El centenario del nacimiento de los Ballets Rusos
(1909-1929) ha constituido el motor de las programaciones de danza en
todo el mundo durante la presente temporada. Sumando este hecho a la
música rusa, eje motriz de la 71 edición de Quincena Musical, la
presencia de los Ballets de Monte-Carlo era predecible. Considerada la
heredera natural de la compañía de Sergéi Diaghilev, la actual
formación monegasca fue reestablecida en 1985, tras el período
intermitente de altibajos de los Ballets Rusos del Coronel Basil
(1932-1963), creados por ex componentes de los míticos Ballets Rusos. Y
al frente de este legado y responsabilidad, Jean-Christophe Maillot
(Tours, 1960), coreógrafo y director de la compañía monegasca, que
actúa hoy y mañana, a las 20.00 horas, en el Auditorio del Kursaal. «Se
puede explicar mi relación con los Ballets Rusos como la de un padre
con un hijo: los amo y los respeto, pero, a veces, quiero hacer cosas
para disgustarlos o para destruirlos y lograr escapar de la gran sombra
que proyectan», asegura Maillot.
Para homenajear a los Ballets Rusos, el coreógrafo
francés ha seleccionado dos piezas emblemáticas de su repertorio: 'La
consagración de la primavera' (1913) y 'Shéhérazade' (2009), basada en
el original de Michel Fokine (1910). El estreno de la primera de ellas,
en el Teatro de los Campos Elíseos de París, fue un escándalo,
terminando en una acalorada batalla campal. Coreógrafo y bailarín de su
obra, Vaslav Nijinsky se vio obligado a contar los compases para
bailar. Por su parte, el director Pierre Monteux tenía la orden de
continuar dirigiendo contra viento y marea. La pieza narra el rito de
la adoración de la Tierra y el sacrificio de una virgen para restaurar
el equilibrio. «Quizá el aspecto más polémico de 'La consagración de la
primavera' fue la música de Stravinsky, pero, por supuesto, el aspecto
coreográfico también supuso una ruptura total. Fue una propuesta sin un
bailarín principal, en la que se bailó por el suelo por primera vez, en
la que la coreografía fue como un lienzo en el que el grupo de
bailarines traza imágenes», revela el director de los Ballets de
Monte-Carlo, quien ha contado con los arqueólogos de la danza Millicent
Hodson y Kenneth Archer en la reconstrucción de esta obra.
El propio Jean-Christophe Maillot es el autor de
'Shéhérazade', inspirada en la obra primigenia, considerada como la
primera pieza netamente de los Ballets Rusos. La sensualidad del
movimiento de sus protagonistas -Zobeida y el esclavo de oro- provocó
airadas críticas de los puritanos espectadores de su tiempo. «Hemos
construido sobre el trabajo de Fokine. Está claro que es imposible
saber cómo fue la coreografía original, pero hemos tratado de recrear
todo el espíritu de la obra con la música, la recreación del trabajo de
Fokine con los brazos, por ejemplo, e incluso utilizaremos el vestuario
original del estreno de la obra», añade Maillot.
A principios del siglo XX, el mundo escénico de la danza
estaba habitado por una pléyade de hadas, sílfides y princesas, cuando
aparecieron los Ballets Rusos con un planteamiento transversal. El
empresario Diaghilev reunió a músicos (Stravinsky), pintores (Picasso,
Matisse, Bakst) y modistas (Chanel) para crear las complejas puestas en
escena de su compañía, que también innovó en realizar giras mundiales
-actuando, por ejemplo, en el Victoria Eugenia, en 1916- . Maillot
explica así las razones del fenómeno: «Los Ballets Rusos fueron la
primera compañía creada para hacer de la danza un arte en sí mismo,
capaces de representar tres ballets con diferentes coreografías en la
misma tarde. Los Ballets Rusos unieron en la misma representación
artística pintura, música y danza en una experiencia completa y esto
supuso efectivamente una revolución. No obstante, algo así sería
imposible hoy en día. Así como en su día los Ballets Rusos eran una
compañía única, hoy en día, existen un montón de compañías que trabajan
en la innovación, pero el trabajo de todas tiene su origen en los
Ballets Rusos».
Un siglo después de su aparición, los programas
inspirados en la formación capitaneada por Diaghilev no han perdido su
componente de modernidad. El coreógrafo francés disiente, tildándolos
de «clásicos», subrayando que la gran innovación se resume en la máxima
«me gusta que la audiencia vea la música y escuche la danza».
Durante la conversación telefónica, Maillot se mostró
jovial, risueño y locuaz. Su enésima visita al Kursaal tiene una
significación diferente. Mañana, el coreógrafo y director francés
celebrará en Donostia su medio siglo. «Esta vez será más especial,
porque el día 31 (mañana) es mi cincuenta cumpleaños», señala. Guarda
una magnífica impresión de sus anteriores estancias, en las que
presentó, entre otras, obras como 'Dov'è la luna' (1997),'La
Cenicienta' (2001), 'Romeo y Julieta' (2003) o 'El sueño de una noche
de verano' (2008). «El Kursaal me encanta, por dentro y también la
arquitectura de fuera. Me encuentro muy cómodo en San Sebastián.
Además, España es un país especial para nosotros; es el país extranjero
en el que más actúan los Ballets de Monte-Carlo», añade. Maillot ha
dedicado dieciocho años a la formación monegasca, que ha ido
modelándola a su ser, mientras que, como coreógrafo, ha evolucionado
estilísticamente. «La compañía ha cambiado mucho. Al principio,
teníamos un repertorio más clásico, más convencional. Pero después
hemos ido evolucionando y aportando toques más contemporáneos. Además,
hay que tener en cuenta que, en la compañía, hay 45 bailarines de 25
nacionalidades diferentes, lo que supone un gran cambio de por sí».
Es la segunda ocasión en la que los Ballets de
Monte-Carlo participan en la Quincena. Ya lo hicieron en la 64 edición,
cuando presentaron la lectura de Maillot sobre 'Romeo y Julieta'. La
presencia de la compañía es la única cita con la danza este año en el
festival musical. En cambio, la pasada edición fueron dos las
oportunidades de disfrutar de este arte escénico. Con una línea muy
heterodoxa en cuanto a la programación de danza, Quincena Musical ha
combinado grandes compañías como el Boston Balle, el Asami Maki Ballet
, el Grigorovich Ballet), con estreno mundial como «El amor brujo»
(Rafael Amargo, 2003), o galas de estrellas (1999 y 2001) en las que
participaron destacados nombres, algunos de casa como Lacarra, San
Martín o Aranburu.
LA CIFRA
25 nacionalidades diferentes. Los Ballets de Monte-Carlo son una especie
de Torre de Babel. Los 45 componentes de la compañía monegasca reúnen 25
nacionalidades diferentes.
Los espectáculos
Programa: 'Homenaje a los Ballets Rusos'.
Obras: 'La consagración de la primavera' y 'Shéhérazade'.
Coreografías: Vaslav Nijinsky y Jean-Christophe Maillot, sobre el
original de Michel Fokine.
Música: Stravinsky y Rimski-Kórsakov.
Compañía: Los Ballets de Monte-Carlo.
Evento: 71ª edición de Quincena Musical.
Lugar y fecha: Auditorio del Kursaal, hoy y mañana, a las 20.00 horas.
Entradas: 10- 23-28,80-36 y 45 euros
'Shéhérezade'. Maillot ha intentado mantenerse fiel a la versión de Fokine de 1910 . :: B.M.
Un momento de la coreografía de 'La consagración de la primavera'. :: B.M.
Jean-Christophe Maillot, durante un ensayo. :: B.M.