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Las cotizaciones bajan a última hora

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Egilea
Roberto Herrero
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Kritika
Data
2003/07/13

El viernes tocaba uno de los espectáculos más esperados. Había curiosidad y ganas para ver lo último de Dagoll Dagom, por asomarse a esa estética oscura y tenebrosa que con el apellido de Poe nos anunciaban. Y el escenario estrella del Auditorio Kursaal ofreció una triste función, que dice muy poco ( o mucho según se vea) sobre la trayectoria actual de esta compañía catalana con más de 25 años de historia y espectáculos tan atractivos como como Glups!! o El Mikado. En el actual trabajo no hay mucho donde fijarse. Ni musical ni teatralmente tiene enjundia alguna. Queda esa estética de terror de cartón piedra, pero eso es como valorar una película por sus paisajes.



Iba después un Shakespeare, cuya palabra siempre es bien recibida. Noche de reyes no es de las obras más atractivas del genio inglés, pero ese no es el problema. Sí encontrarse con una compañía que ponen fuerza y, sobre todo, ganas, pero el resultado es plano, sin poder aportar nada a funciones tantas veces vistas. Algo que un día cualquiera se ve sin mayores problemas, pero que en medio de una Feria, a cinco funciones diarias, me lleva directamente a coger la salida de emergencia.



Antes fue el turno de la compañía donostiarra Vaivén con Víctor Bevch, obra estrenada recientemente. Navega en una constante mezcla de realidad y fantasía, con los sueños de casi todos los personajes interrumpiendo demasiado la marcha de la obra. Presenta la atractiva firma de Laila Ripoll como autora, pero no alcanza a su anterior trabajo. Aun así presenta cierto interés y buen trabajo interpretativo de Ana Pimenta.



Ayer, último día de Feria, comenzó con la propuesta de danza de Aukeran y su enigmático título Todo lo que tiene nombre existe. Versión modernizadora de las danzas regionales vascas, envueltas con mucha habilidad en una estética más habitual de un concierto. La música en directo da colorido y el poutpurrí de bailes folclóricos está bien resuelto, al menos hasta que se mete en caminos de fusión con aires contemporáneos. Entonces aquello se convierte en un despropósito. Si nos olvidamos de esto, que es bastante olvidar, queda un apañado espectáculo festivo.



Yuri Sam es la nueva aventura de los vizcainos de la Fábrica Imaginaria de Teatro. Tras su éxito con sus Olivettis poéticas, ahora vemos una función casi unipersonal de su director y actor Ander Lipus, metido en caminos de aires teatrales orientales. Espectáculo no tan potente como el anterior, pero que mantiene un rigor en su propuesta que lo hace atractivo. No es el caso de Sèmola Teatre, con su barullo de imágenes y exposición de juguetes en escena llamado Centvintcinc. No sé si buscan impresionar con su música a todo gas y los actores en plan zombi postmoderno. No lo consiguen, creo. Aunque tampoco te aburres. Hay que reconocerles que el lío que montan en escena tiene su gracia a ratos, imaginando cuál puede ser el siguiente invento.

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