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La reivindicación de la pertenencia cultural

II. Dantza tradizionalaren esker onak

El pasado 2 de julio se cumplieron cuarenta años desde que se celebró el Euskal Herriko Dantzari Eguna en Iruñea
Egilea
Joana Perez
Komunikabidea
Deia
Mota
Albistea
Data
2018/12/02
Lotura
Deia

NO fue un camino fácil pero el 2 de julio de 1978 se hizo realidad un sueño en Iruñea: acoger el Euskal Herriko Dantzari Eguna. “Euskal Herriko Dantzarien Biltzarra existía de años antes pero la representación navarra prácticamente no existía. A partir de 1977 tuvimos un contacto con Iñaki Irigoien para formar parte de la delegación navarra”, recuerda Mikel Iraizoz, uno de los que se implicó en la comisión de 1978 de Nafarroako Euskal Dantzarien Biltzarra, que preparó esta cita que significó un cambio radical en la celebración de alardes. “Fue un planteamiento novedoso porque se hizo un repertorio que representaba a cada herrialde, se enseñó a los grupos a bailarlo, se preparó un disco digno que se pudiera utilizar en los ensayos y en la revista Dantzarise recogía la historia y las partituras de todas las danzas que se iban a representar ese día”, detalla.

Portada y reportaje publicado en DEIA el 4 de julio de 1978.

Portada y reportaje publicado en DEIA el 4 de julio de 1978. (Foto: DEIA)

El que el 2 de julio de 1978 el coso de Iruñea estuviera “a reventar” fue un recorrido plagado de espinas, teniendo en cuenta la situación política y social de la época;no en vano, “el 8 de julio se produjo el desastre de la plaza de toros (en el que hubo un muerto y más de 150 heridos)”. “Solicitamos un permiso para hacer un desfile masivo por las calles de Iruñea y actuaciones en barrios y pueblos cercanos por la mañana, pero el Gobierno Civil nos lo negó”, rememora Iraizoz quien reconoce que recurrieron a “una gestión personal” argumentando que el evento “era una cuestión festiva” y lograron que el veto quedara en suspenso.

La implicación de la gente permitió que “a la mañana se llevara a grupos de distintos herrialdes a las plazas y en cada una hubo representación de casi todos los herrialdes”. La emoción del momento, las ganas por vivir esta experiencia cambiaron los planes de la organización. “La mañana concluyó con una comida improvisada debajo de la plaza de toros y nos supuso un problema para organizarles y hacer el desfile por el casco antiguo de la ciudad y que entraran formados de cara al espectáculo de la tarde en el coso de la plaza”, apunta Iraizoz quien subraya que lo que se les pidió a los grupos que participaron es que ejecutarán los bailes “con dignidad”. Unas danzas que dieron comienzo con el aginteriena.

Una plaza “llena, más de noventa grupos provenientes de todos los herrialdes, más de 3.000 dantzaris” convivieron en una jornada que concluyó con El baile de la era, que representaron todos. “Fue el colofón. Gente de Estella se desplazó a otros puntos para enseñar a los grupos los pasos”, afirma Iraizoz.

Fue un punto de partida para “los años de gloria y esplendor de los grupos de danza”. Pero sobre todo la celebración del Euskal Herriko Dantzari Eguna aquel 2 de julio “reivindicó nuestra cultura. Se reivindicaba ese sentimiento común de que perteneces a una mismas cultura y las danzas son un exponente más”, sentencia este hombre que peleó para que este acontecimiento marcara el camino a seguir en la capital navarra.

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