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Lantz enciende la llama de la tradición en una noche de leyenda
Ibai Musquiz se estrena como Ziripot, el personaje que salvó a los vecinos del bandido Miel Otxin
Los ocho arotzak, que van en busca de Zaldiko (el caballo de Miel Otxin) para herrarle, son los primeros en salir, y lo hacen desde el número 35 de la calle Santa Cruz. Para ellos, que tampoco han dejado pasar un carnaval y llevan “muchos años” disfrazándose, es una manera de colaborar con el pueblo. “Lo hemos mamado. Lo llevamos dentro. Además, si queremos que no se pierda la tradición, tenemos que seguir haciéndolo”. Ellos se divierten siempre, “unas veces más y otras menos”, pero lo hacen;y es esto lo que quieren transmitir también a sus herederos: “Son tres días en los que todo el pueblo se involucra. Todos estamos aquí, y siempre implica pasarlo bien”. Y lo consiguen. Sin ninguna duda, Enara aprende de ellos, y en el carnaval txiki del domingo, que da el pistoletazo de salida a la fiesta, es una de las pequeñas herreras.
En el desván de la Posada las cosas han cambiado. Ziripot ha sido encarnado por primera vez el martes de carnaval por Ibai Musquiz, y su transformación se desarrolló ante la atenta mirada de un peregrinaje de curiosos. Ibai tiene 17 años y ya sabía qué significaba enfundarse los sacos llenos de helecho y heno que amortiguan sus caídas, lo hacía desde 2013 en el carnaval txiki : “Este año le dejé el legado a Iker de la Torre. Después me propusieron esto y no dudé en decir que sí”. Durante los cuarenta minutos que dura su metamorfosis hasta llegar a pesar unos 100 kilos, confesó que su ilusión, entusiasmo y ganas tienen que ver con convertirse en el personaje que una vez salvó a su pueblo del malvado bandido Miel Otxin.
A su alrededor, ansiosos, los txatxos, que representan a los vecinos y vecinas de Lantz y llevan la cara tapada por miedo a las represalias, estaban preparados con sus escobas para brincar y gritar mientras defienden a su héroe de los ataques de Zaldiko y asustan a todo aquel que se cruce en su camino.
Pese al frío, las calles de Lantz se llenaron como cada año, y los más pequeños se escondían de los txatxos y los herreros. Pasadas las 20.00 horas, el séquito se puso en marcha para perseguir a Miel Otxin por las calles del pueblo, ajusticiarlo y quemarlo en el frontón. Como no podía ser de otra manera, un zortziko de más de diez minutos despidió a sus personajes hasta el año que viene.
Ziripot camina por las calles de Lantz. (Iban Aguinaga)
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