Edukira salto egin | Salto egin nabigazioara

Tresna pertsonalak
Hemen zaude: Hasiera Hemeroteka La lucha con makila quiere encontrar su lugar en Euskadi

Dokumentuaren akzioak

La lucha con makila quiere encontrar su lugar en Euskadi

Durante siglos fue la estrategia de combate de los baserritarras

Egilea
Cristina M. Sacristán
Komunikabidea
Deia - Noticias de Bizkaia
Mota
Albistea
Data
2011/01/25
Lotura
Deia - Noticias de Bizkaia

No es ningún juego, aunque en euskera se le llame makil jokoa. La lucha con makilas es como la vida misma: dura y, en otros tiempos, cruenta y necesaria para la supervivencia. Nada de folklores. Hablamos de pastores defendiendo a sus ovejas del ataque de los lobos, de recaudadores de deudas atravesando caminos inhóspitos para cobrar, en peligro de ser atacados por ladrones; del pueblo llano combatiendo en las guerras carlistas, y aprovechando la desventaja de los soldados al tardar casi un minuto en recargar sus fusiles de avan-carga (por lo que tiraban de bayoneta)... Todos ellos empleaban la técnica de los makilkaris, un sistema de combate, una esgrima de palo. Y el objetivo era claro: defenderse, o incluso matar.

Parece difícil imaginar que un aldeano con mucho coraje pudiera vencer a un espadachín tan sólo con un palo, un bastón de madera hecho en su propia casa. Pero es un hecho histórico. "El soldado contaba con filo y punta, pero el makilkari, con las dos manos, y con un palo con bisel en la punta y pinchos, que desgarraban", explica a DEIA Iñaki Ganboa, luchador con makilas que empezó a tirar del hilo de la investigación de los orígenes de este tipo de pelea y que este año publicará un libro monográfico. Iñaki y su amigo y compañero de luchas Goyo Martín emulan cómo eran este tipo de peleas en la antigüedad: el makilkari contaba con un palo de máximo 1,30 centímetros de longitud -para que no chocara con el suelo-, lo hacía girar, para que cogiera inercia y no desgastar su energía, hasta encontrar la ocasión y atestar el golpe. "Se trataba de matar sin que te hicieran mucho daño", resume taxativamente, y desdeñando comparar la makil borroka con ninguna danza: "Aquí no se trata de que quede bonito, el combate es muy sucio, muy feo", resume.

La diferenciación entre lucha y baile también la hizo el antropólogo Juan Antonio Urbeltz, "tampoco veía una relación directa", señala Ganboa. Aun así, al ver luchar a los makilkaris sí existe un ritmo y una estética que podría recordar a la de un luchador con sable. Así lo confirma uno de ellos, Mikel Aranburu, también esgrimista que participó como especialista en el rodaje de la película Alatriste.

Sicilia-euskadi

Nos hallamos en Oiartzun, donde actualmente entrenan los makilkaris vascos. Todo empezó cuando, hace años, Iñaki, Goyo y José Carlos Arrieta conocieron a unos luchadores sicilianos, quienes les apuntaron que a buen seguro antaño hubo luchas con palos en Euskadi. Iñaki se sorprendió pues, aunque no es etnógrafo, sí contaba con bastante conocimiento de las costumbres ancestrales de los vascos, y su familia procede del interior de Gipuzkoa. Así que empezó a investigar.

Primero pudo averiguar, a través de un tío suyo, que a finales del siglo XIX hubo combates en Amezketa. La guerra civil del 36, como tantas otras cosas, truncó la actividad de los luchadores, pero, tras conseguir datos en archivos, libros y por la tradición oral, Iñaki llegó hasta la Batalla de Baeza de 1217, en la que, según han ido transmitiendo en Leiza a lo largo de generaciones, había luchadores de bastón. Las técnicas de combate que ahora han recuperado estos makilkaris -en su mayoría guipuzcoanos- pertenecen a las de los comienzos del siglo XIX. Antes de charlar con personas que podían hablar en primera persona de estos sistemas de combate, Iñaki se sumergió en libros de viajes y "muchísima documentación", entre ella libros de etnógrafos decimonónicos.

Por ejemplo, J. Ignacio de Iztueta, en Gipuzkoako dantza... (1824), cuenta tres casos de makilkaris enfrentándose a espadachines. Aita Larramendi, en Corografía de Guipúzcoa, y Juan Benantzio Arakistain, en El basojaun de Etumeta, entre otros autores, verifican cómo en Euskadi se daba una técnica de lucha que era una modalidad de esgrima. E Iñaki comprobó en sus indagaciones que los orígenes de este tipo de pelea se situaban en "el mundo pastoril".

Entonces, el actual irakasle de makil jokoa dio con un anciano "dispuesto a enseñar la técnica básica familiar" a cambio de discreción, relata hoy Ganboa. Así, las clases tuvieron lugar en el caserío, como antiguamente se entrenaba en las cuadras, campas y bordas...

De ahí, y aderezado por las enseñanzas de los sicilianos y de otro vasco anónimo de cuarenta y pico años, el aprendizaje activó una asociación, Mikel Donea Makil Joko Taldea, que es la que hoy conforman un grupo de vascos que primero entrenaban en Donostia y actualmente miden sus fuerzas en el Polideportivo de Oiartzun.

Dureza

Las luchas de nuestros ancestros fueron muy duras, pues, y los makilkaris contaban con "estrategias de combate que van cambiando de una enseñanza a otra", narra Ganboa, quien heredó el sistema empleado en el siglo XIX. Su maestro había combatido de verdad, con roturas de huesos incluidas. En el caso de los luchadores con makila de su asociación, sus entrenos se basan en tanteos, en series técnicas, midiendo muy bien la distancia de seguridad. Con todo, también se han llevado algún golpe y, según indica Goyo Martín, "duele mucho". Esta redactora accedió a sujetar una makila con fuerza, y recibir un golpe en ella de un makilkari, y da fe de la contundencia con que se practica esta lucha...

Dado el carácter recio de esta actividad, los actuales makilkaris no acostumbran a hacer exhibiciones, ya que entienden que no practican una danza o un simulacro. Tampoco quisieron posar para las fotografías con algún atuendo especial pues "antaño luchaban con sus ropajes habituales, no se trataba de soldados con uniforme. Además, hasta el siglo XVIII los militares no usaron uniformes", argumenta Iñaki Ganboa.

¿Por qué están haciendo crecer y recuperando esta actividad ancestral? Sus protagonistas hablan del interés por la Historia y "el gusto por la pelea, el interés por este sitema de combate". Rechazan que se compare su lucha con la oriental, puesto que es occidental -de las pocas que quedan- y no es marcial, y porque sus técnicas son específicas. El origen funcional de la makil borroka fue, como decimos, la defensa personal, pero los entrenamientos mejoraban y perfeccionan mañas. De hecho, aclara Ganboa, no es preciso tener una gran fuerza física para ser hábil al asir un bastón de estas características: la estrategia prevalece.

Y es que las makilas nunca fueron diseñadas inocentemente: no hacía falta que tuvieran punta para poder herir, romper, desgarrar e incluso matar. Los makilkaris de hoy muestran cómo sus ancestros hacían rotar el palo y golpeaban, pero siempre optimizando los esfuerzos. "Ser hábil, alto o fuerte estaba bien, pero lo importante era ser frío y no tener miedo", especifica Ganboa. "Bien manejado, el bastón tiene entidad", añade. "Una cosa es que controlemos, pero esto era un sistema de combate, en el que hay que saber atacar y defender", añade Goyo Martín. Guerreros evocadores del pasado en pleno siglo XXI.

El makilkari busca el momento y asesta el golpe mortal en la cabeza.

El makilkari busca el momento y asesta el golpe mortal en la cabeza. (Foto: iker azurmendi)

Dokumentuaren akzioak