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Los jóvenes dantzaris de Duguna: "No es tan fácil como parece"

Jóvenes que estudian, trabajan y le ‘rascan’ horas al día para bailar. Una decisión que eleva cada coreografía a una elección por encima de lo común: jugar a fútbol, baloncesto o balonmano
Egilea
Noelia Gorbea
Komunikabidea
Diario de Navarra
Tokia
Iruñea
Mota
Albistea
Data
2024/07/03
Lotura
Diario de Navarra
Bittori Elizalde, Inhar Torres y Ane Zubieta son la generación joven de Duguna
Bittori Elizalde, Inhar Torres y Ane Zubieta son la generación joven de Duguna
 
Cualidades. Como en cada uno de los retos que nos planteamos a diario. Está claro que, si se poseen ciertas condiciones innatas, el desafío será más asequible. Puede que para ser bailarín sea necesario ser ágil, estar en forma, tener sentido del ritmo, ser entregado, decidido... Pero, lo que quizá no se escuche tanto, es que elegir la dantza por encima de otras aficiones quizá más multitudinarias, como fútbol, baloncesto o balonmano, lleva aparejado un plus de confianza.
Y así lo sienten quienes llevan dentro de sí mismos ese ritmo imparable de aprender algo nuevo cada día. “No nos damos cuenta, pero la dantza es mucho más de lo que nos imaginamos a simple vista. Está en todas las fiestas, en cantidad de actividades, eventos... La dantza, desde este punto de vista, es un estilo de vida”. Las palabras las acuña, con una reflexión que alienta, Bittori Elizalde Soto. Esta vecina de Zubieta de 21 años y de familia euskalduna, sabe bien de lo que habla.
“Con cuatro años, en el colegio Patxi Larraintzar, en la Rochapea, mis padres me apuntaron como una de mis múltiples extraescolares a dantza”, alude echando la vista atrás. Y con esa afición de quien empieza algo nuevo, Bittori reconoce que le encantaba pero que también mantenía otras disciplinas, como patinaje o baloncesto. “Estuve varios años apuntada a cosas diferentes pero mi elección era clara”.
Y para nada le importó que la tendencia general de sus compañeros de aula fuese encaminada por otro itinerario. “Cuando me preguntan qué deporte hago, siempre digo que euskaldantza, y me responden: ‘ah, bailar’. Y para nada es lo mismo”, declara Bittori. “Yo entreno tres días por semana con un nivel de exigencia elevado y tengo por seguro que sudo tanto o más que quienes entrenan en un equipo de fútbol”. Por ello, esta joven de 21 años aboga por darle una oportunidad a la modalidad. “Es mucho más inclusivo que otros deportes, porque aquí todos somos dantzaris, iguales. Y yo oigo a amigos estar preocupados porque no les cogen para pasar a fútbol 11, que se quedan en el equipo ‘malo’, etc”, continúa quien mantiene desde txiki dos aficiones: la dantza y los bertsos.
Inhar Torres fue dantzari txiki en Duguna. Entró en el grupo con 9 años
Inhar Torres fue dantzari txiki en Duguna. Entró en el grupo con 9 añoscedida
Pioneros en sentir
Y quizá fue así, por esa sensación de querer hacer lo que le gusta, la fuerza que impulsó a Bittori a mantener la constancia. Paso a paso hasta que, a los siete años, entró junto a una amiga en el grupo de dantzas de Duguna, al que ahora considera ‘familia’. “Es un ambiente distendido, que te permite hacer amigos, mantenerlos, al tiempo que se disfruta”, expresa. Especialmente cuando eres txiki y ves a los mayores bailar en la procesión de San Fermín. “Es como que te sientes bien y aspiras a a eso; a estar ahí con ellos”.
Fue en 2019, justo antes de la pandemia, cuando Bittori dio el salto a este grupo de adultos. “Es una experiencia que merece la pena”, cuenta quien está dispuesta a seguir con su pasión. “Tengo un recuerdo muy bonito del momento de entrar en Duguna, porque fuimos de los primeros txikis en ensayar juntos chicos y chicas y eso se notaba. Éramos iguales para todo, sin distinción”, recalca quien también tuvo tiempo de aprender a tocar la trikitixa. “Si le das una oportunidad a la dantza, te va a devolver más de lo que crees”. Una consideración que está claro comparten los más jóvenes del colectivo.
De profes a alumnos
De ahí que Inhar Torres Ayerra, otro de los dantzaris que saben qué significa escoger bailar por delante de cualquier otra modalidad, asiente. “Hice bastantes extraescolares pero ninguna terminaba de llenarme”, expresa este pamplonés de 17 años. Inmerso en el mundo de la dantza desde la ikastola, estuvo dos años hasta que se adentró, gracias a sus profesores, en al aventura de ser parte de la gran familia de Duguna.
“Hubo un tiempo en el que me planteé dejarlo porque la exigencia era muy superior a los juegos y bailes que estaba acostumbrado, pero mis padres me insistieron en continuar y hoy tengo que darles las gracias porque sé que me hubiera arrepentido”, recalca convencido. Fue así, con esa seguridad de quien desea seguir aprendiendo, cómo desde los nueve años arrancó en el sector txiki. “Nunca me sentí fuera del grupo de amigos de ikastola por hacer dantza y lo valoro”, se sincera Inhar, quien hace hincapié en el “gran recuerdo” que guarda de esos primeros pasos.
Especialmente de la facilidad de sentirse ‘dentro’ desde el primer día. “No solamente ensayamos y bailamos, sino que hacemos excursiones al monte, comidas... somos mucho más que un grupo de dantza”, determina el de 17 años. Y es aquí, en este punto, donde Inhar avisa de que la dantza “no es tan fácil como parece”. Seis horas de ensayos a la semana que bien merecen un reconocimiento. Aplauso que sienten cada vez que salen en la procesión, la octava... “Me siento muy a gusto, y no solo con los de mi edad, sino con todos”.
Intensidad definida
Llama la atención, a pesar de su juventud, que todos recalquen la importancia de la dantza. “En mi caso, la compagino baloncesto; y cada una es exigente a su manera”, entiende Ane Zalbalza Ozkoidi. Fue gracias a su ama, a la que le encanta bailar, por lo que ya desde su etapa en Infantil se introdujo en el mundo de la dantza. “Siempre he sido una chica muy movida y, primero en la ikastola San Fermín y después, con 12 años, en Duguna, la cosa ha sido no parar”, señala con una sonrisa. “En las extraescolares, a veces, la gente va obligada por sus padres, pero ahora el que va es porque lo siente y lo necesita. Me gusta”. Y ese ambiente, tan en positivo, es lo que le empuja a Ane aprender más fácil y más rápido. “Es encontrar tu estilo. Me compensa porque es muy gratificante”, valora. “Creo que la gente debería darle una oportunidad a la dantza. Esconde más de lo que parece”.
Secretos que se viven por dentro, con esa magia de disfrutar por hacer lo que el corazón necesita, quiere y desea. Duguna.

 

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