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Los bailables de los txistularis

Oñati es el único municipio de Gipuzkoa en el que dos domingos al mes tocan en la plaza piezas que propician el baile

Egilea
Juan Luis Bikuña
Komunikabidea
Noticias de Gipuzkoa
Mota
Albistea
Data
2011/04/04
Lotura
Noticias de Gipuzkoa

A Oñati se la conoce por su Universidad y por los numerosos monumentos medievales, salpicados de elementos del gótico y barroco. Aquel Condado que en 1845 decidió anexionarse a Gipuzkoa, tras casi ocho siglos de municipio independiente, continúa siendo tan famoso y cuidada como antaño. Sus mentores, desde Reyes Korkostegi hasta Lourdes Idoiaga, han sabido mantener con auténtico mimo la joya de Gipuzkoa. A la sombra de Gorgomendi (Aloñamendi), arropada por el manto de la Virgen de Arantzazu y al amparo de los aires de Aitzkorri, Oñati sigue culta y docta porque, además de trabajar con ahínco, se empeña en cuidar y guardar hasta el último detalle. Por eso Oñati es distinto, sabe a historia, huele a glamour medieval y la actual modernidad marida perfectamente con el anteayer.

Su banda de txistularis es la única en Gipuzkoa que, dos domingos por mes, toca bailables en los soportales del Ayuntamiento a las siete de la tarde, cuando el día comienza a emborronarse y a lucir tímidamente la luz de la farolas de su espléndidamente cuidada Foru Enparantza. Cuántos conciertos, cuántos bailables y sonidos perfectamente templados de los txistus guardarán los arkupes y las piedras de sillería sobre las que se levanta la casa consistorial. "Hasta ahora la banda tocaba todos los domingos al atardecer, pero ya sabes lo que pasa, los txistularis, aunque son jóvenes, tienen muchos compromisos profesionales y la mañana del lunes llega pronto. Pese a todo, los txistularis continúan alegrando la plaza con sus bailables dos domingos por mes, aunque tengan poca clientela. Pero la tradición, es la tradición y hay que seguir en lo nuestro", insiste Gotzon.

Pero antes, por la mañana, tras el amanecer, durante todos los domingos del año, como consta en la normativa municipal, la banda municipal de txistularis de Oñati, formada por ocho ejecutantes dirigidos por Aitor Madina, recorren las calles en la tradicional Alborada dejando una estela de recuerdo a aquellos txistularis, verdaderos amantes del ancestral instrumento, como fueron Demetrio Iriarte, su hermano Higinio o Andres Agirre. La banda, además, tiene la obligación de acompañar a la Corporación municipal, en camino de ida vuelta, a la Misa Mayor en fechas tan señaladas como Año Nuevo, Reyes, Purificación de María, primer día de Carnaval, San Sebastián, domingo de Resurrección, San Migel txiki, Ascensión, Corpus Christi, Santiago, Andra Mari, Arantzazu, San Migel, Nuestra Señora del Rosario, Todos los Santos, Concepción y Natividad".

Hurgando en la historia, el txistu, o mejor, la referencia a los tamboliteros se pierde en las brumas del tiempo. Sin miedo a errar, se puede decir que en los años de 1500-1600 se advierten ya algunos rasgos de la presencia de atabaleros. Los txistularis, se asoman a la historia oñatiarra allá por el año 1848 "con el maestro tamborilero Francisco de Aginaga, natural de Segura, y dos aprendices oñatiarras Juan León de Inza y Jose Antonio de Altuna".

Casi tres décadas mas tarde, Francisco de Aginaga consta como txistu primero, Justo Iriarte txistu segundo y Angel Aldai como atabalero. Y la cadena de la historia continúa y llega sin romperse hasta hoy, con Aitor Madina como txistu primero y director de la banda municipal de txistularis así como los ejecutantes Lander Diaz de Gereñu, Juan Ramón Barrena, Iker Agirre, Joseba Agirre, Esteban Urcelay, Josean Flores y Javi Muñoz.

Las bandas de txistularis de los pueblos continúan, en su gran mayoría, interpretando las dianas o alboradas en las mañanas de los domingos, pero hace tiempo que dejaron a un lado la ejecución de los "bailables". Yo mismo recuerdo, de mis tiempos de no tan niño, que los domingos, en la plaza de Bergara tocaban bailables los txistularis y, tras ellos, llegaba la banda de música. Y, seguramente, así se haría en muchas localidades. Hoy todo eso ha quedado en el olvido, a honrosa excepción de los txistularis de Oñati que continúan la tradición, si bien la "clientela" es cada vez más escasa para bailar, pero numerosa para escuchar el repertorio.

Los soportales de la casa consistorial adquieren gran animación en los atardeceres dominicales, cuando los txistularis interpretan su bailable-concierto. Este detalle musical, simple anécdota para muchos, adquiere enorme importancia porque demuestra, y dice mucho de la sensibilidad de los rectores municipales, que no se resignan a abandonar y romper ese eslabón de la cadena cultural de su historia. Oñati mantiene intactas sus tradiciones y costumbres honrando, de esa manera, a la monumental y bella localidad de Debagoiena. No es de extrañar pues, que Oñati muestre al público, incluso, las entrañas de la tierra, porque Arrikrutz es tan monumental como la superficie del pueblo. Y no solamente se honra, baila y reverencia al patrón San Miguel, sino que ahí están el zortziko y kontrapas que honra a los copatrones San Sebastián y San Roke, que acabó con la peste.

Los bailables de los txistularis oñatiarras que les relato, son del día 27 de marzo, domingo, a los dos días de la creencia en la venida a las laderas montañosas del pueblo, del cuco, este pajarillo, pequeño y negro como el demonio, que llama por las mañanas con su monótono cantar. Es tradición en Oñati recordarle porque las gentes están atentas a ver "quién primero, los txistularis o el kuku". Alguien me dijo que, en esta ocasión, el cuco había andado más listo que los txistularis, otro que no, que los txistularis iban por delante,… Han pasado unos días y, seguramente el cuco habrá cantado ya por las laderas de Azkoagain, o por Mahala, …

Txistularis de Oñati en los arkupes del ayuntamiento del municipio.

Txistularis de Oñati en los arkupes del ayuntamiento del municipio. (Iker Azurmendi)

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