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La vida, un paso de baile

Los beneficios de la danza

Komunikabidea
Deia
Mota
Albistea
Data
2009/02/15

Llega pasadas las cuatro de la tarde y se cambia deprisa, fuera de la clase de ensayo. La música suena mientras sus compañeros de danza dibujaban los primeros pasos. Se ajusta el pantalón, pone recta su camiseta y cuando está lista para entrar, justo antes de cruzar la puerta, susurra: "El baile es nuestra vida gracias a ella". Ella es su profesora, la coreógrafa Sarah Ramírez. Y quien lo asegura es Ana Mota, Anita. Lleva desde los cinco años bailando ballet clásico y tiene síndrome de Down. Igual que Urtzi, Daniel, Zaloa, Saioa, Carlos, Alberto, Joanes, Aritz, Mikel, Unai y Ruth, sus compañeros en la compañía de danza Despertar los sentidos. Y es que el arte es democrático. Por eso estos doce bailarines ensayan cada viernes en el Kultur de Leioa y suben a todos los escenarios posibles. Quieren demostrar lo que son capaces de hacer y gritar a la sociedad que todo es posible si se pone ilusión y, sobre todo, esfuerzo.

La danza es para ellos algo más que unos pasos de baile. Es una mezcla de reto e ilusión. Reto porque deben luchar día a día contra sus propios problemas e intentar solucionarlos e ilusión porque muchos de ellos sueñan con poder vivir de la danza. Algo que no pueden hacer hoy por hoy ya que son muchos los teatros e instituciones que no les consideran artistas. Aún así, no se rinden. Y no están solos en este viaje porque Sarah Ramírez capitanea Despertar los sentidos, la única compañía para personas con síndrome de Down y daño cerebral de Bizkaia, que soporta multitud de dificultades para subir a un escenario. "Estamos luchando para que nos traten como profesionales porque estos bailarines son capaces de llevar ellos solos todo el espectáculo. Ensayamos como profesionales, cuando actuamos fuera nos comportamos como tales", reclama Ramírez.

Todo comenzó en 2001, cuando esta joven bilbaina que había montado una escuela de danza en La Rioja decidió volver a Euskadi y comenzar un curso en la Fundación Psico Ballet de Maite León. Tras cinco años de preparación especializada en personas con discapacidad formó Despertar los sentidos "con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que sufren algún tipo de discapacidad física, psíquica o sensorial. La verdad es que es lo mejor de mi vida porque no sólo les enseño yo a ellos, sino que ellos me enseñan a mí y al resto de la sociedad".

EL PLACER DE TRABAJAR Desde entonces, Sarah Ramírez tiene "hipnotizados"-según expresó Anita- a sus bailarines. Son cómplices. Amigos. Camaradas. Mosqueteros. Todos, incluida la propia directora de la compañía, han encontrado en la música su propia terapia contra las dificultades que les pone la sociedad. "En estas clases no sólo aprenden a bailar y a hacer teatro, también aprenden a maquillarse, a vestirse, trabajan la memoria, la perseverancia, la disciplina, a ser más autónomos… Aprenden capacidades que ellos desconocían y que luego les sirven en su vida diaria: el placer de trabajar, alcanzar metas, mejorar su autoestima y que los demás valoren lo que hacen porque ése es el problema, que no se valora la discapacidad", explica Ramírez.

A pesar de las negativas que han recibido durante su vida, cuando bailan enciman del escenario se sienten más felices que nunca. Sin embargo, han escuchado demasiadas veces la palabra no. Han experimentado en muchas ocasiones la discriminación. "A los discapacitados se les considera por lo que no pueden hacer pero no por todo lo que aportan que es una mirada totalmente distinta y una revolución en el arte de la comunicación humana", reivindica Ramírez.

La sonrisa no se borra de sus rostros ni siquiera después de una hora de ensayo. Desde que comenzaron su andadura en Despertar los sentidos, estos bailarines han representado ya dos obras diferentes y han actuado en Santurtzi, Leioa, Donostia, en el BEC de Barakaldo y Basauri. "La danza es lo más importante de mi vida porque siempre me ha gustado mucho bailar. Ahora, gracias a Despertar los sentidos, se está cumpliendo mi sueño", desvela Daniel Loredo. "El sueño de mi vida era bailar porque he nacido en este mundo", le acompaña Anita.

diferentes historias Todos comparten la misma ilusión, pero todos son muy diferentes, cada uno tiene su historia. Algunas más duras que otras, como la de Carlos, un joven actor de teatro que por un accidente sufrió un daño cerebral que le dejó en silla de ruedas. "Había momentos en los que quería desaparecer", confiesa. Sin embargo, Sarah Ramírez se cruzó en su vida por casualidad y le ofreció la oportunidad de volver a subir a un escenario. "¿Estas loca?-le dijo-. Si volviese a un escenario sería en la situación en la que me encontraba antes, no ahora".

Finalmente, Carlos ha actuado en todos los números de la compañía, en Barreras, el último, incluso lo hizo de pie. "Fue muy duro para mí pero Sarah me ayudó mucho. Cuando salgo al escenario siempre estoy a punto de llorar", explica. "Hay personas que llegan desmotivados, como le pasó a Carlos, pero cuando sienten y ven que tienen un espacio donde desarrollar todo lo que llevan dentro obtienen unos beneficios que nadie es capaz de imaginar", explica Ramírez.

"Danzar es lo contrario a la compasión, significa ofrecer protagonismo al cuerpo, cuando el cuerpo es diferente". Ramírez siempre ha tenido presente esta frase. "Me gusta mucho porque resume lo que somos". Diferentes. Ellos saben que lo son, pero tienen una cosa muy clara: "No queremos que nos miren con lástima. Queremos que las personas que vengan a vernos bailar lo hagan porque les gusta el arte. Nosotros no somos los raros", destaca a modo de eslogan Anita despertando un aplauso entre sus compañeros.

potencialidad Tienen algo especial que convierte sus movimientos en un arte único. "Tienen unos potenciales especiales, sus cuerpos, sus rostros, expresan una plástica diferente, una capacidad teatral distinta, sus manos hablan para el alma, los pies escriben para los sentimientos, los cuerpos expresan nuestra libertad. No son perfectos, pero es que la perfección no existe. A un escenario puede subir una persona gorda, una alta, una baja… el arte es igual para todo el mundo", reivindica la directora.

Barreras es su último montaje, un título muy significativo después de todo lo que han tenido que luchar. Una reivindicación. Barreras psicológicas, porque no les tratan como profesionales, porque no les toman en serio. Sólo han obtenido una subvención por parte del Departamento de Sanidad con la que han podido comprarse un nuevo vestuario. Sin embargo esto no les detiene, ahora preparan un nuevo espectáculo. "Queremos demostrar que nuestro arte va más allá de los estilos, de la modas, de las tendencias y reivindicar el valor del cuerpo, sea como sea, y sobre todo aceptar y valorar a las personas con discapacidad". ¿El sueño de los bailarines? Actuar en el Euskalduna y en el Teatro Arriaga. Si otras compañías lo han conseguido, ¿por qué ésta no si su vida es un paso de baile?

La danza ayuda a estos bailarines a trabajar la memoria, la perseverancia, la disciplina y la autonomía

Los beneficios de la danza

 

En sus espectáculos, esta compañía utiliza cuerdas, palos, sillas, telas... para sensibilizar y estimular la percepción sensorial de los bailarines.

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