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La pasión se hace ballet con 'Anna Karenina'

El ruso Boris Eifman trae en octubre a Donostia su alabada coreografía Mezcla el baile clásico con el moderno

Egilea
Roberto Herrero
Komunikabidea
Diario Vasco
Tokia
San Sebastian
Mota
Albistea
Data
2008/09/10
Desde la organización del teatro donostiarra se muestran emocionados con este espectáculo. El responsable de Artes Escénicas de Donostia Kultura, Norka Chiapuso asegura «que es el mejor montaje de danza que hemos traído desde la reapertura del Victoria Eugenia». Por su parte, Sorín Melinte, productor de la gira de este montaje en España, comentó que «sería una pena que el público no acudiese en masa a ver la representación porque es sin duda una de las mejores creaciones artísticas de danza que en este momento se pueden ver en todo el mundo. De Eifman lo que hay que decir con rotundidad es que es un genio, ni más ni menos».
Los integrantes de este ballet, que tiene su sede en San Petersburgo, cuentan no sólo con una gran valía artística, «sino que también deben mostrar una importante capacidad atlética para poder resistir lo que Eifman les exige en sus trabajos», dice Melinte.
Bailarines y actores
Para este coreógrafo sus bailarines deben ser también actores. Su compañía no es una formación de estrellas, «son grandes solistas que a su vez forman un grupo a la medida de su creador porque su director prefiere tener un equipo». Son sesenta bailarines y cuentan con un centro coreográfico montado por el gobierno ruso y la ciudad de San Petesburgo. «Los únicos en Rusia con capacidad para montar una o dos producciones al año a pesar de las dificultades económicas del país».
El espectáculo Anna Karenina fue estrenado hace tres años y es fiel a la línea de trabajo de Eifman, «en la que se vale no sólo del virtuosismo tan reconocido históricamente en el ballet ruso, sino que potencia especialmente la capacidad de expresión», asegura Melinte. Basada en la novela de Tolstoi, la Anna Karenina de Boris Eifman se centra «en las tribulaciones de una mujer que se debate entre el deber y la pasión, expresado en escena no únicamente con belleza, también con sentimiento».
El baile que propone el maestro ruso con Anna Karenina y con el resto de su obra es «una mezcla de estilos, desde lo clásico hasta lo más inverosímil de lo contemporáneo, se podría decir que es un estilo neoclásico». Otra de las características de las creaciones de Eifman «es que no parte de una historia, sino de la música, él tiene una buena formación musical». En opinión de Melinte, «el fin primordial de sus coreografías es el de emocionar al público».
Así lo viene haciendo desde 1977, cuando creó su propio ballet «rompiendo con las estrictas reglas del academicismo ruso, resistiendo a las corrientes y a las modas para buscar su propio camino». Su gran éxito le llega en 1997, cuando el teatro Bolshoi de Moscú le abrió las puertas y allí presenta tres de sus obras: Tchaikovsky,Gisselle roja y Hamlet ruso. Un año más tarde triunfa en Nueva York, ciudad que pasa desde entonces a ser habitual en sus giras por todo el mundo.
La obra de Eifman se basa generalmente en textos dramáticos, pero también realizó un incursión en la comedia, concretamente con una coreografía sobre la película de Billy Wilder, Con faldas y a lo loco. Otras producciones suyas son un Réquiem de Mozart que montó coincidiendo con el golpe de Estado de 1991 en Rusia, Los hermanos Karamazov o un Don Quijote alejado del clásico ruso.
La pasión se hace ballet con 'Anna Karenina'
Dos de los bailarines del espectáculo 'Anna Karenina'.
 

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