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Los roncaleses vuelven a 'ttunttunear'
Las localidades del valle han recuperado elbaile del 'ttun-ttun' , una tradición olvidada a comienzos del siglo XX
Ttun-ttun es el nombre con el que los roncaleses denominaban antaño al tambor. Con ese mismo nombre se ha conocido siempre al baile típico y tradicional del valle de Roncal, un baile que podría encuadrarse perfectamente dentro de la amplia familia de los ingurutxos .
La verdad es que se desconocen los orígenes de esta danza, aunque sí se sabe que se bailó en los siete pueblos del valle, y que fue Uztárroz el último sitió donde se perdió, allá por los años veinte del siglo pasado.
También se sabe que, hasta dicho siglo, sólo sobrevivió en las localidades de Vidángoz, Isaba y Uztárroz, pero, poco a poco, estos pueblos también fueron olvidando el tradicional baile. En el caso de Isaba y Uztárroz, afortunadamente, se llegó a tiempo de hacer un amplio trabajo de investigación, así como recomponer las partituras y la coreografía.
En los valles del Pirineo era muy frecuente que los bailes, como otras muchas actividades, sirviesen para marcar las diferencias entre los agotes (pueblo tachado de maldito por sus diferencias con el resto de la gente y la ignorancia de sus vecinos) o entre las mujeres que habían caído en la fragilidad humana, y el resto de esta población; sin embargo, el ttun-ttun era considerado como un baile plenamente popular en el que podían participar absolutamente todos. De ahí la importancia social de esta danza.
Con el inicio del siglo XX llegó también al Valle de Roncal la carretera y, con ella, la pérdida de numerosos elementos patrimoniales, como fue el ya agónico euskera, las almadías o la indumentaria. Con la carretera, las fiestas de los pueblos recibieron la visita de las orquestinas. Su música, muy variada y pegadiza, sirvió para arrinconar poco a poco al baile del ttun-ttun, hasta su extinción total.
La flauta y el tambor marcaban, normalmente, el ritmo de la danza, aunque hay que aclarar que la flauta típica de Roncal de hace cien años era, más o menos, parecida al txistu actual. Ocasionalmente participaba alguna gaita, incluso en ocasiones el salterio.
La danza del ttun-tunn se caracterizaba por tener cinco partes distintas que formaban su coregografía. Asimismo, en los dos últimos tramos del baile, el uso del pañuelo se convertía en el elemento fundamental. Hasta ese momento, los hombres utilizaban la prenda como toca, al estilo del cachirulo aragonés.
Renacimiento
Así como fue Uztárroz la última localidad en la que dejó de bailarse, Isaba fue la primera en recuperarlo. A principios de la década de los cincuenta del siglo XX, los hermanos Entornes Lasa, de Isaba, impulsaron su recuperación.
A partir de ese momento, el ttun-ttun ha conocido continuos altibajos, aunque hay que reconocer que ha habido siempre una continuidad generacional que ha permitido que no desaparezca.
En esos mismos años, el baile tomó protagonismo en las peregrinaciones que los habitantes del valle hacían al Castillo de Javier. En los años setenta, hubo, de nuevo, varios intentos de recuperarlo, que permitieron que se llegase a bailar durante las pocas ediciones del Día del Valle .
En 1979 Marisol Otermin hizo un profundo trabajo de investigación sobre esta danza, que fue publicado en la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra (Número 33, septiembre-diciembre 1979).
En 1982 y 1983 las izabarras Susana Garde, Amaya Zalguizuri y Elena Zalguizuri se preocuparon de recuperarlo y de enseñarlo a los jóvenes de la localidad. Después de un amplio paréntesis de desuso y olvido, el 4 de julio de 1998 pudo verse durante los actos de inauguración del frontón Erminea.
En el año 2003, durante el transcurso del Uskararen Eguna, la localidad de Garde presentó los frutos de largos meses de trabajo.
Al año siguiente, fue Uztárroz el que se decidió a participar en este proceso de recuperación. Lo bailaron durante el Uskararen Eguna y en las fiestas patronales.
Así que, tras varios intentos fallidos y años de trabajo de personas anónimas, el deseo de recuperar las tradiciones perdidas ha permitido que el baile del ttun-ttun vuelva a ser una realidad en las calles de los pueblos del valle.
Los trece de Isaba mantienen la costumbre
En noviembre de 2004, en Isaba se inician los ensayos para aprender de nuevo esta danza, una iniciativa impulsada por Susana Garde. Los txistularis de la localidad y los dantzaris, coordinados por Julio Beretens, ponen en marcha el proyecto con varias horas de trabajo para cumplir el objetivo de recuperar esta antigua tradición. Es así como el pasado 25 de julio, festividad de Santiago, un grupo de 13 parejas, ataviados con los trajes típicos, volvieron a danzar al ritmo de tambores y txistus el ttun-ttun . Esta actuación, que tuvo lugar en la plaza de la localidad, fue seguida entre vecinos y foráneos con una gran expectación, así como por los medios de comunicación locales. Aquellas 13 parejas que mostraron los bailes estaban formadas por Ana Rosa Ezker y Luis Mariano Mayo, Pili Anaut y Julio Beretens, Mª Ángeles Ezker y Fernando Pilart, Ana Cecilia Ezker y Mikel Lahidalga, Ana Ezker y Pablo Roa, Laura Alcat y Alejandro Sabuqui, Margari Esarte y Ramón Anaut, Mª Cruz Ester y José Mª Mainz, Conchi Garrués y Tomás Mendía, Marisa Albeniz y Carlos Anaut, Tere Marcilla y Juan Carlos Arilla, Loli Baraze y Alberto Montilla, y Flora Romero y Txutxi Nieto. >f.h.
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