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Labrándose un futuro profesional
El lema del gran maestro Luigi -creador de una técnica de
danza jazz- era «never stop moving» (nunca parar de moverse). Quienes
se han aplicado al dedillo la recomendación han sido los 120 alumnos
inscritos en el cursillo navideño, en las modalidades de danza clásica,
contemporánea y jazz, organizado por la Asociación de Profesionales de
Danza de Gipuzkoa. «Fría y con humedad», debido a las inundaciones, la
sala de danza de Arteleku es un ir y venir de bailarines dispuestos a
sacrificar parte de su descanso navideño por poner un granito de arena
que les acerque a convertir la danza en su profesión. Hasta el próximo
sábado, desde las 9 de la mañana hasta las 20.30 horas, el profesorado
se afana en impartir sus enseñanzas y en corregir vicios adquiridos.
Las mañanas son comandadas por Tatiana Yerakhavets, ex
Primera Bailarina del Ballet del Teatro Bolshoi de Minsk, responsable
del apartado clásico, quien revela su satisfacción. «Estoy encantada
porque la gente quiere aprender, asume las correcciones y veo el
cambio», asegura. A las 14.00 horas, toma el testigo Nadine Gerspacher
en el estilo contemporáneo, quien, entre sonrisas, pregunta: «¿se quejan
de agujetas? Es que han trabajado bien». Rebeca Falcón recibe el último
relevo a las 17.30 horas. Ella se encarga de las clases de jazz. «En
cinco días hay que ser muy fiera para pillarle el punto a un profesor si
el vocabulario que te muestra no lo trabajas habitualmente. El hecho de
que vuelvan al día siguiente y no se rindan es señal de que son
trabajadores y les gustan los retos», desvela la docente bilbaína. «Los
guipuzcoanos tienen que estar muy contentos con su cantera de
bailarines, no sólo a nivel internacional, sino también de los
bailarines, coreógrafos y profesores que optan por desarrollar su
carrera en su tierra. El País Vasco tiene muy buenos profesionales de
danza poniendo al público de pie en grandes teatros, salas alternativas o
stages y no es raro encontrarte con un vasco en algunas de las mejores
escuelas de Nueva York, Londres, Madrid. ¡Somos muy bailones!»,
confiesa.
Profesionales como Erick Odriozola (26 años), bailarín
del Ballet d'Europe en Marsella, y estudiantes como Zuriñe Benavente (18
años) del Conservatorio Municipal José Uruñuela de Vitoria, Nerea
Gurrutxaga (17 años), formándose en The Place en Londres, u Hodei
Iriarte (18 años) del Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma
de Madrid y próximo a debutar con el Opernfestspiele St. Margarethen en
Viena, reciben clases tanto de clásico como de contemporáneo. Benavente,
también de jazz, «no puedo estar quieta», confiesa, «el nivel de
Tatiana es muy alto; Nadine me transmite mucha confianza; Rebeca es una
bomba como profesora». Desde la perspectiva de la profesión, Odriozola
resalta las virtudes de seguir recibiendo clases. «Me sirven para
retomar cosas tan básicas como la colocación», dice.
Punto de reencuentro
La finalidad del cursillo es «soltarse y bailar más»,
aseguran; «me he apuntado para ponerme en forma», revela Erick
Odriozola, ya que, tras las vacaciones, participa en varios espectáculos
de su compañía. Ésta es su cuarta temporada con el Ballet d'Europe y
avanza sus deseos de cambio. «Me gustaría una compañía neoclásica con
algo de contemporáneo», explica. Con una mezcla de ilusión y energía,
Hodei Iriarte finaliza su formación en Madrid, mientras mira de reojo a
Viena, donde ha sido contratado para la nueva producción de 'Carmen',
durante tres meses y 31 espectáculos. Mientras tanto, Zuriñe Benavente y
Nerea Gurrutxaga acarician el sueño de hacer de la danza su medio de
vida. A ellas no les resulta duro dedicar parte de sus vacaciones a
recibir clases de danza. «Sacrificio es estar en el sofá», comenta
Benavente; «el curso es una manera de encontrarte con compañeros a los
que no ves el resto del año», añade Gurrutxaga. Todos saben que labrarse
un futuro profesional pasa por hacer pequeños sacrificios. Comienza la
clase. Yerakhavets se esmera en sus correcciones: «Yo también he bailado
y he hecho mis trampas», «tenemos que aguantar la pose final», «vamos,
no muerdo», animando al alumnado a acercarse al centro.El sueño está más
cerca de convertirse en realidad.
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