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Las futuras estrellas de la danza compiten (sanamente) en Bilbo

Prohibido aplaudir y cada participante es identificado con un número, para que no haya favoritismos. Sobre el escenario, seriedad. Son estudiantes de danza de entre 10 y 19 años, atraídos por la primera edición del Concurso Internacional Developpe Dantza, impulsado por Igor Yebra y Jone Goirizelaia.
Egilea
Amaia Ereñaga
Komunikabidea
Naiz
Tokia
Bilbo
Mota
Erreportajea
Data
2025/01/25
Lotura
Naiz
Una de las actuaciones del concurso.
Una de las actuaciones del concurso. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Al atravesar las puertas de la céntrica sala BBK, situada en plena Gran Vïa bilbaina, dejamos atrás el estrés de un sábado marcado por la ansiedad que exudan una mara de gente atraída por las rebajas y una climatología ventosa y mojada, avanzadilla de la alerta naranja. ¿Será esta la llamada ‘Éowyn’ o tal vez ‘Herminia’?, nos preguntamos mientras les deseamos a los paseantes que una racha les lleve, de una vez, las bolsas.

Dentro de la sala, también se respiran nervios, pero de otra clase. Aquí están contenidos; en dos minutos, se juegan mucho. Estamos en la primera edición del Concurso Internacional Developpe Dantza, una iniciativa de la asociación del mismo nombre, que ha sido fundada, entre otros, por el bailarín y coreógrafo Igor Yebra, uno de los grandes nombres de nuestra danza, y la directora de Ballets Olaeta, la abogada y coreógrafa Jone Goirizelaia.

 

Energía pura, en una de las concursantes del viernes. (Aritz LOIOLA / FOKU)

 

Apoyado por BBK, el Ayuntamiento de Bilbo y la Diputación de Bizkaia, el concurso ha conseguido alcanzar en esta primera edición nada menos que 280 inscripciones y su objetivo es «descubrir jóvenes talentos y ayudarles a impulsar su carrera»; en suma, dar visibilidad a una disciplina artística con tanta cantera, con tantos buenos bailarines, pero, a la vez, tan necesitada de centros donde estudiar, compañías en las que trabajar y teatros que programen danza.

«Aquí se ha apostado mucho por las artes visuales. Ahí tenéis un gran museo como el Guggenheim, pero también hay que apostar por otras disciplinas», advierte Muriel Romero, directora de la Compañía Nacional de Danza española. Romero es uno de los miembros del jurado de primer nivel que Yebra ha reunido para este concurso: están también Charles Jude, estrella de la Ópera de París, presidente de la Fundación Lifar y miembro del Consejo Directivo de la Fundación Nureyev; dos vascas de carrera internacional, como Leire Ortueta, profesora del Royal Ballet School y quien fue solista de la Royal Ballet Company, y Mónica Zamora, ex bailarina principal del Birmingham Royal Ballet y exgobernadora del Royal Ballet de Londres, y Mikel González Pujana, primer bailarín solista y profesor de Ballets Olaeta.

 

El jurado internacional posa con Igor Yebra. (Aritz LOIOLA/FOKU)

 

El concurso arrancó el viernes por la tarde y, desde entonces hasta el sábado por la noche, no han parado de pasar concursantes sobre el escenario. Hay categorías individuales (infantil, de 10 a 12 años; junior, de 13 a 15 y principal, de 16 a 19). También hay grupales, para conjuntos de entre 4 y 10 personas sin límite superior de edad, estilo libre y euskal dantza, algo que trae de novedoso este concurso.

 

Ensayos antes de entrar. (Aritz LOIOLA / FOKU)

 

Un vistazo a las normas y se ve que esto va en serio. También se lo toman así los concursantes, advertimos. Habrá premios con dotaciones económicas –más de 7.000 euros en total–, así como becas en centros de prestigio de todo el mundo, como en la Compañía Nacional de Danza que dirige Muriel Romero, la Corella Dance Academy de Barcelona, el Alberta Ballet canadiense o el Ballet Nacional del Sodre (Uruguay), que dirigió Igor Yebra.

¿Qué es más importante: ganar un premio o una beca?, les preguntamos a Olatz, Garazi, Paula, Ana María e Inés, cinco jóvenes bailarinas de entre 16 y 18 años, alumnas de Danceway, una academia madrileña preparatoria para la carrera de danza. Algunas vienen de Donostia, otras son madrileñas. Están calentando juntas en el foyer, donde también se están desarrollando masterclass de distintas clases estos días. Ellas van a salir al escenario en pocos minutos. «Hemos venido porque este es un concurso de nivel y el jurado es muy interesante, y porque sabíamos que iba a ser una buena experiencia y que nos iba a ayudar mucho. La verdad es que la oportunidad de una beca es muy importante, sobre todo, una beca para estudiar fuera, porque eso te da mucho. Por ejemplo, nosotras tuvimos la oportunidad recientemente de bailar en Nueva York por un tiempo y es genial», contesta Ana María, quien estudia también Derecho y Administración de Empresas.

Todas ellas sueñan con ser bailarinas... «Pero es muy difícil», reconoce Olatz. «Es como el que quiere ser futbolista, pero peor». Peor pagado, tienes que poner de tu bolsillo para estudiar fuera, solo una élite llega a tener el reconocimiento... pero «bailar es como respirar, forma parte de tu vida, desde pequeñita te da unos valores que otros deportes no te dan», admite.

Pocos minutos después, las vemos sobre el escenario. Al bajar, se abrazan, se animan entre ellas. «A veces, hay ambientes tóxicos por el hecho competir y depende de quién te toque, pero nosotras, por ejemplo, tenemos mucha suerte. Nos llevamos muy bien entre todas: cuando sufre una, sufrimos todas, pero es verdad que hay sitios en los que es súper tóxico el ambiente, porque solo hay un puesto y muchas niñas que compiten», explica Garazi.

 

Estudiantes de danza de toda Euskal Herria participan en el concurso. (Aritz LOIOLA / FOKU)

 

En el palco de arriba, separado del público de la sala –el viernes, con los más pequeños, la sala estaba abarrotada de familiares; el sábado el ambiente es más profesional, con alumnas y profesores casi exclusivamente–, está el jurado. «Para la danza es importante que haya este concurso, porque aquí, en Bilbao, no hay una compañía o un conservatorio de danza y está bien que, por lo menos, los estudiantes puedan actuar en un escenario y que se les aprecie», explica la bilbaina Leire Ortueta. Sabe de lo que habla: además de su larga carrera como solista del Royal Ballet Company, ha dado clases durante mucho tiempo. Actualmente, es la profesora de pilates de la compañía.

«El de la danza es un sector bastante debilitado y hay poca cultura en este país sobre esta disciplina. Por eso, cualquier iniciativa como esta todos lo hemos apoyado, porque es necesaria. Y además es como un encuentro, como un ritual, como una celebración y un intercambio de saberes», apostilla Muriel Romero. 

La tolosarra Mónica Zamora trabaja actualmente en Londres, donde dirige Golborne Place, un centro de Wellness dedicado a la salud. Ex bailarina principal y exgobernadora del Royal Ballet, reconoce que «estamos todos aquí por la danza, porque es nuestra pasión, es nuestro amor, es lo que queremos apoyar para las nuevas generaciones. Nosotros tuvimos la suerte de tener bastante apoyo, y gracias a eso pudimos tener carreras internacionales, por eso nos parece que es muy importante continuar, venir, volver y apoyar, porque verdaderamente hay que juntarse, hay que bailar en el escenario, hay que verse entre escuelas... Hay que medirse, pero de una forma sana. Todos los concursos, dentro de mi crecimiento en la danza, fueron muy enriquecedores. Hay que olvidarse un poco de ese tipo de competitividad, que puede ser negativa, porque obviamente a nadie le gusta ser juzgado. Pero esa no es la intención: la intención es crear un escenario donde puedan ser vistos, donde ellos mismos se puedan medir y crecer más allá de lo que hacen día a día».

Las jornadas clasificatorias están abiertas al público –merece la pena acercarse– y también su gran final y la gala de entrega de premios , que tendrán lugar este domingo por la tarde). Las entradas están a la venta, por cierto. 

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