Las danzas vascas despiden a Gene Yurre, innovador y maestro

El final de su carrera como intérprete, en 1968, marcó también el final de un exilio que comenzó cuando, con apenas seis años, tuvo que abandonar San Sebastián, estableciéndose con su familia en Francia, donde completó su formación licenciándose en ballet clásico. Tras iniciar su carrera profesional con el grupo de danzas vascas Etorki, fue primer bailarín del ballet de folklore ruso de Irina Grjebina, así como solista en los ballets cosacos de Ucrania. «Era muy duro. Por eso estoy tan destrozado, de las sobas que me daba bailando», recordaba en una entrevista concedida a DV, refiriéndose a las secuelas físicas que le dejó aquella experiencia.

1968 fue también el comienzo de una nueva y rica etapa como investigador, maestro y coreógrafo, que siempre ha estado vinculada a la compañía Kresala, que se creó aquel mismo año bajo su dirección artística y ha plasmado en decenas de coreografías la apuesta de Yurre por estilizar los bailes vascos y aproximarlos al ballet sin por ello perder su esencia. Esta misma semana, los dantzaris de Kresala han presentado el libro Tradizio sormen iturri, que repasa los 40 años de la compañía y homenajea a su inspirador.