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Jon Sarobe, el hombre aurresku
Lleva cuarenta años bailando en el día grande del municipio. Sus inicios fueron con su primo Juanjo siendo un niño.
El durangarra Jon Sarobe volvió a emocionar a todos los presentes en la plaza con sus bailes (K. Doyle)
La actuación de ayer cobró sentimiento especial para el experimentado dantzari ya que Oier, hijo de Sarobe, bailó a continuación el aurresku de cuerda y fue su padre quién le llevó de la mano. “Me ha hecho una ilusión terrible ser su acompañante. Es un orgullo ver a mi hijo tan metido en el folklore euskaldun con 17 años porque para mí esto es algo muy especial”, explicó emocionado el dantzari.
Tras más de medio siglo baliando euskal dantzak, Sarobe, a sus 59 años, ha perdido la cuenta del número de aurreskus que ha podido realizar durante todo este tiempo. En este sentido, Juan Antonio Aroma, txistulari con quién ha bailado desde que era un crío, “siempre dice que probablemente haya sido el chico que más novias haya besado”, apuntó entre risas el dantzari añadiendo que “Juanito, como le llamo yo, es una persona muy importante en mi vida”.
Si hay algo que recuerda Sarobe es la primera vez que bailó delante de público. Fue con apenas siete años y ante la atenta mirada del numeroso público que disfrutaba de las fiestas del barrio iurretarra de Goiuria. Ese desparpajo y la pasión por el baile comenzaron dos años antes con su primo, Juanjo Zumarraga. “Él ha sido mi maestro. Recuerdo como con cinco años, cuando solíamos ir a comer a casa de la tía, me machacaba a bailar”, relató con cariño sin olvidarse de Iturralde y Zarrabeitia, aurreskularis con quienes siguió formándose.
Muy interesado por los bailes tradicionales vascos, Sarobe, con nueve años, inició su trayectoria en el Txoritxu Alai, después pasó al Tronperri y desde la fundación de Kriskitin Dantza Taldea en 1987, sigue ligado a la entidad durangarra. “Con las euskal dantzak me libero y estoy súper a gusto;es algo que llevo muy dentro”, valoró el dantzari que también ha recibido cursos de sevillanas, tangos y ahora disfruta también con sesiones de baile contemporáneo.
La trayectoria del dantzari durangarra también fue reconocida por el municipio que le vio crecer. Muestra de ello, en 2010 fue txupinero de los Sanfaustos. Tras toda una vida bailando, Sarobe, que jugó al fútbol hasta los 23 años, recuerda aurreskus curiosos como el realizado al rey emérito, en octubre del 1971, cuando se inauguró el primer tramo de la autopista o cuando en 1988 el Gobierno vasco le llevó a Roma para bailar ante el Papa Juan Pablo II, Karol Wojtyla, en el auditórium del Vaticano.
Persona muy querida y conocida en la villa, Sarobe, a quien hasta en Granada le pidieron que bailase vestido de calle y no dudo en hacerlo, le encantaría bailarle un aurresku oficial a su hermano Luis Ángel. Pianista profesional y residiendo en Canadá, “cuando yo tenía 10 años se marchó a vivir fuera y me hubiera encantando bailarle en algún reconocimiento a su trayectoria. Hemos estado toda la vida separados pero tenemos un nexo muy especial”, puntualizó con cariño.
Orgulloso de que su hijo forme parte de Kriskitin desde los diez años e incluso imparta clases a los más jóvenes, Sarobe se mostró preocupado por el futuro de las euskal dantzak. “Yo siempre digo que en Andalucía cualquiera baila algo de flamenco y lo hacen a todas hora y en cualquier sitio. A nosotros aquí la verdad que se nos está olvidando, parece que no forma parte de nuestra cultura y es una pena”, lamentó el dantzari.
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