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Lorca en danza

Crítica, Rafael Amargo: Poeta en Nueva York

Egilea
Ana Remiro
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Kritika
Data
2003/10/15

Rafael Amargo volvió a presentarse ante el público donostiarra esta vez con una de sus obras más galardonadas, Poeta en Nueva York. Inspirado en la obra de Federico García Lorca, Amargo construye una obra en la que se fusiona lo más tradicional del flamenco con tendencias contemporáneas, tanto en la coreografía como en la música, y combina todo ello con poesía, recitada por destacados actores en un interesantísimo montaje audiovisual creado por el director de cine Juan Estelrich. La obra está elaborada a base de una serie de cuadros independientes que constituyen relecturas de los poemas de Lorca en clave de danza, muchos de ellos apoyados por el trabajo filmado de Estelrich que aportó fuerza, sugerencia y gran valor estético. Los momentos de mayor interés artístico y en los que Rafael Amargo se muestra realmente como un maestro, son sus incursiones en la danza contemporánea conservando la esencia flamenca y haciendo de los movimientos flamencos algo joven, fresco, espontáneo y vital. Son momentos en los que la compañía exhibe una dimensión de gran envergadura dancística.



La calidad del movimiento de Amargo es exquisita. De una pureza y de una rotundidad verdaderamente abrumadoras. El público no puede más que maravillarse con cada uno de sus gestos. Todos están hilados y equilibrados formando parte de una pulsión vital que sobrecoge y enamora. El cuerpo de baile ostenta similar categoría y dominio en el manejo del movimiento. Las escenas de conjunto son un regalo para los sentidos. Proyectan una fuerza equilibrada, medida y poderosa, a través de un movimiento limpio, nítido, vivido, y profundamente sentido.



Los músicos y cantaores realizaron una labor de extraordinaria calidad destacando Edith Salazar al piano, David Moreira al violín y Maite Maya y María Carmona como cantaoras. El trabajo de Juan Estelrich se disputo el protagonismo con la coreografía por su especial creatividad y sensibilidad, así como por su solidez y belleza. Hacia el final de la obra, la escesiva repetición de dilatados cuadros flamencos hizo disminuir la intensidad del espectáculo.

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