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La música de los caldereros calentó motores en Donostia para el cercano Carnaval
La comparsa tradicional animó las calles de la parte vieja. La agrupación festiva de Gehitu actuó por la zona centro de la ciudad
A pesar del poco tiempo que ha transcurrido para recuperarse de la tamborrada, fueron muchos los que no dejaron que el cambio de fecha les despistara. Alentados por la soleada tarde e intentando ignorar las bajas temperaturas, muchos donostiarras no quisieron perderse el plato fuerte de ayer, la Comparsa Tradicional de Caldereros. Una vez más, la Parte Vieja fue el escenario perfecto para esta agrupación, que desde las 22.00 horas llenó las calles a golpe de martillo y sartén.
Para Jon Ander Aizpurua, que ha tomado parte 45 veces en este acontecimiento festivo, la fiesta de Caldereros es "la mejor fiesta de Donostia". Por su parte, Ramón Arrúe, que intervino ayer por segunda vez en este conjunto que pone voz a las clásicas canciones con música de Sarriegui, afirmó que "primero son los Caldereros y después, la tamborrada".
La exhibición coral y de humor dio comienzo a las 21.50 horas en la calle Fermín Calbetón, donde se juntaron las tres carrozas y los caballos que forman parte de la gran tribu de Caldereros de la Hungría. Allí iniciaron el desfile los 348 componentes de la comparsa, con sus respectivas sartenes y martillos. La reina de este año, Amaia Txabarria, pudo lucirse desde su calesa al igual que sus damas, Joseba Galarraga y Patxi Besné.
Los caldereros montaron su campamento en la plaza de la Constitución y allí ofrecieron su amplio repertorio musical, con presencia del oso y del resto de personajes que componen la parada festiva. El público, con numerosos niños, abarrotó la plaza y no ahorró aplausos.
Por otro lado, la comparsa de la Asociación de Gays y Lesbianas Gehitu, hizo su salida desde la calle Larramendi a las 22.15 horas y prolongó la fiesta hasta las una de la madrugada en la calle Manterola.
La fiesta de ayer nació en Donostia en 1884 en forma de pequeño homenaje a las tribus de gitanos que venían a vender y arreglar utensilios en la época del Carnaval. Un carnaval donostiarra que en aquella época podía compararse sin complejos con el siempre elegante carnaval veneciano, según algunos.
Con el estruendo de la tamborrada aún resonando en la memoria, fue la música de Raimundo Sarriegui la elegida para acompañar a los imitadores de húngaros con sus bailes y golpes de sartén. Desde entonces la fiesta se ha mantenido en los calendarios.
Entre ayer y hoy, 17 comparsas animan las calles con sus coloridos trajes decorados con alhajas de oro, grandes sombreros negros y multitud de pañuelos anudados por el cuerpo. Los bailes zíngaros y los cánticos de los participantes no cansan al público donostiarra.
Unas zíngaras de la comparsa tradicional se divierten, anoche, en la Parte Vieja.Fotos: iker azurmendi
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