La fuente inagotable del flamenco

Crítica, Marco Vargas y Chloé Brulé-Dauphin

El flamenco, en los últimos años, está siguiendo caminos paralelos con otros tipo de danza, con los que convive estupendamente, tal es su poderío, y sin correr ningún peligro de desgaste ni contaminación, sino que prevaleciendo sobre las variaciones a las que se le somete, cuando éstas se hacen bien. Es lo que ocurre en este caso.

En esta propuesta del dúo Vargas-Brule hay una gran base de baile flamenco, sobre todo por parte del bailarín, que posee un dominio del zapateado potente, florido, virtuoso y realizado en momentos y espacios que aportan al espectáculo vistosidad, -por ejemplo, en la mesa boca abajo-. También la bailarina asimila en su plante y movimiento de brazos el arte finisecular del sur, y ambos, volviendo siempre a ese hilo conductor, se abren a otros movimientos coreográficos originales, efectistas y muy apropiados a lo que se quiera contar. Uno de los episodios más logrados -a mi modo de ver- fue el de la linterna: ambos bailarines logran una atmósfera íntima, cálida y sensual con la única iluminación de una linterna que manejan ellos mismos, en medio de la total oscuridad. Me pareció un paso muy bien realizado, de plena compenetración, que marca el momento de desnudarse en la pareja, de mayor felicidad, con gran lirismo en el movimiento y en la música -Mozart, claro-, frente a las cuchillas del cantaor o la música de percusión electrónica de otros pasajes. Tampoco renuncian a asomarse -siempre desde el flamenco, repito- a la música caribeña - también llena de luminosidad- bailada muy aflamencadamente y con gracia; o a la música árabe, como se sabe, tan cercana en el quebrado de la voz. La vida doméstica, la rutina, los momentos felices y la violencia van desfilando ante nuestros ojos con cambios bruscos en música y danza con un final que el cantaor augura dramático y que los coreógrafos han preferido no cargar a lo Carmen . Fue un espectáculo de planteamiento más bien austero, con los justos adornos -muy bellos- en pies y manos, y muy aplaudido por el público.