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La danza sale al campoLa danza sale al campo
Más de 3.000 dantzaris de 74 grupos
EL tiempo pasa, las sociedades cambian, pero, por fortuna, hay cosas que permanecen. Las euskal dantzak están dentro de ese selecto grupo de actividades que, pese al inexorable paso del tiempo, siguen en boga. Ayer, como ocurriera hace 30 años, el municipal de Las Llanas de Sestao se llenó hasta la bandera para presenciar el 39 Bizkaiko Dantzari Eguna, cita que reunió sobre el césped en el que el Sestao River y el San Pedro juegan sus partidos como local a más de 3.000 dantzaris. Ellos y ellas fueron los grandes protagonistas de una jornada que, ni siquiera la lluvia, logró deslucir. La tribuna principal de Las Llanas, con capacidad para 2.000 personas, se llenó hasta los topes para presenciar el evento, al punto que hubo personas que se tuvieron que quedar en la puerta de acceso al estadio aguardando a que hubiera gente que saliera para poder entrar al recinto. “Hacía 30 años que no acogíamos en Sestao un evento de este tipo. Es una pena la lluvia, pero los dantzaris van a bailar con la misma pasión y entrega y vamos a disfrutar mucho”, señaló Eduardo Abad, edil de Cultura del Ayuntamiento de Sestao.
Para cuando los 74 grupos saltaron al césped para ser presentados, la tribuna principal ya estaba a rebosar. Así, las ovaciones se repitieron a cada uno de los colectivos que acudió ayer a Las Llanas para dar color y vida a la que es la gran fiesta de las euskal dantzak en Bizkaia. Sin duda, los más aplaudidos fueron los tres grupos locales: Eusko Lorak, Salleko y Arriskugarri. Jugaban en casa y se notó. Se sintió el cariño y la admiración que les profesa su municipio por la labor que hacen día a día en favor de la cultura vasca. Junto a ellos, otros grupos como Itxas Argia, Trabudu, Uri Oste o Mamarigako Etorkizuna ofrecieron un gran espectáculo que arrancó los aplausos de la grada que, en esta ocasión no festejaba goles, sino que reconocía la labor del mundo vizcaino de la danza, al igual que ocurrió hace 30 años. En lo esencial, fue muy similar a lo que hace tres décadas se presenció en el estadio sestaoarra: gradas llenas, césped a rebosar de dantzaris que vivían su jornada más importante del año.
Las diferencias eran, en lo perceptible por el gran público, pequeñas. Por ejemplo, hace 30 años entre el césped y la grada había aquellas molestas vallas que dificultaban la visión y, entre el público no había tantas cámaras, ni mucho menos. Ayer, los teléfonos móviles que grababan y fotografiaban cada momento del alarde eran legión.
Pero la diferencia más grande entre aquella novena edición del Bizkaiko Dantzari Eguna y la celebrada ayer se centró en todas las cuestiones relacionadas con la seguridad. La normativa ha evolucionado y, con ello, el hecho de organizar un evento de semejante magnitud en unas instalaciones como Las Llanas conlleva la adopción de un buen número de medidas y protocolos de seguridad. En ello, se afanaron durante dos años desde la organización y el Consistorio sestaoarra. “En estos 30 años ha cambiado mucho la legislación y lo más complicado de todo este proceso ha sido elaborar los protocolos de evacuación, seguridad y autoprotección. Eso nos ha limitado el aforo porque al haber durante los partidos solo 22 personas sobre el césped, el campo es un punto de evacuación. Con 600 o 700 dantzaris sobre el verde, el plan de evacuación cambia y, por eso, solo puede haber espectadores en la tribuna principal”, dijo Abad.
Para rematar, romería Sin duda, el acto central de la jornada fue la celebración del alarde en Las Llanas, pero tras la muestra de talento que hicieron los 74 grupos participantes, llegó el turno de la celebración de la comida popular y la posterior romería en la plaza del Kasko del municipio sestaoarra. Allí volvieron a bailar y disfrutar tres generaciones. Danzaron juntos quienes vivieron el Dantzari Eguna celebrado hace 30 años en el municipio y quienes, por aquel entonces, ni siquiera eran un proyecto de ser vivo. Esa unión de aitites y nietos en torno a las euskal dantzak es la prueba fehaciente de que los tiempos pueden y, quizá, deban cambiar, pero que las danzas son y serán un elemento muy importante en el futuro de la cultura vasca.
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