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La Fundición, un referente de las últimas tendencias escénicas, empieza a ser reconocido
«Después de muchos años de proclamar en el desierto, parece que ahora se dan cuenta de que estamos aquí». Son las palabras de Luque Tagua, responsable, junto a Laura Etxebarria, de la sala La Fundición. Palabras con cierto deje de amargura, pronunciadas después de agradecer unos premios que alegran pero que a gusto cambiarían por un poco más de interés cuando van a tocar puertas en busca de colaboración.
Y es que mantener una sala alternativa de iniciativa privada, con una programación de pequeño formato y siempre mirando a lo más contemporáneo y vanguardista, no es tarea fácil. «No nadamos en dinero. Este es un trabajo arduo, a largo plazo, constante y siempre deficitario. El peligro es que los equipos se quemen». Aunque reciben subvenciones, están cansados de tener que pelearse cada peseta de curso en curso, de estar siempre en vilo pendientes de que se mantenga el presupuesto o cambie de idea el director cultural de turno. «La consecuencia es que sólo podemos hacer una programación a tres meses vista, cuando lo ideal sería trabajar la programación de un año».
Tanto Luque Tagua como Laura Etxebarria son bailarines y el grueso de la programación de la sala lo dedican a esta disciplina, lo que constituye otra gran excepción en este país. Eso implica traer muchos grupos de fuera, lo que significa gastos de hotel y viajes. «Afortunadamente, tenemos ya un prestigio, y gente como Rodrigo García, Willi Dorner, o compañías de caché vienen con unos costos de risa. Otras, sin embargo, prefieren ir a de Cuenca a Madrid perdiendo dinero que venir a Bilbao, a pesar de que somos de los pocos que garantizamos un mínimo para cubrir los gastos».
Aprender a gestionar
Luque y Laura llegaron a Bilao en el año 85 en una compañía de danza y se lanzaron a la aventura de abrir un espacio en el que crear y difundir. Pronto tuvieron que dejar de lado el primer objetivo y se entregaron a la tarea de dar salida a las creaciones de sus propios compañeros. La Fundición se convirtió así en espacio de difusión y sus responsables tuvieron que aprender las labores de gestión.
Con un equipo mínimo, han sabido hacer viable una sala que ha ido tomando nombre en Europa como referente de las últimas tendencias de danza y teatro de pequeño formato.
El salto fundamental fue en el 95, cuando abandonaron su primera lonja industrial de ahí el nombre de La Fundición a la que había que acceder en montacargas, para trasladarse a una lonja frente a la Ría, junto al Puente de Deusto. En la otra orilla, junto al Palacio Euskalduna, se trabaja actualmente en levantar el complejo de lujo de Abandoibarra. «A partir de ahí dejamos de ser muy off, porque a la gente le gusta ser off, pero en Nueva York o en Berlín. Aquí podíamos atraer a otro tipo de público», recuerda Tagua.
Los grupos que acuden a La Fundición conocen las limitaciones de espacio, la capacidad presupuestaria de la sala y su política de precios populares y se adaptan a ellas. Y es que esta sala se ha convertido en un punto de cruce de información cultural. «Nuestra vocación es ser un espacio para un público diferente, dentro de esa ciudad moderna que se está construyendo aquí, un espacio referente de los trabajos punta de lanza, donde se den cita los creadores del siglo XXI define Tagua. A veces tenemos aciertos y a veces fracasos, pero entre todos creamos lo que puede ser la evolución de las artes contemporáneas». Son, además, muy exigentes con su propio trabajo y saben que su público lo es más aún. «Nosotros diferenciamos entre espectador y público. Un espectador es aquél que puede ir a un evento atraído por la publicidad, y punto. Y un público crítico es aquél que abre los ojos y quiere que se arriesgue, se acierte o no».
A Luque y a Laura les encantaría que hubiese más salas como ésta en Euskal Herria, porque eso «significaría una red de espacios alternativos. Queremos ser parte del tejido cultural de una ciudad y de un país que está trabajando por una identidad», afirman. Las propuestas que ofrece La Fundición requieren una cercanía y un contacto «casi humano» dadas las dimensiones de la sala. «Lo que vemos aquí no se puede dar en el Arriaga, porque se perdería en la distancia», observan.
La Fundición también colabora con otras instituciones a nivel de información, además de ofrecer regularmente clases de formación de teatro y danza y cursos de especialización con los profesionales que acuden a actuar en la propia sala y tienen «algo que aportar».
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Diversidad en la programación del primer trimestre
Karolina ALMAGIA | BILBO
La Fundición ha elaborado una programación basada en la diversidad, donde se podrá ver el trabajo de compañías internacionales y de creadores vascos.
El curso 2001-2002 se abrió este pasado fin de semana con la actuación de la compañía de Willi Dornes, llegada de Austria.
El próximo fin de semana será el grupo de teatro El Rayo Misterioso, de Rosario (Argentina), quien presente dos trabajos referentes de la vanguardia de aquel país: "Muz" y "Ram". Esta compañía busca «caminos que accedan a otro lenguaje teatral, desechando en principio el texto literario y obligando al actor a un compromiso firme en busca de la comunicación», según explica el director Aldo El-Jatib.
La siguiente cita será los Encuentros Coreográficos de Seine Saint Denis, que se desarrollarán entre el 19 y el 21 de octubre. La Fundición quiere aprovechar la ocasión para mostrar el trabajo de los creadores vascos que actualmente trabajan fuera y, así, podrán verse las coreografías de Damián Muñoz, Idoia Zabaleta y Borja Ramos, Blanca Arrieta, Idurre Azkue, Sofía Asensio y Elena Córdoba, todas ellas a competición en este concurso internacional.
A otro nivel, La Fundición ha elaborado la programación de Dantzaldia que ha asumido la Diputación. Ello permitirá que en el Palacio Euskalduna se pueda ver, a lo largo del otoño, el trabajo de compañías internacionales de gran formato, como la Hans Hof Ensemble, de Amsterdam; María Pagés de Madrid; Damián Muñoz, de Gasteiz; LÈsquisse y CNDC, de Angers; y Wim Vandekeybus y Ultima Vez, de Bruselas.
La programación volverá a la pequeña sala de Deustua con la actuación de Alain Buffard el 10 y 11 de noviembre y continuará con teatro a cargo de la compañía Lucas Crannach Carlos Marquerie que presentará "120 pensamientos por minuto".
Rodrigo García, a través de La Carnicería Teatro, escenificará a principios de diciembre "Aftersun", estrenado el pasado 3 de julio en Grecia en medio de un escándalo poco frecuente. Como en todos los montajes de este creador, se mezcla la palabra con abundantes acciones físicas.
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