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La noche de Yebra

Komunikabidea
Deia - Noticias de Bizkaia
Mota
Albistea
Data
2010/08/28

Igor Yebra sacó a la calle a miles de bilbainos para ver ballet. El afamado bailarín protagonizó en su ciudad una de las actuaciones más sorprendentes y divertidas de Aste Nagusia. Acompañado del pregonero y de la txupinera, interpretó un sirtaki final que impresionó a los entendidos y a los más inexpertos. Esta vez no hubo tutús, ni pasos refinados, ni un silencio sepulcral, pero la actuación consiguió emocionar a todos. Hasta a los más futboleros.

Cuando Igor Yebra se puso la camiseta del Athletic, el público de Abandoibarra rugió. "He jugado en casa y comparto la pasión que sienten los bilbainos por nuestro equipo", confesó el bailarín minutos después de finalizar la actuación. "Lo de la camiseta era una apuesta segura. Me he permitido hacer este guiño al público porque estamos en Aste Nagusia. Quería que este ballet fuera una fiesta", explicó Yebra, quien aprovechó la oportunidad "para descubrir a la gente la parte divertida de la danza".

Los espectadores de Abandoibarra se lo pasaron en grande, pero no tanto como el pregonero y la txupinera de Aste Nagusia. Isidro Elexgarai y Aratz Irazabal se menearon a ritmo de sirtaki a pesar de ser éste un género poco habitual para ambos. "Lo mío son los bailes de salón: rumbas, boleros y pasodobles", comentó el pregonero tras el bailecito. "El sirtaki no lo domino todavía", se justificó Elezgarai. Tampoco la txupinera pudo seguir el ritmo a Igor Yebra. "Yo en las txosnas bailo mucho, pero no ballet precisamente", bromeó.

El final de la noche estuvo repleto de sorpresas, pero antes hubo tiempo para media hora de auténtica danza clásica. Acompañado por el Ballet Nacional de la Orquesta de Lituania, Yebra se transformó en John, protagonista de la suite Zorba el Griego. La obra del compositor Mikis Theodorakis cuenta la historia de un joven que sólo valora la belleza y al que un anciano enseña a enamorarse, con la que Igor Yebra cautivó al público. "Es un ballet ligero, sin pretensiones psicológicas y con un mensaje muy claro. Hemos seleccionado los últimos actos, que son los más rápidos y conocidos, pensando en que la gente participe y para que no se canse de estar de pie", dijo Yebra, muy interesado en convertir el ballet en un arte popular. "Hay personas que no pueden permitirse pagar una entrada de teatro y hay otras que, simplemente, piensan que la danza es aburrida. Para todos ellos, ésta ha sido una excelente oportunidad de acercarse a esta disciplina que, como habrán comprobado, puede ser muy animada y divertida", apuntó al acabar de bailar. "Es cierto que las actuaciones dentro de un teatro requieren de un mayor rigor, pero la base del ballet es la misma que la que hemos visto aquí", aseguró refiriéndose al paseo de Abandoibarra.

Estaba previsto que la actuación durase 50 minutos, pero el baile se extendió media hora más. Zorba El Griego comenzó con unos primeros actos bellos y sosegados. El público contempló en silencio los pasos de Yebra sobre el escenario ubicado junto al Guggenheim, aplaudiendo en los entreactos. Nadie se esperaba el acelerón que pegaría Zorba en la parte final de la función. Llegó el sirtaki final, y los acordes de una de las melodías más conocidas de Theodorakis sonaban cada vez más deprisa. El ritmo invitaba a bailar, y el público de Abandoibarra no dudó en acompañar con palmas los acordes, mientras Yebra animaba a todos a seguirle el ritmo. Hasta que la música dejó de sonar. Entonces los bailarines se despidieron con múltiples reverencias y desaparecieron del escenario.

Parecía el final del espectáculo, pero no. Aún quedaban por salir a escena tres protagonistas más. La txupinera, el pregonero y la camiseta del Athletic acompañaron a Igor Yebra en los dos últimos sirtakis, que redondearon un ballet diferente al estilo de Bilbao.

El pregonero y la txupinera acompañaron a Igor Yebra.

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