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La ezpatadantza de zumarraga

Egilea
Anton Arbulu / Alcalde de Zumarraga
Komunikabidea
Diario Vasco
Mota
Iritzia
Data
2006/08/15
En la actualidad, y siguiendo el modo de ejecución de los maestros de Ordizia desde finales del siglo XIX, se ejecuta en nuestra población de forma previa a la celebración de la Misa Mayor en los días clave del 2 de julio y del 15 de agosto, fiestas patronales moderna y antigua, en los importantes templos de Santa María de Zumarraga (La Antigua), sede parroquial hasta el 14 de octubre de 1576, y Santa María de la Asunción, templo parroquial desde entonces.

Sin duda, este baile tiene una simbología especial. Hay varias teorías sobre su significado. Una de ellas es la que afirma mostrar a los habitantes de Zumarraga el valor o la importancia de las principales personas de la población, quienes expresaban de aquella forma su valía y destreza en público, a fin de que los que presenciaban el espectáculo supieran quién y qué importancia tenía el que aquellos movimientos ejecutaba, así como el linaje del cual procedía. Más tarde, esos movimientos serían imitados el resto del año por los más jóvenes para regocijo del público.

Lizarralde señala a la danza como «jeroglíficos de un rito hierático, simbología en acción de una mentalidad arcana y bellos motivos para tallar relieves historiados en un templo que se quiere dedicar en Gipuzkoa al augusto nombre de la Andra Mari». Para Gorosabel tiene un significado mucho más concreto: «la ofrenda anticipada que los guerreros hacían a la Virgen antes de sus experiencias militares, o bien una acción de gracias para esas mismas guerras después de sus victorias». De todas formas, «nada hay que confirme esta creencia popular, y es posible que sea, simplemente, un acto de homenaje nacido de la religiosidad de los habitantes de la villa».

En el intento de buscar antecedentes de esta curiosa forma de expresión, Larramendi señala que esta danza es una ofrenda al Señor, de la misma forma que David danzó delante del arca en la precesión que se hizo para traerla desde la casa de Obededon a Jerusalén, vestido de un ephod de lino blanquísimo. Danzó con todas sus fuerzas, practicando cuantas habilidades pudo, y siendo rey tan guerrero, lo hizo con su espada en la mano, acompañado por sus marciales cortesanos.

Tanto Ignacio Belaustegui como 'Peña' Basurto dan idea de que esta danza puede tener antecedentes guerreros, recogiendo el primero de ellos que pudiera haber sido comenzada tras la batalla de Beotibar, a la que acudieron gentes de esta tierra, festejando ante la Virgen el triunfo alcanzado.

Por fin, la ya mencionada Arizmendi señala que la danza «pudo ser un homenaje póstumo ofrendado en época gentilicia ante un túmulo funerario. Los brazos terminados en espadas parecen perforar el infinito, formulando mágicos conjuros. Quizás para empujar el alma del difunto por nuestro pueblo en época pagana y conductora de las dos almas supremas del amor y de la muerte».

Pero, además de las teorías existentes sobre su significado, podemos señalar algunos datos más sobre esta danza, de la cual poseemos los primeros datos directos en nuestro Archivo Municipal en 1628-1629, cuando ya aparecen documentados los músicos y dantzaris que la ejecutaban, fundamentalmente referidos a pagos realizados por el municipio con ese motivo. También de ese siglo son las primeras anécdotas, como la pelea protagonizada en 1656 por dos dantzaris, el 'guía' Bartolomé de Ibarguren, y el dantzari Juan de Alzola, la cual llevó a la cárcel al agresor. También tenemos presente lo ocurrido en 1762, cuando ante la no asistencia de dos de los dantzaris, Francisco y Juan de Izaguirre, y siendo Francisco el 'guía', hubo de suspenderse la danza, hecho por el cual el Alcalde ordenó el encarcelamiento de ambos.

Con el paso del tiempo la danza decayó en nuestra población, siendo mantenida viva por los maestros ordiziarras, a los que continuaron y siguieron vecinos de la villa como Saturnino Echevarría o el también maestro de txistularis Martín Elola, seguidos años más tarde por Julián Zabaleta y José Odriozola, quienes siempre gozaron del acompañamiento de los txistularis de la villa, encabezados durante años por Pascual Ocariz.

Desde aproximadamente 1970 es el grupo de danzas Irrintzi el encargado de ejecutar esta danza, manteniéndola viva, y coadyuvando, de esta forma, a que Zumarraga, pionera en tantas labores, recuerde año a año una de nuestras principales costumbres.

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