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La cultura vasca pierde al último de los viejos maestros de la alboka, «Txilibrin»

·Silbestre Elezkano «Txilibrin» murió ayer a los 91 años, tras una vida dedicada a la cultura tradicionalw El funeral se celebrará mañana a las 19.30 horas en la iglesia Nuestra Señora del Carmen en Bilbo

Komunikabidea
Gara
Tokia
Bilbo
Mota
Albistea
Data
2003/07/31

El mundo de la cultura vasca tradicional, y de la alboka en concreto, ha sufrido una gran pérdida con la muerte de Silbestre Elezkano Txilibrin, máximo exponente de la historia de la alboka del siglo XX junto con León Bilbao y la panderista Maurizia Aldeiturriaga, y un hombre que luchó durante toda su vida, especialmente tras la Guerra del 36, por mantener la música y la danza tradicionales vascas, y enseñarlas tanto en su tierra como en el exterior.

Txilibrin falleció en la madrugada de ayer en una residencia del casco viejo bilbaino, «por la edad», según explicó a GARA su hijo Iñaki, quien en un momento tan triste quiso recalcar que su padre fue un hombre «muy alegre, humano, y un luchador por la cultura de su pueblo y por su pueblo, que era Euskadi», dijo. La familia enterrará su cuerpo mañana a la mañana en su localidad natal, Igorre, en una ceremonia íntima, y el funeral será a las siete y media de la tarde en la iglesia Nuestra Señora del Carmen de Bilbo, en la Plaza Indautxu.



La noticia de su fallecimiento se extendió ayer entre albokaris, dantzaris y txistularis, músicos que le acompañaron y aprendieron de él, como los albokaris jóvenes que vieron en él a un maestro de otra época, un tiempo más favorable para este viejísimo instrumento. El albokari Ibon Koteron se lamentaba ayer porque «la cultura vasca pierde un gran símbolo» con la muerte de Txilibrin.



Aunque reconoció que fue «un fenómeno» también con el pandero o en la danza, declaró que «sobre todo los albokaris nos quedamos algo huérfanos. Primero murió León (Bilbao) y ahora Txilibrin. Estamos directamente relacionados con ellos porque no hay una generación intermedia, aprendimos de ellos, y ahora, de repente, no hay nada, sólo quedamos nosotros», dijo.



También Kepa Junkera declaró que es una pérdida irrecuperable, aunque añadió que «ha transmitido su legado y su recuerdo perdura». El músico bilbaino recordó con cariño que Txilibrin tocó el pandero con su abuelo e incluso fue pareja de baile de su madre, y destacó que era «una leyenda de la música tradicional. Es una suerte que me hayan transmitido la pasión por este tipo de música, el haberlo conocido y el tener esos recuerdos», aseguró. De hecho, Junkera guarda una alboka dedicada por Txilibrin, porque el viejo albokari también las fabricaba.



Silbestre Elezkano nació el 15 de agosto de 1912 en Igorre y desde muy temprano comenzó a aprender a tocar la alboka con su tío, Ignacio Uribarri. Además de ese instrumento tocaba el pandero y también destacó como dantzari. En ambos campos, música y danza, trabajó por mantener viva la cultura vasca, especialmente en los duros años que siguieron al final de la Guerra del 36, y después de pasar dos años en diversas cárceles franquistas.



Asentado en Bilbo, fundó varios grupos de danza, como el Beti Alai, con los que comenzó sus giras por el Estado francés e Italia, en los años 50, para pasar en la década de los 60 a Estados Unidos y Canadá. En los 70, 80 y 90 se dedica a recuperar la música tradicional vasca y a grabar discos, colabora con numerosos artistas y sigue sus giras, llegando a Sudamérica. «Exportó la alboka y la trikitixa a todo el mundo», cuenta Iñaki Elezkano.



Siendo ya una leyenda entre los albokaris, amigos y músicos de la talla de Joan Mari Beltran, Kepa Junkera, Ibon Koteron, Carlos Subijana, Tapia ta Leturia o Alan Griffin y Joxan Goikoetxea (Alboka) le rindieron un homenaje en diciembre de 1998, en el Kafe Antzokia el día 17 y en el Arriaga el 21, pero él no llegó a tocar porque el primer día tuvo que pasar por el quirófano. Precisamente durante su convalecencia ofreció una larga entrevista a "7K", que se convirtió en un amplio reportaje en el número 3 de la revista dominical.



La última vez que Txilibrin tocó la alboka en público fue en junio de 1998, en el Teatro Arriaga bilbaino. Después de aquello decidió retirarse.



Gizon alaia eta musikazale amorratua

A.J.



BILBO



Azken urteetan Silbestre Elezkano Txilibrin ez zegoen bere onenean. 1998an, sabeleko ebakuntza egin zioten ondoren, «erretiroa hartu zuen», bere seme Iñakiren esanetan, baina ez zion musika gozatzeari uko egin, ez horixe. 1998an Bilbon egin zioten omenaldian ezin izan zuen alboka jo, ezta aurrerago ere, baina 1999ko urrian Euskal Herriko Albokarien 6. Topaketan agertokira igo zen, lagunen omenaldia jasotzera eta Ibon Koteron, Iñaki Plaza eta Ruben Isasi panderoarekin laguntzera.



«Gurekin igo zen agertokira jotzera eta gainera ez zuen hortik atera nahi, gurekin gelditu zen, jo ta fuego. Gainera, panderoa jotzen zuen eta bazirudien horrek berpiztu egiten zuela», azaldu dio GARAri Ibon Koteronek.



Musikazale amorratua zen eta alboka jo ezin zuenean ere, pozik hartzen zuen panderoa eta gaixotasuna alde batera uzten zuen. Ez zen Hernanin bakarrik gertatu, Ibon Koteron gogoan da Bilboko jaietan, bera eta lagunak kalejiran ateratzen zirenean, jotzen, alde zaharrean Txilibrin zegoen egoitzara joan eta hura balkoira ateratzen zela, eta orduan ere «panderoa hartzen zuen eta bazirudien berpiztu egiten zela», berretsi du albokalari gazteak.



Azkeneko urteetan, ordea, ezin zen balkoira atera. Egoitzara joan eta bere gelara igo behar izan zuten, «bere ohe alboan jo genuen, ia-ia altxatu ezinean zegoelako, eta han entzutean irribarrea sortu zitzaion», esan du Koteronek. Euskal kulturaren ikurra izateaz gain, gizon alaia eta musika zalea zen.

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