Las 'bambalinas' de Lamiako Maskarada

Arkaitz Correa y Arene Albizu están al frente de la organización de la representación mitológica que se celebra el próximo viernes

Una vuelta para supervisar que los cambios urbanísticos en la zona no implican una variación en el recorrido del desfile y, después, al campo de futbito de Lamiako a preparar la tercera parte de la escenificación. Detrás de la Maskarada hay mucho curro. "Los ensayos propiamente dichos empiezan en febrero, pero los que llevamos el grupo ya trabajamos en distintos asuntos durante todo el año: hablamos con el Ayuntamiento para subvenciones, vemos si hace falta arreglar los trajes... El grupo no para", señala Arkaitz. Y es que una asociación en la que cada uno ayuda en lo que puede es la que está detrás de la Maskarada. "En torno a 30 y 40 personas salen en la representación, son lo que el público ve, digamos. Luego detrás hay mucha gente más: fanfarrias, colaboradores, los que ayudan a llevar a los gigantes, los que coordinamos el grupo... En total, implicados en todo, estaremos sobre 50 personas", indica uno de los responsables de la organización.

La escenificación de la leyenda de las lamias es una fecha marcada en rojo para los vecinos -con ella, además, comienzan las fiestas del barrio-. Por eso, aunque exige dedicación y esfuerzo, la gente se vuelca en ella. "Yo entré aquí cuando tenía 12 años y ahora tengo 34. He pasado de bailar a estar en otras funciones. Desde mi perspectiva, he visto cómo ha cambiado la implicación. Ahora, por ejemplo, hay más opciones para un fin de semana, la gente va a otros municipios. Antes te quedabas en el barrio y ¿qué había en él? Un equipo de fútbol, un grupo de danzas y la Lamiako Maskarada. Con el tiempo, la gente, aunque sea de Lamiako, hace el fin de semana en Algorta o Bilbao. Hay que luchar contra eso y que la Maskarada siga siendo un reclamo para el barrio, para los jóvenes, y que sigan apoyándola. Y la verdad es que sí lo conseguimos. El que viene se engancha y se queda mucho tiempo", describe Arkaitz. Así, tras las máscaras, hay personas que tienen desde 15 años hasta más de 30.

Pero esta función abarca mucho más, engloba a todo el barrio, que cuando es la representación participa en el recorrido y asiste como público. "Ese día el propio pueblo se vuelca porque al final lo que se representa es la identidad del barrio y los vecinos lo viven de una manera muy emotiva con nosotros. La gente lo siente mucho", valora Arkaitz. Y todo aquel que asiste desde las localidades de alrededor a ver la Maskarada por primera vez se queda impresionado: "La gente suele comentar: No me esperaba algo así".

En la representación, varios personajes mitológicos recorren las calles del barrio con música y baile. Después, cuando ya se hace de noche, se hace una hoguera en el campo de futbito. En esta parte de la función se recrea la leyenda de Prudentzia, que perdió a su marido estando embarazada y que vio cómo su hijo, al hacerse mayor, decidió ser marinero y abandonar el hogar. Una tarde creyó ver a su hijo volver en un barco, pero no era él y Prudentzia murió ese día. En aquel momento, se escuchó el canto de las lamias y se dice que Prudentzia se convirtió en una de ellas.

Uno de los momentos de la primera parte de la Maskarada, en la que personajes mitológicos recorren las calles de Lamiako. (Foto: Lamiako Maskarada)