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La jota quiere ser mayúscula

Un documental defiende la vigencia del baile popular como ejercicio de comunicación

Egilea
Ane Zugadi
Komunikabidea
El País
Tokia
Bilbo
Mota
Albistea
Data
2016/02/20
Lotura
El País

No es la primera vez que “el baile total” cae y tiene que volver a levantarse. A finales del siglo XIX se topó con el férreo marcaje de la Iglesia que lo consideró un acto pecaminoso. Después, el nacionalismo le cogió la mano para hacer de la jota un baile casto, puro y exclusivo de los vascos; aunque, bien mirado, tiene una base común con otras tantas danzas regionales. Los óleos de José Arrue o Aurelio Arteta retratan al detalle aquellas romerías en las que se encontraban, en un diálogo festivo, señoritos de ciudad y aldeanos, todos ataviados con trajes tradicionales, txapelas y albarcas.

Desde hace una década, Aiko Taldea trabaja por recuperar el ambiente de esos lienzos y volver a tomar las plazas con el baile. Es un colectivo de músicos y maestros de danza que trabaja la difusión del baile sin el corsé y la rigidez de las academias. Pretenden “sacar a la gente del armario coreográfico” a través de un modelo de enseñanza alternativo. El fundador de este grupo, Sabin Bikandi, habla de recuperar la esencia de la jota, que hablando pronto y claro, “no tenía otra función que arrimar la cebolleta”.

El ligue siempre ha estado detrás del baile popular, hasta que éste se cerró entre cuatro paredes. En 1927 se fundó el primer grupo de danzas. Se logró una importante proyección internacional pero, sin pretenderlo, supuso un tijeretazo con su filosofía. La depurada técnica de las competiciones avergonzó a quienes solo levantaban los brazos y piernas para socializar. “Ver la uniformidad de los espectáculos hizo que el público se acomplejara”. Perdieron la confianza. Bikandi toma como referencia la educación musical. Nadie se sienta delante de un piano para tocar una sonata de Beethoven sin haber aprendido antes solfeo, ni haberse familiarizado con el instrumento. Con la danza ocurre lo contrario.

Se enseñan bailes pero no la técnica del baile en sí misma, y eso va en claro detrimento de esas funciones básicas, como son la capacidad de comunicación e interacción entre personas. “No queremos que parezca que estamos amargados”, puntualiza Bikandi, pero consideran que el futuro de la jota pasa por simplificarla. Un punto de vista que comparte el director de la compañía Kukai Dantza, Jon Maya: “La clave es bailar de forma natural e incorporar la jota en cada momento a cada persona”. No aspiran a tener miles de seguidores. Tampoco se les pasa por la cabeza competir con el reggaetón. “Pretendemos ser una alternativa más, ligada a una cultura y que, además, creemos que tiene su sitio como punto de encuentro en una sociedad individualista”, sostiene Bikandi.

e hecho, cada semana se reúnen decenas de personas en las salas que la Universidad Pública del País Vasco (UPV-EHU) tiene en Bilbao. También organizan romerías, talleres y cursos que han congregado a más de 4.000 personas en los últimos diez años. El último proyecto ha sido la grabación de un documental en el que, desde una visión coral, se repasa pasado, presente y futuro de la jota. Grabado en euskera, Jotamentala (coproducido por Bideografik Ekoizpenak) es un homenaje al baile popular a través de la recopilación de testimonios de bailarines y coreógrafos como Cesc Gelabert y Jon Maya, o investigadores como Juan Antonio Urbeltz, Iñaki Irigoyen o Jose Inazio Ansorena. Ahora preparan el salto a Internet con una plataforma online en la que se incorporarán grabaciones de audio y video, ejercicios, partituras y otros elementos para seguir extendiendo a lo largo y ancho del mundo su devoción por la jota.

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