'Los Seises' bailaron en honor a la Virgen en una Catedral abarrotada

El canónigo Luis Oroz insistió en el carácter altamente religioso del acto

La danza, de carácter sobrio y ritmo pausado, tuvo lugar en el Altar Mayor de la seo dedicada a Santa María la Real nada más terminar la misa de doce. Los niños, provenientes del colegio Santo Tomás (Dominicas), de la calle Jarauta, fueron acompañados por la Capilla de Música de la Catredral, dirigida por Julián Ayesa, y aparecieron vestidos con el tradicional traje de golilla. La indumentaria blanca de los infantes iba acompañada de una banda cruzada azul, por tratarse de una calebración mariana. Tras la actuación de los infantes, la ceremonia finalizó con la entonación de la Salve Regina Popular ante el altar de Santa María la Real.



Esta danza, que data del siglo XVI, se perdió en el siglo XVIII pero fue retomada en el XIX. Tras volver a desaparecer fue recuperada el año pasado por la Asociación de Amigos de la Catedral de Pamplona, que se creó con ánimo de recuperar y promover la vida cultural y litúrgica del templo. El presidente de la asociación, Jesús Pomares, explicó que, tradicionalmente, eran seis los niños que integraban el grupo, pero ahora, al tratarse de un baile tan geométrico, se ha decidido incluir dos más para facilitar la composición de las figuras.



Antes de la actuación, el canónigo Luis Oroz recordó a los presentes el carácter altamente religioso del acto y pidió que se evitasen los aplausos: "Este es un baile de alegría y gratitud a la Virgen Inmaculada. Rogamos al público que mantenga el clima religioso".



El maestro de danzas, Peio Otano, ha sido quien se ha encargado, durante tres semanas, de enseñar la coreografía a los niños Pablo Cañete, José Senosiain, David Armendáriz, Juan Senosiain, Javier Arraiza, Claudio Vives, Alfonso Díez y Álex Rodriguez, de edades comprendidas entre nueve y doce años. Algunos de ellos repetían la experiencia este año y confesaron que no estaban nada nerviosos.



El título de la música del baile, Sevillanas, debe su nombre a la ciudad en que fue compuesta por Hilarión Eslava cuando éste era maestro de capilla. El músico navarro fue, además, uno de los seises de la catedral cuando era pequeño.