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La expresión toma cuerpo en Tolosa

23 bailarines y ocho compañías participaron en la gala del Día Internacional de la Danza. Los profesionales guipuzcoanos reivindican un instituto para jóvenes de 14 a 18 años y oficializar los estudios

Egilea
Ana Úrsula Soto
Komunikabidea
Diario de Noticias
Tokia
Tolosa
Mota
Albistea
Data
2007/04/30

Un ejemplo gráfico es el del donostiarra Jorge Nozal, elegido por la Asociación de Profesionales de Danza como el mejor bailarín revelación de este año. Él fue el encargado de cerrar ayer el espectáculo, aunque su carrera haya tenido que desarrollarse en el extranjero de la mano de la compañía holandesa Nederlands dans Theater.

"A partir de los 14 años, existe un vacío tremendo en la formación de danza en Gipuzkoa", critica Coral López-Castellanos, presidenta del colectivo, que este año ha centrado sus reivindicaciones en torno a la necesidad de contar en el territorio con un instituto de la danza dirigido a alumnos de entre 14 y 18 años.

"Pedimos a las instituciones que se involucren, porque el Departamento vasco de Educación nos ha dejado en un olvido absoluto, está totalmente al margen", denuncia la portavoz de los bailarines.

formación integral La reforma educativa de principios de la década de los 90 supuso la desaparición de los conservatorios de enseñanza reglada del territorio. Entonces, Educación debía asumir la nueva regulación y, en cambio, el actual decreto sobre escuelas de música "sólo reconoce los bailes tradicionales", censura López-Castellanos.

En el territorio existen en torno a 12 escuelas públicas de danza y otras tantas privadas en las que se imparten clases de ballet, pero es una formación no reglada. Los bailarines guipuzcoanos que quieren dar el paso hacia la profesionalización tienen que acudir al único conservatorio municipal, el centro José Uruñuela de Vitoria, validado para obtener el grado elemental y medio. Para cursar el grado superior hay que salir fuera de la CAV.

Por si no fuera suficiente, los bailarines deben compaginar sus estudios obligatorios con la práctica del ballet. "Es muy duro. En Donostia sólo existe el bachillerato musical. De este modo, los alumnos de grado medio obtienen una rebaja lectiva de casi la mitad", expone.

Por todo ello, los jóvenes aprendices de bailarín tienen que abandonar a su familia para proseguir con sus estudios a partir de los 14 años. "Pedimos el instituto para evitar ese desarraigo familiar", apunta López-Castellanos.

La escuela, con una duración de cuatro años, incluiría danza clásica y contemporánea, clase de puntas, repertorio, historia, anatomía aplicada a la danza, maquillaje escénico y otras tantas materias determinantes para "obtener una formación integral". "Resulta fundamental para poder competir en las audiciones, buscar trabajo o entrar en conservatorios de enseñanza superior", añade.

arte y supervivencia A pesar del "desamparo total" que sienten los profesionales de la danza en Gipuzkoa, no son pocos los que se abren camino. El joven Nozal o la otra bailarina donostiarra que recibió el viernes el reconocimiento de la asociación, Iratxe Ansa, no son ya tan desconocidos.

Tampoco el resto de los bailarines que ayer reivindicaron la transformación del cuerpo en movimiento en un repleto Leidor, donde demostraron que la danza es una de las artes más desnudas que existen. Sólo hace falta un escenario, el juego de luces y elementos tan inapreciables como el taburete que usaron Lorena Díaz y Leire Amonarriz, de la compañía Megaló Teatro-Móvil, o el pañuelo que unía a Harkaitz y Eneritz Ardanaz, de Kresala Euskal Dantza Taldea. Incluso a veces, un cuerpo semidesnudo, como lució Iker Arrue, de la compañía Cobos & Mika, es suficiente para expresar un sentimiento.

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