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Tres coreografías componen el espectáculo de hoy

A modo de presentación, el director artístico del Ballet de Wiesbaden, Stephan Thoss, reúne en su primer espectáculo tres coreografías muy diferentes, tres vértices que confluyen en el mosaico de inquietudes de su trabajo. El pequeño crisol toma esta noche las tablas del Principal -es mes de danza- a partir de las 20.30 horas, en un jugoso programa de dos horas y media.

Blanco como la luna es el título del espectáculo, un lema que "puede darse por evocar una página en blanco o por tratar de mostrar las distintas interpretaciones que nos ofrece la vida", explica Thoss, que define sus coreografías, precisamente, como las "visiones que yo tengo de la propia vida".

Un buen ejemplo es su trabajo en la primera de las piezas, Ofrenda musical . La obra homónima de Bach entusiasmó tanto al coreógrafo que le llevó a investigar "los orígenes, las razones, las raíces", un proceso que contaba con muchos rumores y especulaciones. El desafío musical del rey de Prusia, Federico II, la relación del hijo del compositor con le hermana del monarca, el laberíntico castillo Sanssouci que acogió estas escenas... Todos componen el germen de su puesta en escena. "Todo este trasfondo histórico me ha permitido utilizar sus tensiones para crear la coreografía", explica Thoss, también implicado en diversas labores de escenografía y vestuario.

Una composición saltarina y caprichosa de Prokofjew, Visiones fugitivas , inspira con sus melodías la segunda de las piruetas, capturada la atención de Thoss por su atmósfera irreal. Las imágenes fugaces que provocan los arreglos del violinista Rudolf Barshai trasladan a un mundo nocturno de figuras liberadoras de energía. "La intención era transferir esas distintas situaciones fugitivas que se producen dentro de la composición, el marco general que podemos ver es esa fugacidad de la luna".

Otra fugacidad, la del equilibrio entre la cercanía y la distancia entre los hombres, es el leit motiv de la tercera parte del trabajo, es la fuerza que decanta la potente mezcla de No cha-cha-cha . La música de Arvo Pärt, composiciones folklóricas, de tango y -precisamente- de cha-cha-cha crean un ritmo arrollador al que sucumben los bailarines, en una composición que también incide en el absurdo artificial de algunas influencias mediáticas en el panorama del baile.

El coreógrafo Stephan Thoss, ayer en el Teatro Principal.Foto: marcos ruiz