Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka La 'Madame Butterfly' de Ramón Oller abrirá hoy el festival del Teatro Gayarre

Dokumentuaren akzioak

La 'Madame Butterfly' de Ramón Oller abrirá hoy el festival del Teatro Gayarre

Metros transmite a través del movimiento el drama y la espiritualidad de esta historia. La música de Puccini se funde con otras melodías orientales en esta propuesta basada en las emociones

Egilea
Ana Oliveira
Komunikabidea
Diario de Noticias
Tokia
Pamplona
Mota
Albistea
Data
2008/04/30

Oller, que ya mostró en Pamplona su versión de Carmen , llevaba tiempo tratando de abordar esta historia universal, retrato de una mujer que cree en el amor hasta el punto de olvidarse de quién es y de dónde viene, hasta el punto de no quedarle más salida que la muerte. Así que, partiendo de la música de Puccini, "la primera partitura de la que me enamoré", dice, utiliza el argumento original para sustentar su travesía por el desgarrador periplo vital que realiza esta geisha trágica y romántica. Recorrido que arranca cuando, cuando a finales del siglo XIX, Cio-Cio-San, joven de 16 años, es comprada por Benjamin Franklin Pinkerton, teniente norteamericano que participa, así, de la costumbre por la que los militares contraían matrimonios temporales con jóvenes del lugar. En su hogar de Nagasaki, la pareja vivirá una relación desigual, ya que lo que para él es un capricho exótico, para ella se transforma en un amor incondicional y destructivo que la llevará, incluso, a convertirse al catolicismo para estar más cerca de su hombre, despertando el enfado y rechazo de su gente, que la repudiará cuando, después de un año de ausencia, él regresa con su esposa, ésta sí oficial, lo que coloca a la protagonista, madre de un hijo ilegítimo, en una situación insostenible que sólo admite una triste solución.

Cautivado por este drama, Oller ha creado un nuevo lenguaje para transmitir los complejos sentimientos que hacen que la relación entre los dos personajes acabe en tragedia. Así, en un primer momento, el montaje se estrenó en el Festival de Perelada en 2006 con un planteamiento innovador en el que los personajes femeninos eran interpretados por hombres y viceversa. Sin embargo, como dice su asistente de coreografía, Alicia Pérez-Cabrero, "Ramón nunca se queda conforme con un trabajo y siempre trata de ir un poco más allá en la investigación", de manera que, en esta segunda versión que ahora llega al Gayarre, devolvió a los personajes a su condición original "porque le interesaba enfocar la historia desde el punto de vista femenino". Cosa que hace a través de Butterfly, una mujer que, pese a su cultura oriental, "en fondo de su alma es como cualquier otra mujer", añade la ayudante, que destaca, así, otra de las intenciones de Oller con esta propuesta, que consiste en manifestar las dificultades que ayer, como hoy, provoca el choque entre culturas muy diferentes. "Él ha querido dar mucha importancia a los sentimientos de esta mujer que representa a la esperanza, ya que es capaz de esperar el tiempo que haga falta a un hombre de otro origen social y cultural con el que ha tenido un hijo; y eso puede estar pasando hoy en día en cualquier parte del mundo", subraya la coreógrafa, por lo que el hecho de que el relato transcurra en Japón, cuya estética se plasma en vestuario y escenografía, "no es lo más importante", ya que esta historia trasciende las fronteras del tiempo y los países.

cerca del público La Madame Butterfly de Metros asimila el concepto de mestizaje también a través de la música que contiene los movimientos de sus diez bailarines, guiados por Puccini en los momentos más emblemáticos y mecidos por melodías orientales contemporáneos en episodios que definen a los personajes. Es el caso de Goro, interpretado por Sandrine Rouet, alter ego de la protagonista y garante del peso de la tradición en esta adaptación del coreógrafo catalán. "Aparte de narrar la historia de amor, Ramón ha querido dar a la obra una dimensión espiritual a través de este doble personaje", cuenta la bailarina, que al comienzo hace las veces de casamentera entre oficiales y geishas y más tarde se transforma en conciencia de Cio-Cio-San, "a la que recuerda que dejar sus tradiciones y a los suyos sólo puede conducirle a un trágico final".

Y, aunque la tragedia sobrevuela toda la trama, también hay instantes para la alegría, el erotismo y la sensualidad, plasmada en la gestualidad de las geishas, entre tímida y sugerente. No en vano, Oller ha querido erigir un "espacio emocional", un "espacio vivo, que interactúe y respire con los bailarines, que reaccione a sus movimientos, que canalice sus emociones y las escenifique para el público". Ese público que es referente imprescindible del coreógrafo catalán, defensor de la "democratización del arte" y fiel al propósito de que el espectador "se sienta involucrado con lo que ocurre en el espectáculo".

Imagen

Sandrine Rouet y Alicia Pérez-Cabrero, ayer en el Gayarre.Foto: bergasa

Dokumentuaren akzioak