Juan Antonio Urbeltz defiende que las danzas son conjuros contra el mal

El investigador y folklorista navarro acaba de publicar el libro 'Danza vasca, aproximación a los símbolos', un estudio de los bailes y el carnaval

En este sentido, el libro no es un texto a modo de diccionario sino que defiende unas hipótesis que rompen la visión tradicional de la danza.



"En general todos estos temas están trabajados desde el descubrimiento de metáforas cuya lectura da una interpretación insólita tanto del carnaval como de los bailes de espada, las fiestas del corpus, las fiestas de moros y cristianos, que en Navarra existían en varios pueblos. También dedico un capítulo al grupo Argia como memoria, con la idea de actualizar algún tipo de crítica al panorama actual de la danza en el País Vasco", explica Urbeltz. Este experto navarro defiende que en los últimos 200 años todos los estudios de evolución social se sustentan en una evolución optimista de la naturaleza y el hombre, lo que equivale a progreso en el mundo desarrollado, antes era la fertilidad de los campos y rebaños que se apreciaba en las danzas, en los carnavales. Lo que él aporta rompe esa visión, ya que dice que los campesinos no dramatizan ritos de fertilidad sino sus propias preocupaciones, dramatizaciones, que buscan sobre todo alejar el mal, porque una vez alejado el mal el bien está en sí mismo. "Es una vieja concepción teológica por la cual se considera a la humanidad fundamentalmente buena. Los campesinos han tratado de alejar el mal. Esto no ha sido fácil de ver porque la ciencia funciona sobre lo evidente", explica.



Urbeltz argumenta con ejemplos concretos como el carnaval suletino en el que los rojos o gorriak se enfrentan a los beltzas. "No se trata de un cromatismo porque gorria significa lo descarnado como Negu Gorriak, el invierno duro, según mi tesis el paso de los rojos es como el paso de la plaga de langosta y los beltzas son caldereros con el oficio no aprendido. Para un campesino, sea suletino o no, con una visión troncal de la labor, se crea una visión fatalista en el carnaval", matiza.



Revisión crítica



Juan Antonio Urbeltz reconoce que sus tesis pueden sorprender y por ello somete todos sus estudios a una medición crítica para poder mantener sus propias conclusiones. "No analizo los temas sólo desde la antropología sino que aplico la lingüística, la mitología, la historia de las religiones... y así me doy cuenta que hay cosas que no se han estudiado desde el punto de vista que yo propongo. Por ejemplo, espada o espata significa además tábano o mosca del caballo, eso nos da una nueva interpretación de los espatadantzaris, que pueden ser bailarines tábanos, algo impensable por insólito, pero yo defiendo que es así porque el arma los dantzaris la utilizan como un aguijón, cogiéndola con las dos manos para atacar y defender como un conjurador". Para el investigador navarro el folklore de Europa, creencias, carnavales, danzas, etc, es común a muchos pueblos, por eso es reconocible de un sitio a otro, a pesar de que cada pueblo es original en sí mismo y por tanto el pueblo vasco también, porque marca una personalidad individual dentro de lo colectivo. "Por ejemplo el Zanpantzar de Ituren lo encontramos en muchos sitios de Europa porque es una máscara contra los insectos. Los elementos antiparasitarios son la cola de caballo y el cencerro que es un disuasor de moscas y por eso a los animales se les coloca en el cuello, para protegerles la cara del acoso de las moscas".



En cuanto a las danzas rituales, Urbeltz cree que aunque evolucionen sobre sí mismas el tiempo no las modifica, ya que piensa que el cambio no es fácil "porque el ritmo del cuerpo es muy difícil de alterar. Hay gente que baila muy bien una jota pero no puede bailar un rock, porque la danza tiene que ver con el carácter y con lo que uno ha vivido. La danza es la iniciación de los jóvenes a la vida de los mayores en muchas sociedades. Los bailes en cadena por ejemplo son bailes de cuerda con muchas metáforas, todos somos de la misma cuerda, se anudan unos con otros para que el cuerpo social quede bien amarrado y son bailes que aparecen en toda la geografía de Navarra, en la montaña y en la Ribera. Uno puede bailar esa danza y no ser capaz de interpretar nada más porque la siente como parte de su personalidad".