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«Los ritos de carnaval se han realizado desde la Antigüedad para conjurar las plagas»
Juan Antonio Urbeltz vuelve a analizar el significado del carnaval en un nuevo libro, 'Morir en la hoguera el Martes de Carnaval. Representaciones dramáticas en Lantz y Lastovo'. Ha elaborado la obra a lo largo de diez años, e incide nuevamente en la idea de que «los ritos de carnaval se han realizado desde la Antigüedad para hacer frente a las plagas, a los insectos, para contenerlos, no para expulsarlos, sino para impedir que entren. Al mal no se le expulsa, sino que no se le deja entrar».
El libro comienza hablando del «mundo insectil» que rodea los carnavales, para luego en la parte final comparar los carnavales de la localidad navarra de Lantz y los de la isla croata de Lastovo. «Tanto en un caso como en otro, lo que subyacen son las plagas de langosta, en el caso de Lanz una plaga natural, en el de Lastovo con la langosta expresada en forma de invasión militar», comenta el estudioso.
Lastovo es una pequeña isla situada al norte de la ciudad croata de Duvrovnik. Urbeltz llegó allí en 2006, tras leer unos trabajos de Violet Alford. Según la tradición, el carnaval de Lastovo se celebra en recuerdo de un hecho bélico sucedido a fines del siglo XV. Se dice que en el año 1483 una escuadra de «moros catalanes» que atacaba la vecina isla de Korcula, y en la confianza de una rápida victoria, envió un emisario a la pequeña isla, exigiendo a sus moradores que se rindiesen incondicionalmente. Los 'lastovci' retuvieron al enviado, esperando el desarrollo de los acontecimientos. Los ancianos, mujeres y niños fueron a la iglesia, rezaron y pidieron una intervención divina. El cielo atendió las plegarias: una fuerte tormenta desbarató la flota amenazadora. Finalmente, el emisario fue paseado por el pueblo y ajusticiado.
Mientras en el carnaval de Lastovo el personaje principal es Poklad, un hombrecillo de menos de metro y medio que recuerda al emisario de los invasores del siglo XV, en el de Lantz el protagonismo se lo lleva Miel-Otxin, un gigante de casi tres metros. En Lantz, el protagonista quiere escapar, en Lastovo desea entrar. Al final, en ambos casos son quemados.
Para Urbeltz, «Lantz y Lastovo son dos caras de la misma moneda: la plaga de langosta, recadera del hambre. El carnaval no es algo para festejar la llegada de la primavera, sino para conjurar amenazas y maldades antes de que se pudieran presentar». Y el folclorista tampoco comulga con la idea de que el carnaval es algo opuesto a la cuaresma, una manera de romper con las normas, con el ayuno. «Yo pienso que el carnaval es lo opuesto a San Juan. Por sanjuanes, el mundo insectil está en su plenitud, y precisamente se hacen las hogueras para espantarlos».
La voraz langosta
En el libro Urbeltz describe así el carnaval de Lantz: «En el centro de la zozobra ante lo incierto se encuentra Zaldiko, 'el caballito'. Un símbolo de la voraz langosta como imagen calamitosa de la plaga. Como es bien sabido (y aquí se ha dicho repetidamente), la langosta es insecto glotón, devastador de campos y cosechas. (...) La imagen del hambre la personifica Miel-Otxin (el 'bandido' Mile-Otxin), paseado por las calles que encierran la villa, en medio de la 'locura' ideada en la bulliciosa y gritona turba de los 'txatxos'».
Según Urbeltz, «el carnaval, un hecho cultural universal desde los Urales a Vasconia, no puede tener explicaciones particulares. Y esto, que parece tan lógico, no lo había visto nadie. Tenemos un fondo común entre territorios muy distantes, sin que haya habido relación histíorica. Eso significa que es un fondo muy antiguo».
También ha estudiado la simbología de la ezpata-dantza. «La palabra euskérica 'ezpata' tiene un doble sentido: espada e insecto que también recibe el nombre de 'mandauli'. Y el dantzari al fin y al cabo es un tábano bailarín. Cuando se baila la ezpata-dantza de la Merindad de Durango, la espada del dantzari es el aguijón del insecto, y la bandera un enorme espantainsectos».
Urbeltz no comparte la relación que establece James George Frazer en su obra 'La rama dorada' entre los carnavales y los ritos de fertilidad. «Además, la fertilidad en la naturaleza no existe como ley. Si fuera una ley de la naturaleza y la pudiéramos controlar, haríamos del planeta un edén. Siempre pongo el mismo ejemplo: está la uva ya sazonada en el pueblo de mi madre, en San Martín de Unx, llega una nube negra de la zona de Tafalla, cae piedra y adiós cosecha».
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