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La danza de la esperanza
Un español saca adelante a un grupo de huérfanos ugandeses gracias a las clases de canto y bailes africanos
A Fabián y Elisabeth, profesora de música, les cambió la
vida hace cinco años cuando, a través de una amiga, conocieron el coro
de un asilo de huérfanos ugandés y decidieron llevar a los 21 niños que
lo componían a España, para recaudar fondos en actuaciones. «Los niños
se quejaban del director y decidimos que utilizaríamos el dinero para
pagar directamente sus cuotas escolares, sin que el dinero pasara por el
orfanato», cuenta Fabián. «Pero cuando el director se enteró, se
enfadó, regresó a Uganda antes de lo previsto y, cuando volvieron los
niños, los puso directamente en la calle. ¡Y eso que era Nochebuena!»,
apostilla.
Fabián viajó inmediatamente a Uganda para buscar un
cobijo para los huérfanos y encontró una casa en Amuria, en el norte del
país, donde una mujer accedió a acogerlos. Como agradecimiento, Fabián
-que en España ha trabajado «de todo»- y los niños colaboraron en las
reparaciones de la casa, como tapar los agujeros de las paredes causados
por los ataques del Ejército de Resistencia del Señor, una sanguinaria
milicia rebelde ugandesa.
Tras estos primeros meses, Fabián pudo alquilar una
residencia grande en Kireka, un barrio a las afueras de Kampala, la
capital. Al inicio del curso, instaló allí a los huérfanos, los
inscribió en escuelas de la ciudad y, desde entonces, este español pasa
la mayor parte de su tiempo en Kampala con los niños, como director del
orfanato.
Una institución muy particular: a los niños se les enseña
canto y danzas africanas y el asilo forma parte de Música para Salvar
Vidas, una organización sin ánimo de lucro que Fabián y Elisabeth han
registrado en España y Uganda.
La pareja superó sus expectativas con Aba Taano
(significa Los Cinco en luganda, uno de los idiomas del país), un grupo
de canto formado por tres chicos y dos chicas del orfanato que dio el
salto a la profesionalidad y ahora se encuentra de gira por España,
donde permanecerá hasta el 18 de diciembre. Aba Taano ha actuado antes
en otros países europeos, como Holanda, Estonia y Hungría, y sus
integrantes ayudan con sus ingresos a sus familias y contribuyen al
mantenimiento del orfanato.
Los actuales residentes del orfanato forman el coro
Uganda Natumayini, que ha visitado España en doce ocasiones y algunos de
cuyos miembros practican también danza contemporánea. «Fue cuando
conocimos a Fabián cuando empezamos a bailar de verdad. Fue su idea y él
era el jefe», relata Katumba David, de 22 años, en el jardín del
orfanato, tras finalizar un ensayo.
«Nunca pensamos que podríamos convertirnos en
bailarines», añade Ssebutinde Edris, de 18. «Nuestro horizonte era muy
estrecho, pero gracias a Fabián lo hemos hecho más grande».
Pero Fabián y Elisabeth insisten en que el suyo no es un
proyecto a corto plazo ni está limitado al canto y el baile: también
forman y ayudan a los chicos más mayores para que puedan ganarse la vida
de forma independiente fuera del orfanato. «Seguiré en la brecha hasta
que me dé el patatús, no me quiero jubilar», concluye Fabián en el
jardín del orfanato mientras los niños corretean por el césped.
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