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La danza como elixir

Una joven con esclerosis múltiple organiza hoy en Vitoria un baile solidario para ayudar a la asociación alavesa

Egilea
J. Fiestras
Komunikabidea
El Correo
Tokia
Vitoria
Mota
Albistea
Data
2009/06/13
Sinuosas y espirituales, Ainara y sus amigas despliegan su arte sobre las tablas varias veces a la semana. El grupo ha ideado un espectáculo muy especial que pondrán en marcha hoy, a partir de las seis de la tarde, en el Teatro Ibáñez de Matauco del centro cívico Hegoalde. «Es para recaudar fondos para la Asociación de Esclerosis Múltiple de Álava», informan.
La función cuenta la historia de Ainara, desde ese fatídico día en que le detectaron la enfermedad, hace ya seis años. Un diagnóstico que altera a cualquiera. Pero la dinámica muchacha no se dejó amedrentar por las palabras del médico. Le sobra coraje. Ella será la protagonista sobre el escenario, bailando e interpretando su vida.
Ensoñaciones y viajes imaginarios pueblan la obra. Desde Brasil a La India al ritmo de la música. «De pequeña hacía ballet, y así comienza el montaje», revela la estrella de la gala. Un ilusionista reflejará con sus juegos la magia de la vida y la fiesta continuará con un número de capoeira, «que era lo que yo practicaba cuando me detectaron la enfermedad». Y de ahí, a Bollywood y sus danzas orientales.
Oti, Arrate, Oihane, Marian, Conchi, Rebeca, Isa y Bego le acompañarán en el escenario, en el que también se representará un sainete de los hermanos Álvarez Quintero, 'Sangre gorda'. Bego es la autora del guión, y entre todas han diseñado la solidaria función. «Nos pareció una idea estupenda desde el primer momento, tendríamos que estar todos más concienciados con estas causas e implicarnos un poco más», argumenta la pandilla, a la que se han unido amigas con edades que oscilan entre los diecisiete y los cincuenta años.
La incorporación de Ainara al equipo surgió de forma natural, «bueno, alguna sorpresa sí que hubo porque tuvo dos brotes muy fuertes a su lado», cuenta su madre, Lourdes. Se tropezaba al bailar y alguna compañera se lo advirtió, creyendo que el traspié era por culpa de la falda. Pero Ainara era muy consciente de lo que le estaba pasando. Al día siguiente estaba en una silla de ruedas.
Gran vitalidad
La madre aparenta fortaleza, «pero de fuerte nada. Lo que pasa es que hay que apechugar. Los días que estaba en el hospital, mi hija estaba fatal, no se podía mover para nada y los médicos no aportaban ninguna esperanza», recuerda. Pero su vitalidad pudo de nuevo. «Yo les preguntaba a los médicos: ¿Voy a volver a andar? Y no me respondían. Pero aquí estoy, bailando igual o mejor», comenta Ainara sonriendo. No puede negar que le costó volver a empezar, pero insiste en que los retos le motivan y así logró encauzar de nuevo su afición. «La danza oriental me da vida», desvela la joven.
«Hay pasos que no puedo hacer porque pierdo el equilibrio, pero me doy cuenta de que consigo cosas alucinantes, con el baile controlo mi cuerpo mogollón», expresa. Y sus médicos, «alucinan». Ainara no quiere dejar pasar la oportunidad de agradecer públicamente al doctor Antigüedad, de Basurto, sus cuidados. «Ha dado la vida por mí», cuenta emocionada, y vuelve a sonreír: «Con toda la medicación que me metían engordé mucho kilos y con esto de la danza. ¡Fíjate que tipín se me ha quedado!», presume.
La mentalidad positiva puede ayudar a conseguir grandes metas, y Ainara es un claro modelo. Ella nunca oculta su enfermedad. «Te choca que le pase a una persona tan joven. ¿Dónde está Dios?, te preguntas», dice una de sus amigas.
La danza como elixir
Ainara, a la derecha, junto a algunas compañeras. / RAFA GUTIÉRREZ

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