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Lekeitio baila con sus tradiciones
Asier Uskola confiesa sentir una «gran responsabilidad» al interpretar la Kaxarranka
Aunque hubo momentos en los que parecía que la lluvia podía echar por tierra el acto, finalmente Uskola pudo cumplir con la tradición, que se remonta al siglo XV. Tras subirse a la pequeña superficie del cofre en el que antiguamente se guardaban los papeles de la cofradía de pescadores –pesa más de cien kilos–, fue trasladado a hombros por ocho remeros hasta situarse frente a la ermita del santo protector. Dio las últimas instrucciones para asegurar su equilibrio y esperó a que los sones del txistu empezaran a sonar para empezar con el ‘zortziko’. Inmediatamente se escucharon los primeros ‘irrintzis’ del público acompañados de salvas de aplausos.
Uskola ni se inmutó. «No me descentran, todo lo contrario, me animan, me siento más arropado», detalló al terminar y descender del baúl. Vestido con frac, camisa y pantalón blancos, pañuelo rojo al cuello y un clavel en la solapa, cumplió con todo el repertorio –incluye también un ‘fandango’ y un ‘arin-arin’– mientras portaba una chistera en la mano derecha y banderín rojo con las insignias de San Pedro en la izquierda. El ritual de la ‘Kaxarranka’ volvió a repetirse delante de la sede de la Cofradía. «‘Oso ondo, Así’!», exclamaron desde el público. «Es un fenómeno, cada año estás más seguro», señaló Bego, que acudió junto a sus nietos a presenciar el baile de tradiciones que Lekeitio revive cada 29 de junio.
Nueva policromía
El primero de esos rituales se escuchó desde las casas del casco viejo. A primeras horas de la mañana, las ‘Dei eittekuak’ o ‘Llamadoras’ se pasearon por la parte vieja mientras vociferaban ‘Gora Jaungoikoaren izenean’/‘¡Arriba en el nombre del señor!’. De esa manera, se recuerda la manera en la que antes las mujeres despertaban a los arrantzales para salir a faenar si las condiciones meteorológicas acompañaban.
A continuación, la comitiva encabezada por responsables municipales y de la Diputación acudieron a la misa mayor oficiada por el Obispo de Bilbao, Mario Iceta, el mismo día en el que se estrenaba la nueva iluminación del retablo mayor, más económica y menos agresiva con la policromía de una de las piezas de estilo gótico-hispano-flamenco más importantes del Estado. Posteriormente, tuvo lugar la procesión que trasladó la figura de San Pedro hasta las inmediaciones del muelle donde se celebró la ‘Kilin-Kala’ o ‘Guiño del santo al agua’ en el que se realizan dos guiños a la figura inclinándola hacia un lado como si estuviera a punto de caerse al mar para solicitar su protección de cara a la costera del bonito del norte.
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