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Julio Bocca se despide hoy de Donostia con todo el aforo del Kursaal vendido
'Último tour' reúne algunos de sus éxitos junto al Ballet Argentino El bailarín se retira en diciembre
El programa de esta noche es una breve muestra de diferentes estilos de
danza, sobre todo, contemporáneo y jazz. «Hago un paso a dos con
Cecilia Figaredo y luego la pieza sobre música de Sinatra. Se trata de
un baile de salón o más jazzero. Para un bailarín, es terrible trabajar
con Twyla Tharp, porque si no se está con una concentración exacta, se
puede lastimar. Pero el espectador, lo ve como si fuera nada».
De sus anteriores visitas a San Sebastián guarda un grato recuerdo.
En la última, actuó en el Auditorio del Kursaal «muy cómodo para el
bailarín», donde presentó Bocca Tango, que finalmente no forma parte de
la actuación donostiarra de hoy.
Después de toda una vida bailando, el intérprete argentino tiene
expectación acerca de cómo va a afrontar su despedida definitiva,
fechada el 22 de diciembre, con una actuación al aire libre en Buenos
Aires. «No sé lo que va a pasar ese día. Quizás me rompa y termine
llorando. Además de mi familia, he invitado a bailarines como Manuel
Legris, José Manuel Carreño, Tamara Rojo para que compartan conmigo esa
actuación. Se prevé entre 150.000 y 200.000 personas».
Después tiene intención de no hacer nada durante una temporada.
Básicamente, de dedicarse tiempo a sí mismo. Reconoce que necesita un
«tiempo para mí, para poder estar en mi casa, sin obligaciones, sin
compromisos, sin las clases diarias de danza. Necesito un tiempo de no
hacer nada. Después, me gusta la dirección».
Reconoce que no posee el don de la coreografía, aunque haya firmado
alguna adaptación coreográfica con el pseudónimo Adrián Lojo.
Probablemente, centre su actividad en el Ballet Argentino, que él formó
en 1990. De hecho, la duplicidad entre su carrera profesional como
Bailarín Principal del American Ballet Theatre (ABT) y su trayectoria
junto a la compañía argentina ha llevado a los especialistas a
cuestionar si llegó al máximo como intérprete. «No siento que mi
carrera decayera por el hecho de compatibilizar el ABT y el Ballet
Argentino. Llegué a lo más alto y estoy orgulloso de ello».
Cuando sólo quedan poco más de dos meses para su adiós definitivo,
a Julio Bocca le cuesta un poco definir su carrera en pasado. «Soy un
bailarín que comenzó como clásico y que ha tratado de incorporar
técnicas nuevas. Podía haber seguido haciendo Don Quijote, El lago de
los cisnes y Romeo y Julieta, pero quise hacer más cosas. Me gustaría
que se recordarse la danza, porque es la danza la que siempre tiene que
estar viva. Tenía como precedentes a Nureyev y Baryshnikov y llegué a
donde he llegado».
Feliz ante su adiós
Precisamente, Mikhail Baryshnikov fue la leyenda del que tomó el
testigo. «Fue maravilloso tenerle a él personalmente». Ahora, se
dispone a ceder su legado, aunque rehuye de hablar de sucesores
«depende del talento de cada uno, pero están Ángel Corella, José Manuel
Carreño o Herman Cornejo, entre otros». En estos momentos, afirma no
arrepentirse ni un ápice de su decisión de abandonar los escenarios.
«En mi despedida del ABT, tuve veinte minutos de aplausos. Todo el
mundo llorando y yo con la sonrisa puesta. Cuando hice mi última
función en el Teatro Colón de Buenos Aires, lo mismo. Estoy lleno, me
siento muy bien y conforme con la decisión que he tomado».
Como muchos bailarines, su dilatada carrera profesionales, además
de galardones, le ha deparado sacrificios y lesiones, de las que no se
arrepiente. «Volvería a hacer todo de la misma manera. Me quiero
retirar en el mejor momento. Quiero dejar un recuerdo lindo», asegura
mientras apura un sorbo de agua. Después de Donostia, Moscú, luego
Vitoria y así hasta el 22 de diciembre. Luego, Julio Bocca pasará a
formar parte de la historia del ballet en mayúsculas.
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