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Lantz hace justicia con su viejo ladrón

Egilea
E. Áriz
Komunikabidea
Diario de Noticias
Mota
Albistea
Data
2007/02/20

Ya desde tempranas horas de la mañana, numerosos forasteros y vecinos de Lantz esperaban, en la posada del pueblo, el comienzo del llamativo desfile, mientras disfrutaban de un almuerzo en el que los gritos y cantos de los comensales daban buena muestra de la alegría de este día de fiesta.

Mientras, en el desván de la posada, uno de los personajes protagonistas del carnaval, Ziripot, el más descuidado y cómico, se enfundaba su particular y abultado traje, compuesto por sacos y hierbas secas, con la ayuda de tres personas. "Llevo ya 15 años disfrazándome de este personaje y la verdad es que no me supone ningún esfuerzo porque me gusta mucho esta tradición", afirmaba Juantxo Olagüe, encargado de encarnar a Ziripot. "Los niños ya no me tienen miedo. Ya están bastante acostumbrados", añadía.

Conforme pasaban los minutos, más eran las personas que se agolpaban en la posada y en la plaza del pueblo para presenciar el espectáculo. Y es que, pese a los escasos 125 habitantes de Lantz, son miles las personas de otras localidades que cada año se acercan hasta este pueblo para vivir de cerca este "carnaval auténtico". "Vengo a estos carnavales desde hace más de 20 años. Preferimos venir hoy (por ayer) porque mañana, con la quema de Miel Otxin, hay demasiada gente, pero me gustan mucho porque éstos sí que son auténticos carnavales y no los de Halloween, que ahora los quieren poner tan de moda", afirmaba la pamplonesa Maritxu Leoz.

Durante los carnavales, se acercan hasta Lantz unas 2.000 personas. Esta afluencia de gente se debe en gran medida a los méritos de Pío y Julio Caro Baroja, ya que después de que estas fiestas estuvieran prohibidas durante la época del franquismo, "realizaron un documental con el que ganaron el primer premio en Berlín, que hizo que mucha gente se interesara por estos carnavales y se acercara hasta aquí", explica Txomin Sarasibar, alcalde de Lantz.

Además, según Sarasibar, el carnaval de Lantz "no puede equipararse con ningún otro de Navarra ni del mundo. Nuestra fiesta se basa en una historia real que se ha transmitido de generación en generación. Eso es lo que le hace especial".

El momento clave

A la captura de Miel Otxin

Una vez vestido Ziripot, los txatxos, armados con sus escobas salieron de la posada propinando escobazos a todo el que se encontraban en su camino. Tras ellos, los herreros, que en repetidas ocasiones intentaron herrar al Zaldiko para que cesase sus embestidas, encabezaron el desfile seguidos de Ziripot, y el malvado Miel Otxin, que con sus tres metros de altura, bailaba dando vueltas al son de la música.

Así, cientos de personas, entre los que destacaron numerosos niños, algunos de ellos muy asustados por ver de cerca al gran malvado Miel Otxin, acompañaron a los míticos personajes en su recorrido por las calles del pueblo, hasta finalizar su camino en la plaza situada frente a la posada, donde los protagonistas bailaron el tradicional zortziko, poniendo así punto y final a una representación que concluirá hoy con la quema de Miel Otxin en la hoguera.

Muchos años de leyenda

Lantz era un territorio de paso obligado entre Pamplona y Francia, por lo que muchos viajeros que hacían ese recorrido decidían pernoctar en la posada del pueblo. Según cuenta la leyenda, una de estos visitantes (representado en los carnavales por el personaje de Miel Otxin) cometió varios robos entre los habitantes de Lantz, por lo que fue capturado y juzgado por los propios vecinos. Así, varios habitantes de Lantz, acompañados por el fuerte Ziripot, y ocultando sus rostros para no ser reconocidos (txatxos) salieron a la captura del malvado ladrón, condenándole a muerte mediante dos tiros y quemándole finalmente en una hoguera encendida en medio de la plaza del pueblo. Mientras el malvado Miel Otxin emprendía su huída por las calles de Lantz, su caballo, Zaldiko, enbestía en repetidas ocasiones a Ziripot, por lo que los herreros intentaban sin éxito colocarle las herraduras. Toda esta historia es representada año tras año en los carnavales de Lantz, que finalizan hoy con el momento cumbre de la leyenda: la quema del ladrón Miel Otxin.

Varios txatxos recorren las calles de Lantz con sus palos y escobas. Detrás, les sigue el malvado Miel Otxin

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