Jone San Martín : «Como mejor se explica la danza a sí misma es a través del movimiento»

Una singular conferencia danzada abre esta tarde las actuaciones que Jone San Martín (San Sebastián, 1966) ha programado dentro de la 'carta blanca' que la Capitalidad Cultural le ha concedido. La Sala de Cámara del Kursaal acoge 'Legítimo/Rezo', una propuesta no convencional para la que el coreógrafo William Forsythe le dio dos pautas: «Yo creo el esbozo, tú elaboras el contenido. Llevas veinte años trabajando conmigo, así que yo te doy una situación: llevas bigote y vas a escuchar una telenovela mexicana por los auriculares. Eso es una verdadera 'carta blanca'». Con una duración de 70 minutos, el espectáculo parte de la conferencia y deviene hasta el desarrollo del solo final. «Explico al público las pautas y la situación que tengo, y, al mismo tiempo, voy explicando lo que me pasa por la cabeza, y lo que yo hipotéticamente haría si estuviera en el escenario bailando. Lo más interesante del espectáculo es la relación entre el público y el intérprete, y la del intérprete con su propio trabajo. Se trata de hablar del trasfondo, de la conversación interna que tiene un bailarín al bailar», explica.

Consciente de la peculiaridad de 'Legítimo/Rezo', San Martín cree que «la danza como mejor se explica a sí misma es a través del movimiento. El hecho de moverme mientras hablo, afecta a mi pensamiento». Esta propuesta muestra «un momento de honestidad, de desacralización. Sé que el público donostiarra es muy dado a resistirse, pero, al mismo tiempo, quieren reacciones muy espontáneas. Voy a dirigirme a eso: a estar tranquilos, a abrirnos, a descentralizar un poco el espectáculo». Recién cumplido el medio siglo, la artista donostiarra asegura que «espero que se note que bailo como una persona con 50 años de experiencia en la vida. Aún intento descubrir qué es lo que me mueve para bailar y para crear».

Jugar a la goma

La improvisación es un componente importante de toda creación de Jone San Martín y 'Legítimo/Rezo' no es la excepción. «Imagínate la responsabilidad de entrar sin pasos y tú los tienes que crear. Lo que hace la improvisación es sensibilizar y responsabilizar al bailarín: se trata de estar muy atento a lo que hay que hacer en ese momento y a las posibilidades que se abren delante de ti. Detrás de una buena improvisación hay mucha disciplina y práctica». Sus propuestas creativas también poseen un carácter lúdico, «jugar implica riesgo, libertad y humor; también implica no saber cuál va a ser el resultado, pero implicarse en la situación y aceptarla. Para mí, lo más importante es ser creíble. El escenario es un lugar donde se juega. Público e intérprete nos prestamos a jugar juntos: tú me miras, yo me dejo ver».

Todo comenzó cuando su tía Mari Paz Llorente vio a la pequeña Jone de siete años, saltar a la goma, y dijo: «a esta niña le tenéis que apuntar a hacer ballet y yo pensé que alguien se había dado cuenta, ¡por fin!». Aunque tomó sus primeras lecciones de danza de la mano de Peter Brown, recibió la mayor parte de su formación con Mentxu Medel, «una profesora única. Nos enseñaba a aprender, a estar el estudio, a usar la cabeza, a ser responsables desde muy chiquitinas.. Con dieciséis años, San Martín puso rumbo al Institute de Teatre de Barcelona y más tarde, completó sus estudios en la Escuela Mudra Internacional de Maurice Béjart, en Bruselas. «Era una escuela muy rica, con una mentalidad muy abierta, un poco también inspirada en el trabajo de Béjart», añade.

En 1986, Jone San Martín debutó en el Ballet de Barcelona, pasando un año después al Ballet Nacional de España Clásico (actual Compañía Nacional de Danza), en Madrid. Un buen día, ataviada con flores, tules y pelo postizo para bailar una suite de Chopin, algo cambió en su interior. «Todo bailarín debe sentirse identificado con lo que hace. Las flores, la falda y la peluca me sobraban, porque no me aportaban nada a dónde yo quería ir. No tengo absolutamente nada en contra de los bailarines que siguen las pautas del coreógrafo si la persona que lo hace, aprende y disfruta de ello. Lo que yo sí he descubierto con la gente que he trabajado es que cuanta más responsabilidad te dan, más creces. Yo he elegido ir por ahí», confiesa.

De Frankfurt a Berlín

Tras un rico periodo de aprendizaje compatibilizando su trabajo en diferentes compañías como Ballet de Charleroi, Ulmer Theater-Philippe Talard, Archipel Sud, Cía José Besprosvany y el grupo de su amigo Jacopo Godani, apareció una figura capital en su carrera profesional: William Forsythe.

Fue Hilde Koch quien le presentó al coreógrafo neoyorquino y después de hacer la clase con la compañía y de haber interpretado una variación de 'The vile parody of address', para la que ni siquiera tuvo que calzarse las zapatillas de punta, Forsythe le dijo: «bienvenida al Ballet de Frankfurt», compañía con la que trabajó de 1992 a 2004.

Una década más se extendió su última etapa con el revolucionario coreógrafo en The Forsythe Company (2005-2015), época en la que recibió el Premio Trayectoria Artística de Gipuzkoa 2006, «en ese momento, te das cuenta de que tu trabajo significa algo para otras personas como tu familia, tus amigos, tu gente, tus profesores, tu pueblo. Esas situaciones te dan fuerza para seguir», asegura.

Establecida en Berlín desde el pasado año, donde se integró en Dance On, compañía con bailarines con edades superiores a los 40 años, con la que actuará en el Victoria Eugenia, los días 14 y 15 de octubre, Jone San Martín aspira a «engendrar un poco de curiosidad a ver qué más viene después. Me pareció una buena idea comenzar con el solo de 'Legítimo/Rezo', porque hablo de mi punto de vista en escenario. Es mi propuesta y yo doy la cara, pero indirectamente es cómo yo me presento con esta 'carta blanca'», finaliza.