En este caso, el curso se centra en el dolor, esa sensación física molesta que condiciona la vida de las personas y que tan presente está en la danza. Todo ello con un enfoque de aprendizaje y capacitación que hará bailarines y bailarinas con recursos y herramientas para afrontar las situaciones adversas”, explica Sonia Díaz de Corcuera, concejala de Cultura y Educación.

Conocer el dolor
En ocasiones, este dolor aparece motivado por una lesión, pero otras veces no se encuentra una correspondencia plena entre daño y dolor. En ambas situaciones, la persona tiene que enfrentarse a la dolencia, conocer cuándo es seguro volver a la danza y manejar los sentimientos y emociones que surgen en la experiencia dolorosa (hipervigilancia, catastrofismo, desinformación, creencias limitantes, rumiación, miedo, etc).
Este curso, aunque trata el dolor en general, se centra en ese sin causa aparente, en conocerlo, afrontarlo y aprender a gestionarlo: “Contrariamente a lo que se pensaba, el dolor no surge del cuerpo, sino del cerebro, tras un complejo proceso de integración de la información corporal y conocimiento acumulado en los sistemas de memoria predictiva.
La irrupción de la Neurociencia ha planteado un cambio radical de conceptos cuestionando gran parte de los principios básicos del modelo estructural y valorizando la trascendencia de la evaluación que el cerebro hace del estado del aparato musculoesquelético”.
En el marco de esa formación continua, el conservatorio también ofrecerá talleres de Alimentación en la Danza para el alumnado y sus familias. El objetivo es fomentar una alimentación nutritiva y trabajar en tener una buena relación con la comida.