Fue original incluso ya en el útero. No por nada, Joseba Prieto Atxa nació el 19 de febrero de 1935 en la calle Nervión 6-2º, allá en el Casco Viejo. Un cuarto de hora más tarde de que él viese su primera luz lo hizo su hermano Martín, por lo que, con quince minutos de adelanto, era el mayor de un par de gemelos que siempre estuvieron unidos por gustos comunes. Pronto se vieron sus pasiones: las dantzas vascas y el teatro y el dibujo, que le nació en la propia cocina de casa, donde dibujaba todo cuanto veía.
Puede decirse que Joseba quedó como un hombre de cartel para el recuerdo tras su paso golfo y ajetreado por la vida. Joseba Prieto empezó a trabajar a los 16 años en Publicidad Pregón. No cobró, pero aprendió los trucos del diseño publicitario que desarrollaría más tarde, cuando se asoció con el rotulador Juan Castell con el que montó su propia agencia. De aquellos días llegaron los magníficos carteles que se hacían para un pub de la calle Telesforo Aranzadi en el que actuaban conocidas figuras de la música. Así lo recuerdan en el periódico Bilbao, donde retoman algunos de sus recuerdos. “Los pintaba a cambio de una botella de whisky que consumíamos los amigos cuando aparecíamos por aquella sala de fiestas”. Además, Castell y Joseba, conocidos en aquel Bilbao canalla como Los pinceles, cantaban muy bien, siendo siempre acompañados a la guitarra por Martín, El gemelo. El trío llegó a tener éxito en los programas que hacían Santiago Marcilla y José María Íñigo en Radio Bilbao, programas que casi siempre acababan con una celebración por todo lo alto, “a la bilbaina”. También recuerda que en cierta ocasión alguien dijo con cierta carga: “¿Por qué no vamos a Madrid a tomar el último pote?”. A todos les pareció una genialidad y sin pensárselo más allá se fueron a terminar la ronda.
Recordaba el propio Joseba que a los 13 años tuvo su primer contacto con la danza vasca. Fueron Aresti y Andoni Goitia, del grupo Dindirri, quienes le enseñaron todos los secretos del aurresku y suletinas. Al tiempo, formaba parte de un grupo de teatro que había en el Centro Burgalés, cuando éste se encontraba en Hurtado de Amézaga. Un día apareció por allí María Antonia Uranga, que había estudiado con el Royal Festival Ballet y les propuso una inmersión en el ballet clásico. Lo aceptó durante un tiempo.
Pero la vocación de Joseba era otra. Tras pasar por Publicidad Aurman como director de arte, Joseba marchó a Madrid donde se asoció con el director Pedro Olea y su hermano Imanol formando Durango Films, productora con la que llevaron a cabo numerosos trabajos publicitarios. Tenía una sensibilidad que encajó con Pedro y tenía, por aquel entonces, 35 años. La edad exacta para crear aquel anuncio que le dio fama. “Las muñecas, de Famosa, se dirigen al portal...” La han tarareado, ¿verdad? Para La casera realizó tres spots protagonizados por Frankenstein, la Momia y el Hombre Lobo. Los monstruos se volvían encantadores al saborear la citada gaseosa. Fueron premiados en un Festival Internacional de Publicidad, en Nueva York.
Joseba no paraba. Como miembros del Club Marianista, han acudido en varias ocasiones al cementerio de Arcangues para rendir culto a Luis Mariano en el aniversario de su muerte. Aplicó su creatividad al diseño del cartel cinematográfico y de campañas publicitarias con indudable éxito. Los carteles de El bosque del lobo, ¿Quién puede matar a un niño? –Chicho Ibáñez Serrador también encajó con su idea–, Un hombre llamado flor de otoño o Pim, pam, pum… Fuego son algunas de sus creaciones. Trabajó con Olea en el departamento de producción de Biotzez y Akelarre y su vida fue un constante ir y venir.