús Irizar, miembro de la Cofradía desde 1975 y todo un experto en las coloristas coreografías del Corpus. De hecho las conoce mejor que la palma de su mano: "Empecé a bailarlas en 1967 siguiendo la estela familiar", recuerda.
El estandarte de la Cofradía del Santísimo Sacramento, las máscaras y las pelucas son algunos de los elementos que en los últimos años se han renovado. En la década de los 90 del siglo pasado también se restauraron las imágenes de los santos (15), "por un valor de unos 60.000 euros", señala Irizar. Quedan pendientes de sustituir los guantes, algunos atributos y el estandarte (su tela) de San Francisco que este año cumplirá su siglo de vida desfilando.
"Conservamos, incluso, el material viejo. Hay albas que si las coges con la mano pueden romperse por su gran uso. Están lavadas y bien guardadas; son un patrimonio importante por su valor sentimental", aseguran Irizar y Amundarain que viven "intensamente" el Corpus.
Dantzaris, cofrades, el Arcángel San Miguel, los Apóstoles, las imágenes de los santos, los niños que han hecho la comunión... De un modo u otro, unas 300 personas contribuyen a dar contenido a una fiesta que aúna religión y folclore. En este último apartado, los dantzaris juegan un papel destacado con la puesta en escena de un repertorio, el de las Korpus dantzak, que incluye piezas de más de 400 años de antigüedad.
Así que las calles alfombradas con juncos esperarán mañana, tras la misa (11.00 horas), el arranque de la procesión, que no sin dificultades ha perdurado hasta nuestros días. La singularidad del Corpus oñatiarra descansa sobre todo en sus personajes de los santos vivientes y los dan-tzaris que sorprenden a no pocos espectadores. Hoy, en vísperas de la celebración miran al cielo para que el tiempo acompañe. "Si llueve hay un plan B; todo el ritual se haría en la parroquia. Pero esperemos que no llueva", sentencia Irizar.

Josu Amundarain con el casco de San Miguel, Sor Miren Lore mostrando una capa de los cofrades, y Jesús Irizar. (Anabel Domínguez)
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