"La danza contemporánea se entiende mejor si no se intenta entender, si se contempla sólo como paisaje"

Pertenece a la primera generación de bailarines contemporáneos surgida en el Estado a finales de los 70... ¿Fue difícil abrir camino?

Bueno, era difícil pero en realidad no más difícil que ahora. El paisaje quizá no tiene nada que ver, pero de alguna manera dedicarse a algo que sea creación era tan difícil entonces como ahora. Yo diría que incluso es más difícil ahora.

¿Por qué?

Porque a finales de los setenta en nuestro país había muchas esperanzas en cuanto a que las cosas podían moverse, había muchas cosas por hacer y por decir, y un movimiento sociopolítico muy interesante. Estaba todo por construir. Ahora estamos en un momento a nivel sociopolítico global en que necesitas buscar esperanza continuamente, pero que es más extraño. Sientes mucho más una saturación.

¿La danza sigue siendo la hermana menor de las artes?

Lo que sucede es que todo lo escénico, lo vivencial, es más efímero, y además la danza no tiene un poder adquisitivo como lo han tenido durante muchos años otras artes. Por eso tiene más dificultad. Es más cara, más efímera, desaparece rápidamente... Se sigue necesitando mucho a nivel de formación, de producción y de difusión. Difusión para que sea asequible a todo el mundo.

¿Dónde hay que incidir más hoy, en la formación de bailarines y creadores o en la formación del público?

Va todo en paralelo. Por un lado hay una formación profesional que en nuestro país no está al día, pero también hay un ver la danza como expresión artística, como lenguaje, como algo muy importante para la comunicación de los seres humanos, como una manera de pensar. Y esto debería estar mucho más presente en la escuela, y también en las programaciones; quizá a veces hay mucho espectáculo y poca comunicación. Faltan programas para educar públicos o para crecer con el público.

¿Cuál es la mejor manera de atraer a un niño hacia la danza?

En cierta manera es bastante fácil, por ejemplo a través del que hoy en día es el baile popular por excelencia, el hip-hop. Y todos los deportes son una manera de atraer a los niños hacia lo físico. Quizá si en la enseñanza no hubiera tanta diferencia entre lo que es algo puramente deportivo y lo que es algo lúdico y cultural, sería más fácil tenerlos ahí.

Ha dicho en alguna ocasión que concibe la danza como un elemento evocador de lo que no está.

Concibo la danza como algo muy matérico, pero que a la vez puede evocar. Tu cuerpo cambia dependiendo de si haces una cosa u otra, es muy matérico. La danza que me interesa es una danza mucho más abstracta, más cercana a las artes visuales, a la música, más evocativa, menos narradora de cosas, para dejar toda la libertad al lenguaje físico. En cierta forma la danza se parece a una lengua extranjera, que cuando no la entiendes es un paisaje, un paisaje sonoro pero también evocativo. Si la danza contemporánea se contemplara sólo como paisaje, sin intentar entender, se entenderían más cosas, igual no cada palabra, pero sí algo del paisaje.

Esa evocación de lo que no está recuerda a Oteiza...

Claro, el positivo y el negativo en el espacio, lo que hay y lo que no hay. Mucha gente me ha comentado que muchas de mis piezas son muy oteizianas, sobre todo un trabajo que tengo sobre cubos en el espacio. Me interesa Oteiza, claro que sí.

¿Cuál es la mejor actitud para ir a ver danza experimental? Porque estamos acostumbrados a lo narrativo...

La mejor actitud es la de ir a dejarse sorprender y dejar que el espectáculo te plantee preguntas. Lo que sabemos nos hace leer las cosas de una manera determinada, así que hay que dejarse sorprender y no esperar nada determinado.

¿Cualquier espacio es apto para crear danza?

Cualquier espacio es apto para crear, pero tienes que crear una cosa adecuada para cada espacio. El Centro Huarte me parece estupendo, y me gusta mucho que haga este vínculo entre lo escénico y lo visual, eso es esencial hoy. Porque los artistas no estamos ya sólo en un formato y el público tampoco, vamos de un lugar a otro, cambian los espacios para hacer creación y para compartirla.

Alguna vez ha dicho que crear es muy doloroso... ¿El placer de bailar compensa el dolor de crear?

Sí, está esa contradicción. Bailar para todo el mundo es algo muy inmediato, es un placer, una manera de dejar que tu cuerpo se exprese más alla de lo que piensas... Esto para mí es un placer, esta vivencia es lo que me llevó a la danza. Pero crear siempre es algo más duro porque es mucho más reflexivo y mucho más difícil. Y en la danza el objeto con el que se crea a veces eres tú mismo.

Su compañía Mudances cumple 25 años este 2010. ¿Qué retos tiene?

Pues este año tenemos un reto muy especial, que es reponer piezas antiguas, de los años 86-87, 92, analizarlas, bailarlas y compartirlas con otras generaciones. También estamos haciendo un trabajo importante de archivo y documentación, y nos estamos encaminando hacia un proyecto para construir a partir de 2011 un Centro de Creación en Barcelona. Será como cerrar un ciclo y abrir otro. Va a ser un centro público, a partir de un proyecto que presentamos y ganó un concurso, con una estructura mucho más dinámica, más abierta, más móvil y mucho más compartida que la de una compañía, y con otros objetivos pero siempre de creación, formación e investigación en el ámbito artístico.

Àngels Margarit posa en el laberinto transitable que ha creado para que los visitantes del Centro Huarte experimenten el movimiento. (iban aguinaga)