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Lindsay Kemp vuelve a escena en Donostia encarnando a Elizabeth I

Egilea
M.A.
Komunikabidea
Gara
Tokia
Donostia
Mota
Albistea
Data
2008/06/03

Lindsay Kemp (Liverpool, 1938) explicó ayer en Donostia que, tras haberse dedicado en los últimos años preferentemente a dirigir montajes operísticos, como «Madama Butterfly» o «La Traviata», sus pies le pedían volver al escenario para representar de nuevo el papel de una figura histórica, la reina Elizabeth I, por la que ha sentido una gran fascinación desde niño.

«Elizabeth I, el último baile» es una obra con la que Kemp ya estuvo de gira hace un par de años, también en escenarios vascos, como el Arriaga o Baluarte, pero que, en los últimos tiempos, había dejado reposar. «En este tiempo, he meditado sobre el espectáculo -declaró ayer- y lo he remodelado y mejorado, tal y como he hecho con otros», y, como ejemplo, citó expresamente el caso de «Flowers», que, a finales de los sesenta, lo hizo mundialmente conocido.

Será el público donostiarra el primero en tener ocasión de ver la nueva versión de «Elizabeth I, el último baile», y podrá hacerlo los días 28 y 29 de junio en el Victoria Eugenia, que, según declaró ayer el veterano artistas, «es uno de los teatros más bellos del mundo» y en él se siente «como en casa».

«Elizabeth I, el último baile» transcurre en 1603, durante los últimos momentos de la vida de Elizabeth I de Inglaterra. Tras 45 años de reinado con mano de hierro, la soberana siente que está al borde de la muerte. Renuncia a comer, permanece en silencio y, sólo de cuando en cuando, solicita que interpreten música, porque lo que realmente quiere es bailar. «Concibe la danza -dijo Kemp- como una manera de vivir o como una forma de alejarse la muerte».

Entre baile y baile, en un estado de alucinación, la reina repasa algunos de los principales momentos de su vida... su encarcelamiento, las ejecuciones de su prima María Estuardo y de su gran amor lord Essex, las intrigas palaciegas, las victorias militares... y también su inevitable envejecimiento, que la aterraba hasta el punto de que, dicen, ordenó cubrir todos los espejos de palacio para evitar que se lo recordasen.

No hay rigor histórico en la obra, donde los hechos se mezclan con la leyenda en un ambiente onírico del que se sirve Lindsay Kemp para crear uno de sus cuentos fantásitcos.

Un elenco de lujo

La música, uno de los principales hilos conductores de «Elizabeht I, el último baile», ha corrido a cargo del chileno Carlos Miranda, que ha incluido rumbas y sambas.

Fundamental es también el vestuario, rabiosamente barroco, según el estilo propio de la época. Cabe señalar a ha sido diseñado por Sandy Powell, ganadora de dos Oscar.

El gran protagonista del montaje es, sin duda, el propio Kemp, aunque, una vez más, ha contado con un equipo de lujo. Estarán con él sobre el escenario Lucy Burge (María Estuardo), David Haughton (conde de Leicester), Francois Testory (duque de Anjou) y Tom Ward (conde de Essex), entre otros.

TRAJES DE OSCAR

El vestuario ha corrido a cargo de Sandy Powell, ganadora de dos Oscar por su trabajo en «Shakespeare in Love» y «El aviador». «Recordé que Sandy había sido alumna mía, acudí a ella y ha realizado unos trajes realmente fastuosos», destacó ayer Lindsay Kemp.

Ficha

Título: «Elizabeth I, el último baile».

Compañía: Lindsay Kemp.

Lugar: Teatro Victoria Eugenia, Donostia.

Fechas: 28 de junio -a las 20.00 horas- y 29 de junio -a las 19.30 horas-.

«Este personaje me eligió cuando tenía cinco años»
Lindsay Kemp asegura que «Elizabeth I, el último baile» nació nada menos que cuando él contaba cinco años y su madre lo llevó a ver la película «Las vidas privadas de Isabel y Essex», interpretada por Bette Davis y Errol Flynn. «Nada más llegar a casa -afirma-, me puse a interpretar todos los papeles; luego, me dediqué a ir a la escuela vestido como Elizabeth, hasta que el director llamó a mi madre para decirle que eso era impropio». Pasaron los años, pero Elizabeth siempre estuvo presente en la vida de Kemp, hasta que hace unos años le llamó y le dijo: «Es mi turno». Porque Kemp afirma que él no elige a los personajes, sino que son éstos los que le eligen a él.

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