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La Octava, un acto tradicional cada vez más popular
El grupo de dantzaris del Ayuntamiento puso un brillante colofón para despedir las fiestas
Después de nueve días de fiesta, jolgorio y diversión, las fiestas de San Fermín pusieron punto y final un año más con la tradición de la Octava antes del último acto de despedida de las fiestas, el Pobre de Mí. El acto consta de la procesión de la Corporación municipal desde la plaza del Ayuntamiento, pasando por la calle Mayor, hasta llegar a la iglesia de San Lorenzo, donde se celebró una misa en agradecimiento al santo.
Desde alrededor de las 10.30 horas, la plaza Consistorial se llenó de familias que siguieron los bailes de los Gigantes y se escapaban de los golpes de los kilikis, y se quedaron en el corazón de la ciudad, allí donde hace no tanto comenzaron las fiestas, para presenciar durante este acto de despedida el paso de la Corporación. Las concejalas y concejales, vestidos con sus trajes de roncaleses, estuvieron acompañados por los dantzaris, txistularis de Pamplona y Tolosa, timbaleros, la guardia de gala... Y, al final de la comitiva, La Pamplonesa, con sus integrantes vestidos esta vez con chaquetas blancas.
Quince minutos antes de la eucaristía, la corporación municipal, encabezada por el alcalde de Pamplona Joseba Asiron, se dirigió a la capilla de San Fermín, en la parroquia de San Lorenzo. Allí, se celebró la misa que estuvo amenizada por la Capilla de Música de la Catedral y la Orquesta de Cámara con Aurelio Sarasate como director. Tras el oficio, la Corporación volvió a unirse en la sacristía para iniciar el camino de vuelta a la Casa Consistorial. De nuevo, las familias llenaron el recorrido, para seguir el paso de concejales y concejalas y dar la despedida a los Gigantes y Cabezudos en la plaza Consistorial.
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