La bailaora María Pagés planta 'Sevilla' sobre las tablas del Arriaga

«Es un homenaje a mi ciudad con referencias que me pertenecen». Así se expresaba ayer la propia Pagés con sus negros ojos de fría plata. En el cartel nombres como el del poeta granadino, pero también Antonio Machado, cuyos recuerdos de infancia eran, como dice su poema, «un patio de Sevilla»; el escritor portugués José Saramago, «amigo personal mío que me escribió unos textos especiales para este espectáculo», según confesaba ayer la artista, y piezas de música hispalense popular e incluso del compositor ruso Dmitri Shostakóvich. «Sé que sus valses no parecen muy sevillanos, pero los escuché y empecé a imaginarme mis calles y las academias donde yo aprendí a bailar», evocó Pagés.

Catorce bailarines

Una obra tan peculiar y tan universal, donde se amalgaman las bulerías, los tangos y la música de Serrat, que se estrenó en 2006 en Tokio y que hoy recala por primera vez en Bilbao con sus dos cantaores, sus cuatro músicos y sus catorce bailarines. «En realidad quince» -se apresura a añadir la propia María Pagés- «porque yo me considero una bailarina más».

Al ritmo de esta sevillana, que cuando llegó de adolescente a Madrid apodaban con el nombre de su ciudad, los espectadores iniciarán un viaje por los ambientes exteriores de Sevilla para alternarlo con los patios interiores, los edificios de origen árabe -donde se oirá la voz del poeta medieval Ben Sahl- para acabar en las calles. «Un homenaje a nuestro cielo azul y nuestra naturaleza», resumía la bailaora.

Un color frío para contrastar con el ocre de las piedras son claves en la dirección escénica que la propia artista ha diseñado en comandita con José María Sánchez. La coreografía es ya sólo cosa suya. Once piezas acompañada por la música del maestro Lebaniegos que aspira «a reflejar las miles de almas que configuraron Sevilla». Y es que como escribió Lorca: «¡Sevilla para herir!»