La danza, un espectáculo urbano

Una decena de grupos y escuelas de baile se reunieron ayer en Carlos III para celebrar el día de esta disciplina

Un propósito que, efectivamente, consiguieron. La Avenida Carlos III se convirtió en un escenario urbano colmado de transeúntes que aplaudieron los movimientos de infarto de los hip-hoperos o la elasticidad vertiginosa de los grupos de ballet. Danzas vascas, clásico, funky, hip-hop, neoclásico, capoeira y contemporáneo fueron algunos de los bailes que atrajeron durante el mediodía de ayer a un público volcado con todos los grupos. Minutos antes de las 12.00 horas, Virginia Oroz, coordinadora de la Escuela de Danza del Gobierno de Navarra, ultimaba con sus alumnos una coreografía de ballet donde los pequeños fueron los verdaderos protagonistas. El bailarín Óscar Pascual confesó "estar nervioso", por ser junto con Ioar Labat los únicos chicos de la actuación. Labat, más optimista, aseguró que se sentía "igual de nervioso, pero convencido de que todo iba a salir genial". Más experimentada pero no por ello menos nerviosa se mostró Oihane Astráin, bailarina también de danza clásica que realizó algunos estiramientos antes de dar comienzo la función. "Llevo dos meses preparando esta actuación. Al ser un baile muy técnico, no es fácil encontrar la postura perfecta que exige el ballet".

A los tutús y punteras sucedió un grupo de marineras de la Escuela de Danza Diana Casas que interpretaron un jazz de Christina Aguilera. Ángela Sada, integrante del grupo, aseguró que "llevaba desde septiembre ensayando y a pesar de que estoy bastante nerviosa, lo vamos a hacer bien". Uno de los momentos más animados del encuentro lo protagonizó el grupo de hip-hop Team rokers, una formación compuesta por seis integrantes y abanderada por Pablo García, que conmovió a los asistentes gracias a sus ritmos desenfadados y coreografías imposibles. Al son de palmas y gritos de ánimo, la banda demostró el sacrificio que supone este tipo de baile con acrobacias y giros que dejaron boquiabierto a más de uno. Instantes previos a la actuación, García declaró sentirse "un poco nervioso porque el suelo aquí es muy duro y dificulta el ejercicio".

Una vez caldeado el ambiente, el ánimo no podía decaer. Los miembros de Ascana lo sabían bien y deleitaron con sus movimientos enérgicos y capoeiras a un público que desde el principio coreó y palmeó cada uno de sus pasos. Una actuación vívida y espontánea que involucró a transeúntes e integrantes de tras formaciones.

Tras cargar con sus timbales y panderetas hasta Carlos III, la agrupación formada por 45 miembros, asombró a los espectadores que no pudieron contenerse y ponerse a bailar. Al frente de la agrupación, Aritz García, miembro de la asociación Haizea, aseveró que "el baile no es tarea fácil y requiere esfuerzo", pero aclaró que ante todo, "sarna con gusto no pica. Es algo bonito y tiene su recompensa saber que otros pasan buen rato".

La exhibición se prolongó durante más de dos horas durante las que distintos grupos de la geografía navarra desplegaron sus habilidades y acrobacias. Los bailes autóctonos tuvieron también cabida en el programa. El grupo de dantzaris Duguna inauguró la jornada dedicada al baile con las danzas típicas de la Comunidad Foral. Miriam Goñi, miembro de Duguna, confirmó estar "muy contenta con el resultado porque entre todas nos hemos coordinado muy bien". Una sensación similar cundió en el grupo Ravel. La pequeña Marina González, de diez años, aseguró estar "muy emocionada con la actuación de ballet", un baile que practica desde hace cuatro años y que le gustaría seguir aprendiendo hasta llegar a convertirse en una gran bailarina. Al término del encuentro, el espectáculo se prolongó en el Auditorio Barañáin con un homenaje a la bailarina Berta Bermúdez, retirada de los escenarios el pasado 2005.

Un grupo de bailarinas, durante su actuación. (MIKEL SAIZ)