Larga y fructífera es la relación que Kukai y la Red de Teatros de Gasteiz mantienen desde hace tiempo, un encuentro que ha posibilitado al público encontrarse con ese amplio e interesante abanico de propuestas con las que la compañía ha ido construyendo un camino singular y propio. Hace nada que su último montaje es realidad y este mismo jueves, este 29 de febrero que solo existe una vez cada cuatro años, Txalaparta llega al Principal.
Lo hace, en el marco de la temporada de invierno, para representarse a partir de las 19.30 horas en un centenario edificio que tiene casi todo lleno. No es de extrañar. En concreto, solo quedan entradas disponibles en el anfiteatro segundo. Todo el resto está lleno.
Con el sello permanente de Jon Maya Sein y el aporte invitado de Jesús Rubio Gamo se construye un montaje que, como es lógico, tiene al tradicional instrumento como eje. “La txalaparta suena a partir de los golpes que van produciendo los que la percuten, pero una vez concluido el acto de tocar, ninguno es dueño de lo que ha sonado; no se puede agarrar, su naturaleza desafía la fijación, el golpe se convierte en algo liberador que muta el alma del que trabaja”, describen desde la compañía vasca.
“La escucha y la percepción del propio cuerpo se tornan más profundas, se convierten en vuelo. Es la multiplicación de las potencias de la acción; es la evidencia de ese amasijo de materias diversas que somos”, comentan.
Sobre estas bases se elabora un montaje al que sobre las tablas dan vida Alain Maya, Arantza Iglesias, Ibon Huarte, Izar Aizpuru, Izaro Urrestarazu, Nerea Vesga y Urko Mitxelena. “La txalaparta nos ha ofrecido un espacio de libertad, donde relacionarnos y compartir espacios de tiempo y lugar, en el cual podemos construir un nuevo universo en común, sin renunciar a la identidad propia de cada uno de nosotros”.
Así, “siete intérpretes desarrollan esta danza en el espacio emocional que propone el dialogo entre la danza de raíz y una visión contemporánea hacia ellas. Un ritmo que nace de la tierra que percute en el presente y llueve en forma de voz, sobre los cuerpos construidos entre la memoria y el futuro”.
Todo ello contando con la presencia invitada de Jesús Rubio Gamo. “Acerarme al trabajo de Kukai me ha hecho volver a mirar la danza desde su raíz, desde su carácter ritual que mantiene unidas a las personas a través del tiempo. Sus bailes me han hecho recordar el poder que tiene la danza de unir lo tangible y lo intangible, la tierra con el cielo”, apunta.