El Centro Coreográfico ubicado en Noáin, ya lo hemos dicho alguna vez, es un milagro para la danza contemporánea por su planteamiento tan profesional y por su proyección internacional. Sus dos directoras, Marta y Laida, con criterio y seguridad en lo que hacen, abren, continuamente, el trabajo de sus alumnos a todo el que quiera verlo, tanto en la propia sede de la Faktoria, como en otros escenarios. En el espectáculo de hoy toca la faceta más creativa. Son coreografías aún en proceso (“Work in progress”, dicen ellos; el idioma oficial de la escuela es el inglés), pero con la suficiente entidad para ser disfrutadas ya en el escenario. Son cinco alumnos que se descubren preocupados por la situación de mundo, por el feminismo, por problemas físicos individuales, por pensamientos, en definitiva, sobre lo cotidiano y, también, lo trascendental. Todo a través del movimiento de unos cuerpos disciplinados, expresivos y hermosos, que evolucionan entre la luz y la música.
‘Extra Violence’.
Nina Flores, en su trabajo, se siente preocupada por ser un “daño colateral” en un mundo hostil. Su danza es muy de suelo y con recursos al parlato, o a la quietud. Se escapa del escenario, como queriendo huir del mundo, pero debe volver, debe danzar. Su movimiento parte de un cuerpo muy joven, pero ya con cierta potencia. Arriesga, quizás demasiado, al quedarse quieta mirando al público unos minutos.
La Faktoria: Centro Coreográfico de danza contemporánea
Programa: Muestra de trabajos de Nina Flores, Juan Jurado, Isabel Bru Navarro, Asami Seki con Josephine Thomas, y Stefano Mattiello. Ciclo de danza del Ayuntamiento de Pamplona. Lugar: Civivox Iturrama. Fecha: 23 de Enero de 2025. Incidencias: Casi lleno (3 euros).
‘Letargo’ de Juan Jurado.
Excelente contraste entre el reposo total en un arrebujado envoltorio, y la evolución posterior hacia unos movimientos arriesgados, de cierto virtuosismo –paso sobre una mano–, que muestran técnica y madurez para enfrentarse a coreografías complejas. Derrocha fortaleza. Precisamente porque viene de la debilidad personal de la epilepsia. La danza, sin duda, cura. En la segunda parte de su propuesta, se pone el ropaje por montera, y quiere crear su espacio de conexión.
‘Me da igual, me importa’. Isabel Bru Navarro.
Una propuesta valiente y bastante original. Se agradece su comienzo, un tanto cómico, de movimientos hechos con el estómago, como riéndose de la gordura. Plantea la esclavitud de la belleza oficial de la mujer. La presión estética de cuerpos no tan canónicos. Muy acertada su corona de pinzas, sus aderezos artificiales de luces, su irrupción en el escenario con cierta estética de ama de casa. Al final todo su atrezzo lo organiza rítmicamente.
‘Whittle Ripple’: coreografía de Asami Seki bailada por Josephine Thomas.
Una coreografía muy bella. Bien estructurada y madura. Muy bien bailada por Josephine que cuadra los golpes de orquesta con el movimiento. En este sentido, es una coreografía muy sujeta a lo que suena, y exigente con la bailarina, que no se desgasta en su gesto repetitivo. El final, acelerando, está totalmente sincronizado entre música y bailarina, que siempre se mueve luminosa y resuelta en escena.
‘Luminecho’. Stefano Mattiello.
Su figura llena el escenario, desde luego, pero su coreografía es más críptica. Sus movimientos menos expansivos, más ceñidos al cuerpo. Ciertamente, luego, en el encuentro con los bailarines, Stefano explica la indeterminación narrativa de su coreografía; es solo lo que la luz proyecta sobre su cuerpo.
El público, que casi llenaba la sala, (este año el ciclo ha aumentado bastante la asistencia), aplaudió los trabajos, animando, sin duda, a los intérpretes.